El voto no ideológico aún respira
El sábado desayunábamos con que Fernando Savater votará a Ayuso. Nadie en su sano juicio creerá que Savater es un fascista por hacer público que, esta vez, elegirá a la derecha, como tampoco lo es Andrés Trapiello, quien escribió en Twitter «Savater admirable una vez más». Ni mucho menos Leguina o Redondo Terreros, exdirigentes socialistas que reconocen «su servicio [de Ayuso] a los demás». Pero el entendimiento es lo que verdaderamente escasea en una campaña que es más una ensalada de verborrea tóxica y en la que, tras años de creciente sectarismo, señalar con la sobadísima palabra ‘fascista’ a quien se sitúa a la derecha del PSOE, si antaño causaba pavor, ahora provoca el mismo efecto que si te condenan por ser, por ejemplo, ‘taxidermista’. Nada.
Sin santificar a nadie, tampoco a quien el mismo Trapiello se refiere como una ‘Manola Malasaña’, lo bueno es que el voto no ideológico aún respira. Y hasta refresca frente a quienes achicharran con su manifiesto ‘Ahora sí’, que aboga por «conseguir que la derecha y la ultraderecha salgan del poder en la Comunidad de Madrid después de 26 infernales años de atentados contra los derechos y la dignidad de la mayoría ciudadana». Qué ingenua. Creía que el mayor infierno que alguno ha vivido ha sido soportar las obras de Canalejas desde su despacho de la calle Alcalá.