ABC (1ª Edición)

Danny Makkelie El policía de la UEFA

El holandés arbitrará el duelo con el Chelsea y el vestuario blanco teme represalia­s

- TOMÁS GONZÁLEZ-MARTÍN

Al filo de la sospecha. Duda razonable. Misión imposible. La terminolog­ía cinéfila es perfecta para valorar el sentimient­o del Real Madrid y del madridismo ante el arbitraje de las semifinale­s de la Champions. El club español estaba muy pendiente de la designació­n del colegiado que dirigirá el partido de mañana frente al Chelsea, porque el enfrentami­ento sanguíneo y sangriento que ha provocado el proyecto de la Superliga ha alimentado las dudas dentro del vestuario. En la cocina blanca, en el camerino, sin decirlo públicamen­te, los futbolista­s temen que pagarán muy caro el precio de la trama de los doce clubes.

Tienen miedo a que el castigo de la UEFA, tan anunciado por Ceferin en los últimos días, no comience en los despachos o en los comités ejecutivos, sino en la hierba del estadio Alfredo

Di Stéfano. La reflexión es tan subjetiva como humana: un árbitro elegido por la UEFA sabe perfectame­nte quién es su jefe. En este caso, será el colegiado holandés Danny Makkelie, el hombre que arbitró en Valdebebas el duelo con el Atalanta, 3-1, y que dirigió la final de la Liga Europa que el Sevilla ganó al Inter, 3-2. Los pupilos de Zidane sospechan, hay que decirlo muy claro, porque es así, que la UEFA no permitirá que ellos lleguen a la final.

El técnico madridista intenta que sus pupilos se evadan de esa sensación pesimista y les arenga con ilusión impresiona­nte. Les dice que deben centrarse en jugar estas semifinale­s y que dependen de ellos mismos. Pero el refrán tan español, piensa mal y acertarás, manda en el vestuario blanco. Y esa duda significa que da igual quien arbitre. Si en vez de Makkelie hubiera sido otro, la sensación sería la misma. No es una cuestión de colegiado, es una cuestión del poder de Ceferin.

De esta forma, con la UEFA enfrentada al Real Madrid, Makkelie se encuentra entre la espada y la pared. Haga lo que haga, todo será cuestionad­o como si fuera intenciona­do. Es difícil sentirse en la piel de este policía que tiene en el arbitraje la pasión de su vida. Cualquier decisión que tome mañana en el Di Stéfano será juzgada en modo Superliga. Cualquier falta al borde del área, cualquier jugada de VAR, hará dudar al Real Madrid y sus seguidores. Todo será muy complicado para el holandés, que se verá señalado como ejecutor de un poder superior haga lo que haga, como si no arbitrara él, como si el silbato lo portara Ceferin. La revolución generada por el proyecto de Florentino Pérez suscitará estas sensacione­s, sean ciertas o no. Y eso que Makkelie, 38 años, árbitro internacio­nal desde 2011, es un hombre que intenta ser muy justo. Humilde, pidió perdón a la selección de Portugal y a su selecciona­dor, Santos, tras cometer el grave error de no conceder un gol de Cristiano en el partido frente a Serbia, que acabó con empate a dos tantos. El cuerpo arbitral decidió que el balón no había traspasado la línea de gol, pero las imágenes demostraro­n que sí. Ronaldo, desesperad­o, tiró el brazalete al césped. Si Makkelie comete un error similar mañana, el escándalo trascender­á a la Copa de Europa y al fútbol. Le ha tocado el reto más obtuso de su vida. El duelo del estadio Di Stéfano será un examen con muchas trampas por culpa de una ruptura entre los grandes clubes y la UEFA que ha dejado heridas posiblemen­te incurables.

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AFP El holandés pitó el partido frente al Atalanta, 3-1

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