La grada populista
En realidad, Calviño era la única que podía haber puesto límites a la destrucción de empleo en la fusión de Caixa y Bankia
Esta semana asistiremos a la presentación de resultados del primer trimestre del grueso de la banca. Para sorpresa de todos, la ministra Nadia Calviño ya ha ocupado su lugar en la grada del populismo. El ciclo de resultados se inició el jueves con Bankinter, que ganó 148,3 millones, un 13,8% más que en el primer trimestre de 2020, y continuará esta semana con Santander, BBVA, Sabadell y culminará el 6 de mayo con Caixabank,
la fusión de Caixa y Bankia. Los resultados van a coincidir con el anuncio de los despidos en Caixabank (8.291 personas) y en el BBVA (3.798 empleados). Será difícil desarrollar un debate que deslinde lo racional del populismo, cuyas compuertas ya ha abierto la ministra disparando hacia ‘los sueldos y bonus’ de los banqueros.
Calviño, de la que se esperan mensajes que contribuyan a documentar los debates públicos, no puede lavarse las manos con los despidos de Caixabank. Ella aprobó la fusión y sabe que es muy difícil que una autoridad técnica conceda luz verde a una fusión si esta no supone una mejora de eficiencia.
Pero el ministerio que ella dirige no es una autoridad desideologizada y sin programa político, como pueden ser la CNMV, el Banco de España o la CNMC que también dictaminaron la fusión. En realidad, ella era la única que podía poner límites a esta «pérdida de valor y capital humano que simplemente España no puede permitirse», como dice ahora. Pudo hacerlo hasta el 24 de marzo, día en que autorizó la fusión sin condiciones sobre la plantilla.
Incluso sin haber hecho nada durante los seis meses que se discutió la fusión, Calviño aún tiene instrumentos para proceder respecto de los despidos y de los sueldos. Por un lado, controla el Fondo de Reestructuración de Ordenación Bancaria (FROB) que tiene el 16% de la nueva entidad y un representante en el consejo de administración (Teresa Santero). No es un porcentaje para inclinar un consejo, pero es un porcentaje del Estado y eso permite introducir matices. Por último, Calviño puede hacer como Luis de Guindos y dictar un decreto como el que limitó los sueldos de los gestores de entidades que habían recibido dinero público.
Con el señuelo de los sueldos, Calviño ha intentado descargar en el Banco de España lo que eran sus responsabilidades. El actual gobernador encabeza el comité técnico de la Junta Europea de Riesgo Sistémico que ha recomendado desde el pasado año a los banqueros que contengan sus remuneraciones. Y, de hecho, ha logrado que hasta septiembre no se pague la parte variable (bonus) de éstas.
Lo más chocante del ataque de populismo de Calviño es que los menos populistas han sido sus colegas de Podemos: han recomendado que los ERE de la banca no supongan coste para la Seguridad Social (como se hizo antaño con Telefónica) y que el Gobierno influya a través del accionariado.