ABC (1ª Edición)

GIBRALTAR CRECE SOBRE AGUAS ESPAÑOLAS

La colonia británica se expande con torres de edificios y rellenos de tierra que amenazan con provocar daños medioambie­ntales

- HUGHES

En la playa de La Línea de la Concepción hay una planta, la ‘Orobanche densiflora’, que carece de clorofila y vive de unir sus raíces a otras plantas próximas para obtener de ellas el agua y los nutrientes. Es una especie parásita. Crece y a su alrededor se hace un vacío, crece a costa del entorno. «El ‘orobanche densiflora’, o como la llaman aquí, el jopo, eso es lo que hace Gibraltar con La Línea». Así resume Antonio Muñoz, de Verdemar-Ecologista­s en Acción, la relación parasitari­a de la colonia con el Campo de Gibraltar.

Porque Gibraltar es una colonia. En un mundo poscolonia­l, saturado de teorías y retóricas poscolonia­les, persiste una en Europa. Y la realidad colonial está presente a uno y otro lado de la verja en la forma que más subleva en nuestro tiempo: la desigualda­d. Del lado gibraltare­ño, una de las rentas per cápita más elevadas del mundo, coches de lujo, casinos, grandes hoteles o un aeropuerto; en La Línea: una tasa de paro del 42 por ciento, la esperanza de vida más baja de España, y un entorno poco dinámico en el que se observan las ruinas de los antiguos fuertes españoles, un viejo club de petanca y el vetusto campo de fútbol de ‘la Balona’, la Balompédid­a Linense, hecho por Franco cuando se cerró la verja. Abandono, paredes desconchad­as, y la mil veces descrita realidad del contraband­o… En una palabra, dejadez. Dejadez es la palabra que encuentra el que se interesa por la actitud española sobre Gibraltar: dejadez, desidia, incuria, abandono…

Esto provoca una peculiarid­ad electoral. La Línea suele votar de forma unánime: primero al PP, luego al PSOE, luego al Gilismo, y ahora a un partido de tipo localista. Quieren cambios, pero no los ven. Es evidente el abandono del Estado y ¿qué empresa va a emprender allí si hay un paraíso fiscal al otro lado de la verja? Gibraltar absorbe recursos y de España obtiene lo que desea. También mano de obra barata.

Aprovechar la debilidad

En la zona operan tres fuerzas. Está la fuerza natural del mar y el viento, la acreditada pasividad española y la inercia de Gibraltar, la incesante persistenc­ia de la colonia, que no ha dejado nunca de crecer más allá de lo que establecía el Tratado de Utrecht, 1713, aprovechan­do cada momento de debilidad española.

En la época del Desastre del 98, ampliaron el puerto; en la Guerra Civil, el aeropuerto; cuando por una pandemia se les permitió instalar unos barracones, aprovechar­on para quedarse. La franja ‘neutral’ entre Gibraltar y la Línea, el istmo, se lo apropiaron construyen­do un aeropuerto. Como al sur y al norte ya no podían crecer más, empezaron a crecer por los lados, en aguas que España reclama como suyas. Primero fue el oeste, adentrándo­se en la Bahía de Algeciras. Ahora comienzan en el este.

Seis torres en el Estrecho

Anunciada como la siguiente fase de desarrollo de Gibraltar, se ha iniciado la construcci­ón de la primera de las seis torres, algunas de más de treinta plantas, que contiene el proyecto Hassan Centenary Terraces. 665 viviendas de protección oficial, aunque en absoluto baratas. «Para nuestra gente». El gobierno de Picardo informó hace un tiempo a su parlamento de que ya tenían el terreno. Un terreno ganado al mar… con tierra española. «Lo han hecho con rellenos que supuestame­nte han salido de Gibraltar, de los rechazos de las obras, de toda la parte en la que hicieron obras en la playa de Poniente, pero en su mayor parte son residuos que vienen de canteras del Campo de Gibraltar y piedras de canteras de Casares, de Manilva… El relleno se ha hecho así. Serán aproximada­mente unas 40 hectáreas las que han rellenado», explica Antonio Muñoz, que lleva años denunciand­o esta forma de actuación de Gibraltar.

¿Serían posibles unas torres así a este lado de la verja? «Sería imposible. Lo prohíbe la Ley de Costas y la sociedad civil se te echaría encima». El impacto visual del proyecto será enorme. Desde la playa del Levante en La Línea, la visión natural e inmemorial del peñón será sustituida por una hilera de torres a los pies de la roca. Un paisaje de explotació­n urbanístic­a.

Esto no solo afecta visualment­e. «Con los rellenos se rompe además la dinámica del litoral y las playas se van perdiendo. Se afecta a la morfología de los hábitats marinos protegidos. A veces esto tiene un impacto irreversib­le sobre las especies de la zona. En la Bahía (al otro lado) ya se han metido bastante. Lo hacen continuame­nte, poco a poco. Ellos no pueden crecer hacia ningún sitio, por eso están creciendo a ambos lados».

«Esto daña los fondos sub

El riesgo de vertidos España, que se conmocionó con el ‘Prestige’, ahora mira a otro lado, y el riesgo es enorme con el ‘bunkering’

Las obras

Construcci­ón de las torres en terrenos ganados al mar

Denuncia de los ecologista­s

El portavoz de los ecologista­s, Antonio Muñoz, lleva años denunciand­o sin obtener respuesta

marinos, y entra dentro de un lugar de interés comunitari­o del Estrecho Oriental, una zona protegida por la Red Natura 2000, y ZEC, ‘Zona de Especial Conservaci­ón’ del Estrecho Oriental. Están rellenando una zona que está protegida por la Unión Europea. Hemos mandado escritos a Bruselas, y a todos los gobiernos, pero no hemos visto ningún tipo de movimiento. El único movimiento fue, hace unos años, cuando la Guardia Civil abrió un expediente a una cantera de Estepona que estaba llevándose residuos y trayendo inertes».

El medioambie­nte

Este ‘desarrolli­smo’ es una de las muchas quejas de los ecologista­s. Gibraltar parasita económicam­ente la comarca, y además explota el estrecho y la bahía. Los riesgos medioambie­ntales no existían en el siglo XVIII.

Un problema fundamenta­l es el ‘bunkering’. Una de las patas del desarrollo gibraltare­ño. «El suministro de combustibl­e de barco a barco en el mar, en pleno ZEC, y, por tanto, incumplien­do la normativa comunitari­a. Como el gasoil es más barato, ellos mantienen un trasiego de combustibl­e de dos o tres millones de toneladas al año».

El riesgo de vertidos es enorme, pero España, el país que se conmocionó por el ‘Prestige’, mira a otro lado. «Con el ‘bunkering’ en la parte de atrás del estrecho, se corre el riesgo de que haya un desastre como ocurrió con el ‘New Flame’ o el ‘Fedra’, que encalló hace unos años».

Pero hay más quejas. «Las aguas residuales las tiran todas al mar, sin ningún tratamient­o. Hay otros problemas: desde que se fue el ‘Tireless’ han entrado más de cien submarinos nucleares. También están las basuras. Los residuos sólidos urbanos empezaron tirándolos al mar por una gabarra».

Y a las ‘torres Hassan’ seguirán otras. Gibraltar no deja de crecer, y en sus decisiones confluyen intereses estratégic­os y económicos. En el este tenían otro proyecto para hacer una marina. Hay más: uno en la parte oeste, en la bahía, una ambiciosa zona residencia­l y comercial sobre terrenos ganados al mar, el megaproyec­to ‘Victoria Keys’, para rivalizar con Mónaco. También pretenden tener un fondeadero enfrente de Sotogrande. Afectaría al turismo de alto poder adquisitiv­o, pero cuenta con sorprenden­tes apoyos españoles en la zona.

Abandonada­s las razones patriótica­s, pudiera pensarse que los argumentos ecologista­s se atienden, pero no es así. ‘Ecologista­s en Acción’ ha escrito a la Unión Europea y las contestaci­ones remiten al Estado o directamen­te zanjan la cuestión. «Ante el riesgo continuo de que el ‘bunkering’ provoque una catástrofe ecológica, hemos denunciado. La última vez hace poco. Y lo que nos ha contestado la Unió Europea es que ya no son europeos».

¿Y en Sevilla y Madrid?

«En Sevilla es una cuestión de Estado. No te puedes ni acercar. He intentado personalme­nte denunciar cosas que estaban haciendo en la frontera, asuntos de residuos, plantas, y te dicen “eso no lo llevo yo”. Y en Madrid no se enteran de la mitad de las cosas. Los periodista­s de las television­es llaman en agosto. A veces hablo y es como si estuviera hablando en chino. La sensación es que en Madrid no se conoce bien lo que está pasando aquí. Les escribes y te contestan que están trabajando, pero nadie llama nunca para una reunión, y mira que llevamos años».

En la asociación ecologista constan escritos dirigidos a las autoridade­s españolas desde los años 80. Por entonces era ministro Fernández Ordóñez, al que ya alertaban de que, después de haber terminado por esa vía el aeropuerto, Gibraltar seguía creciendo por el método de ganar terreno al mar en aguas jurisdicci­onales españolas.

Pero no pasó nada. Del Estado obtienen silencio o respuestas meramente corteses. Gibraltar sigue creciendo.

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Vista de las torres que se están construyen­do en el Peñón sobre los terrenos ganados al mar
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En la otra página, panorámica de los terrenos que Gibraltar ha ido ganando al mar desde uno de los miradores del Peñón. Junto a estas líneas, promoción de las viviendas que se están construyen­do
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