ABC (1ª Edición)

«Decidir es hablar contigo mismo»

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—A usted no le computa ni ser mujer.

—Como no soy de izquierdas, no. —Linchamien­to.

—Constante y deliberado. —Desprecio.

—Pero desde niña aprendí a valerme. —Poder.

—Fui siempre muy independie­nte. —¿Intimida a los hombres?

—Pensaba que sí. Pero he preguntado y es sólo que me centro en mis responsabi­lidades y no me fijo. —Estamos enamorados de usted.

—Todos con muy buena carilla pero luego os venís abajo. —¿Ser presidenta no sirve para ligar?

—Al revés. Muchas me dicen: «Tengo un amigo que quiere conocerte, que le gustas mucho», pero a la hora de la verdad, nada, porque creen que es meterse en un lío. —¿Tan dura es?

—Blanda no soy, pero sobre todo es que el que esté conmigo sabe que a partir de aquel instante se va a saber todo de su vida, y del modo más descarnado. —El alcalde dice que la libertad es tener 45 años y permanecer soltero.

—Es una libertad, evidenteme­nte. —Mami.

—Me encanta la familia y los niños. Cada vez hay más en mis mítines y yo me los llevaría a todos a mi casa. —Pero.

—Ser —¿Compensa? madre cada vez se me aleja más.

—Prefiero que estar para no pensarlo lo que tengo porque que tengo estar. —Usted ha salvado a los restaurant­es madrileños, pero ¿le gusta ir a los restaurant­es?

—Hay pocas cosas que me gusten más. Desde Dabiz Muñoz hasta un bar de polígono si el café es bueno. —¿No es lo mismo?

—Me gusta mucho la cocina española creativa y fusionada. —¡Viva México!

—Adoro la cocina mexicana, y la peruana también. Comer es también viajar. —Y dejarse llevar.

—Yo no miro la carta. Siempre lo que el chef diga. Pero oye, a veces me como un sándwich de gasolinera y me quedo tan ancha. —Me gusta que no tenga miedo de defender la alta cocina.

—Yo como de todo. Y no sólo no me escondo de ir a buenos restaurant­es sino que es un orgullo. Lo que se penaliza es ir de humilde y forrarte a langostas. —Elitistas engaña pobres.

—Esto es lo que a la gente le provoca sarpullido­s. En el debate de Telemadrid

era increíble: cuanto más radical era el candidato, más patrimonio tenía.

–Para debate, el de la Ser.

–Y ahora quieren convertir la campaña en un debate sobre democracia. Hace años que no hay una sola dictadura de derechas en el mundo. Las dictaduras salvajes que hay son de izquierdas. ¿Y estos quieren hablarme a mí de democracia? Venga ya. —El marqués de Galapagar.

—Es un farsante. Desde que está en la política ha triplicado su patrimonio. Se ha ido del Gobierno porque no necesita ni hacer ver que trabaja. Hasta esto le da pereza. —Es el defensor de lo público.

—Es el vividor de lo público. Qué vaya a Mercamadri­d y verá lo que opinan de él los que tienen que pelear duro por sus vidas y las de sus familias. —Los trabajador­es.

—Yo cuando veo a uno con un mono de trabajo, o una paleta, a un obrero, a un camarero, sé que van a venir a saludarme. Estos son los míos. Los que pelean. —Niña.

—Desde muy pequeña entendía que la llave de todo la tenía yo y que lo que más te cuesta es lo que más valoras. —Hacerlo bien.

—La satisfacci­ón es más importante que la felicidad. La satisfacci­ón por lo que has luchado y ha salido bien. Ésta es mi forma de vivir.

—Mi abuela era como usted. Su inspiració­n fue un joyero judío para el que trabajó en Caracas cuando en los años 50 fue a hacer las Américas. —Israel me gusta mucho porque es capaz de hacer florecer el desierto. De la nada ha creado la mayor concentrac­ión de startups del mundo. —¿Qué hombre le gusta?

—Un guerrero que vuelva cada noche con la mochila llena de cosas nuevas que —Es —Hay contar. el gente mejor Y que beber sexo tiene oral. vino, otras y conversar. virtudes pero conversaci­ón no cuenta y nada. no aprendo Y si se y acaba hay ese la déficit me informativ­o, parece… No sé entonces cómo decirlo. un hombre —Aburrido. —No pongas esto que es humillante. —¿Pues —Irrelevant­e. qué pongo? —Esto sí que es cariñoso.

—¿Es peor, no? —Fidelidad.

—Más bien lealtad, pero mejor las dos cosas. Y alegría. Necesito alegría a mi alrededor. —La soledad.

—La soledad es tener que estar todo el día decidiendo. —Decidir.

—Decidir es hablar contigo mismo. —Usted y yo vamos de fuertes pero cedemos siempre ante los débiles.

—Tenemos el sentido liberal de ponernos en la piel del otro y el espíritu quijotesco de querer siempre los más generosos. Esto está inventado hace mucho tiempo y es ser español. —La tiranía de los débiles.

—Los débiles arrastran, como los tiranos. Y los fuertes tratamos de convencer sabiendo que es muy difícil tener la razón absoluta en todo y que hay que unir voluntades. —Futuro.

—Todas las etapas hay que vivirlas con intensidad y para ser útil hay que estar en la máxima tensión, en la máxima pasión. Yo ahora todo lo chuto a gol y llego a todos los rincones, porque no estoy cansada. —8 años.

—Pero soy consciente de que perderé la fuerza, y la creativida­d. Por eso el tiempo razonable en un cargo no puede superar los dos mandatos.

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IGNACIO GIL
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SALVADOR SOSTRES

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