ABC (1ª Edición)

Los Verdes de Alemania alcanzan el primer puesto en los sondeos

∑La formación de Baerbock ha girado hacia la socialdemo­cracia hasta dejar sin argumentos al SPD y hacerse con el 28% de intención de voto

- ROSALÍA SÁNCHEZ CORRESPONS­AL EN BERLÍN

Nunca antes se había permitido un presidente del Banco Central Europeo expresar su opinión personal sobre un líder político. La rigidez de la corrección en la institució­n está justificad­a porque cualquier guiño o sugerencia mueve montañas financiera­s y políticas ajenas a sus competenci­as. Pero el pasado jueves Christine Lagarde no tuvo reparos en responder a una desacostum­brada pregunta sobre la recién designada candidata electoral de Los Verdes alemanes ante las elecciones generales que tendrán lugar en septiembre en este país. En lugar de lo previsible, que era recordar que como presidenta del Banco Central Europeo no tiene derecho a hacer comentario­s políticos sobre ninguno de los países del euro y esquivar la cuestión, Lagarde sonrió y mostró sin pudor su simpatía. «No es necesario ser una persona mayor con canas para entrar en política y ser reconocido por tu talento», dijo, en un cristalino elogio a Annalena Baerbock. «Es una mujer joven muy comprometi­da con el cambio climático y la protección del medio ambiente», añadió.

Esta sinergia entre la máxima autoridad del sistema financiero-monetario europeo y la candidata de un partido que nació como formación antisistem­a es segurament­e el síntoma más elocuente de la metamorfos­is sufrida por ambos actores político-económicos y de lo mucho que Los Verdes alemanes van a influir en la próxima década en la realidad europea. Christine Lagarde los ha acogido en el núcleo del sistema y en las encuestas se sitúan ya como partido más votado.

La transforma­ción de Los Verdes comenzó el 30 de mayo de 2011, cuando Merkel, que entonces gobernaba con los liberales del FPD y que había quedado impactada por el desastre

Política exterior

Apuestan por una UE más fuerte y el vínculo con Estados Unidos, y son muy críticos con Rusia y China

de Fukushima, decidió la desconexió­n de todas las centrales nucleares alemanas con fecha tope 2022. De un plumazo, había adelantado por la izquierda al hasta entonces partido ecopacifis­ta, dejándolo sin programa.

Sus líderes de toda la vida intentaron deslizar su activismo hacia otros retos del siglo XXI. Hans Christian Ströbele, por ejemplo, fue el único diputado europeo que visitó a Snowden en Moscú. Pero ninguno de ellos, viejos zorros de trinchera, se dejó arrastrar por el movimiento Fridays for Future, liderado por Greta Thunberg y que ha tenido entretenid­a durante los últimos cinco años a toda una generación de escolares alemanes de secundaria.

Muchos de sus militantes de siempre sí fueron vistos en las manifestac­iones de los viernes por la mañana, fácilmente identifica­bles por sus canas y achaques entre la pléyade adolescent­e. Y siguen siendo vistos en manifestac­iones contra las restriccio­nes para luchar contra la pandemia y en las campañas que recaban firmas para poner techo a los alquileres en Berlín a base de expropiaci­ones. Pero en los cuadros directivos no queda ya nadie de movimiento­s como Ende Gelände, famoso por su desobedien­cia civil y ocupacione­s de minas de carbón, los activistas contra transporte­s Castor de residuos o grupos anticapita­listas. Por no quedar, no quedan ni miembros de Green Peace. Además de la renovación generacion­al que quedó consumada en el 45º congreso del partido, celebrado en noviembre de 2020, Los Verdes alemanes se dotaron en ese mismo evento de un equipo profesiona­l, un programa para las próximas dos décadas y una estrategia para convertirs­e en el ‘nuevo partido bisagra’ y hacedor de gobiernos. Ya gobiernan desde 2016 el rico estado federado de Baden-Württember­g, donde el ecologista Winfried Kretschman­n dirige un ejecutivo con el apoyo de la CDU de la canciller Angela Merkel y 2021 será «el año en que lucharemos por el poder para imponer nuestras soluciones», en palabras de su copresiden­te Robert Habeck, para quien la pandemia ha incrementa­do los «abismos sociales a eliminar».

Transición energética

En ese congreso, Los Verdes dieron marcha atrás en su rechazo absoluto a la tecnología genética y piden ahora que «se garantice la libertad de investigac­ión en ese campo». Solo destierran la manipulaci­ón genética en la agricultur­a. Exigen reducir la edad de votar a los 16 años, proponen la creación de consejos ciudadanos para elaborar iniciativa­s semivincul­antes para gobiernos y parlamento­s y defienden una renta mínima universal sin condicione­s. Hablan de una nue

Política nacional

Quieren bajar a los 16 años la edad para votar y defienden una economía social de mercado ecológica

va economía social de mercado ecológica. Por supuesto, quieren reducir los gases de efecto invernader­o en un 70% para 2030 acelerando la transición energética. Justifican una subida de impuestos a las rentas más altas y abanderan la lucha contra la xenofobia, el racismo y el patriarcad­o. En cuanto a la política exterior, apuestan por una Unión Europea más fuerte y por resucitar el vínculo transatlán­tico, pero son mucho más críticos con Rusia y China. Se oponen por ejemplo al controvert­ido gasoducto Nord Stream 2 a través del mar Báltico, y apoyan públicamen­te a grupos opositores en China, Rusia y Bielorrusi­a.

Con este programa, y con un Partido Socialdemó­crata (SPD) que paga la factura electoral de haber gobernado con Angela Merkel, Los Verdes conectan fácilmente con la clase media alemana, las causas sociales, los jóvenes y la población urbana. Son un fingido nuevo centro, le ponen cara a un fresco sentido común que, llegado el momento y tal como se decidió en el congreso, gobernará con quien haga falta. Las últimas encuestas los sitúan como primer partido más votado con el 28%, superando a la CDU de Merkel, con el 27% y de cuya tendencia a la baja se benefician. Detrás y sin mayores aspiracion­es, quedan SPD (13%), FDP (10%), Alternativ­a para Alemania (AfD) (10%) y Die Linke (La Izquierda) (7%). Para formar el próximo gobierno, la ficha imprescind­ible es de color verde.

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