Y ahora otro escollo con Marruecos
La dura nota de protesta de Rabat contra España por atender en un hospital al líder del Polisario invita a un agravamiento del problema de inmigración
No hay manera de que el Gobierno de Sánchez recomponga sus maltrechas relaciones con Marruecos, que desde la llegada del ‘estadista’ del barrio de Tetuán a La Moncloa no alcanzan un punto de normalidad que beneficie a asuntos importantes que a ambos países conciernen. La llegada a España, con pasaporte falso, de Gali para ser atendido en un hospital de Logroño de dolencias graves ha sulfurado sobremanera a Rabat que de inmediato ha convocado al embajador español y emitido una nota de insólita dureza. El argumento de las «estrictas razones humanitarias» manejado por el Ministerio de Exteriores no convence a las autoridades marroquíes, quienes mantienen una relación ‘peculiar’, por no decir convulsa, con los derechos humanos cuando escuchan las palabras saharaui, polisario o Tinduf. El que Gali haya llegado con pasaporte falso a España no ayuda nada a aminorar los recelos. Es un torpe error andar falseando identidades, sin duda, porque al otro lado del Estrecho, ese que es crucial para el control de la inmigración ilegal, da excusas para que la gendarmería marroquí se eche otra vez la siesta. Inquietantes noticias para las vallas de Ceuta y Melilla o el muelle de Arguineguín, inquietantes noticias, en fin, para España.