ABC (1ª Edición)

Teresa Portela surca la historia olímpica

La gallega se convertirá en la deportista española con más participac­iones en unos Juegos, con seis, desde Sídney a Tokio

- LAURA MARTA

Sídney 2000, Atenas 2004, Pekín 2008, Londres 2012, Río 2016, Tokio 2020. Prestigios­o palmarés olímpico que ya tiene en la mochila Teresa Portela, la deportista española con más participac­iones en unos Juegos. Palada a palada, la gallega ha enmarcado su nombre en la historia de esta cita mayúscula para un deporte cuyo sacrificio diario solo obtiene los focos cada cuatro años. Portela se ha ganado el derecho de que la enfoquen en seis ocasiones. Con 38 años, a unos días de los 39, no existen ganas ni de pensar en parar. La piragua continúa su marcha, imparable, para surcar las páginas más doradas de la historia deportiva. Son seis veces su nombre en una cita olímpica. Portela es única.

Ha hecho que parezca una rutina construir el billete para unos Juegos. Pero en su trabajo día a día, sin hacer ruido, está también parte de su grandeza. Este pase a Tokio no es solo lo de este año en concreto, sino la suma de todos estos años acumulados. Son 30 años en este deporte, más de 20 en la élite mundiales la recompensa

Porque no solo es que vaya a visitar la sexta ciudad olímpica en sus dos décadas de carrera profesiona­l, es que alcanzó la final en cinco de ellas. Cinco diplomas olímpicos para decorar su currículo, además de 15 medallas en Mundiales y 18 en Europeos. De su estreno en Sídney 2000 –«Era una niña de 18 años, con una alegría inmensa por vivir esa experienci­a, quién me iba a decir que 21 años después la ilusión sería la misma»–, se llevó enseñanzas para ser quinta en Atenas y Pekín –«Veníamos ya con títulos y las aspiracion­es eran diferentes»–, cuarta en Londres – «En ese momento me llevé un bajón muy grande, pero lo superé y es mi mejor resultado, ya lo recuerdo con cariño y una sonrisa»–, y sexta en Río. Se le resiste esa medalla, pero nada tiene de demérito no haber subido al podio. Ahí está su constancia y su ilusión como metales más preciosos que el oro. «Esta plaza para Tokio, mis sextos Juegos consecutiv­os, es mi gran medalla, aunque no la den por esto. Es la suma de todos estos años acumulados. Treinta años en este deporte, más de veinte en la élite, entre las mejores del mundo. Son muchas paladas, muchos aprendizaj­es, muchos obstáculos y malas pasadas, pero me quedo con esta recompensa. Para mí es una alegría como si fuera una medalla», indica para ABC.

Comenzó, como todos, subiéndose a una piragua por diversión, en un campamento de verano, con nueve años. A los 14 entró en el Centro de Tecnificac­ión donde compatibil­izó estudios con entrenamie­ntos. En su casa era imprescind­ible que la piragua fuera en paralelo al colegio. Y cuando entró en el equipo nacional se sacó la diplomatur­a de Educación Física. También tiene el grado de Fisioterap­ia, su labor profesiona­l cuando no está remando en la clínica que lleva su marido, David Mascato, expalista. Completa su currículo académico con la carrera de Dietética y Nutrición.

«Siempre fui consciente de que el deporte tiene un tiempo limitado, y necesitas algo en lo que agarrarte», confesaba a este diario. Sin embargo, ella ha sabido exprimir ese ‘tiempo limitado’ hasta los 39 años que tendrá cuando navegue por el canal Sea Forest de Tokio. «Desde que tengo 20 años ya me preguntan por la edad. Mi punto de atención nunca ha estado en eso. Me guío por los resultados deportivos y me centro en lo que dice el cronómetro. Si no hubiera buenos datos el deporte me echaría. Pero ahí están los números y mis ganas para seguir trabajando cada día también. Soy deportista las

24 horas, no solo cuando me entreno o compito».

Por eso, refiere que sus cambios a lo largo de su carrera han sido continuos, no por los años, sino por la búsqueda permanente de la mejora. En una modalidad tan explosiva como la suya, el k1 200, las diferencia­s se miden en milésimas. Se juega toda la temporada en 39 segundos, apenas 100 paladas. «En el Mundial

de 2019 no fui plata por 0,01. No hay margen de error. Tienes que estar muy preparada física y mentalment­e. Y hay aspectos que no están en tu mano y pueden ser determinan­tes para un podio o para una final. Me centro en tener controlado todo lo posible. Incluso saber que el azar influye. No hay suerte en clasificar­te para unos Juegos o en llegar a una final, ahí hay mucho trabajo, pero sí tienes que saber ser prudente para no ponerte mala o mil cosas, y aún así, no lo puedes controlar».

Un año complicado

Por eso tampoco se fija demasiado en lo que hacen las contrincan­tes, sobre todo en un año sin competicio­nes internacio­nales, ni siquiera en el coronaviru­s. «Es preocupant­e, ha paralizado el mundo y estos Juegos ya son distintos porque no se celebran cuando correspond­e, pero hay personas que están velando por la seguridad de los deportista­s y para que sigan adelante. Yo me tengo que centrar en lo mío y quiero pensar que hay gente que está centrada en trabajar para que todo salga bien».

A su lado en la canoa, su marido, sus patrocinad­ores, su equipo de entrenamie­nto, su club y su entrenador Daniel Brage, que ha sabido adaptarse no solo al rendimient­o deportivo de Portela, sino también a su vida personal. La participac­ión de la gallega en Río 2016 conllevó un éxito que no se mide en colores ni brillos, sino algo mucho más importante: en avance de la sociedad. Portela había sido madre en 2014 y regresó a la piragua un mes después de dar a luz porque había mucha Portela piragüista todavía. Se unió a otras madres olímpicas, como Teresa Perales o Maialen Chourraut, para reivindica­r sin gritos, solo con actos, que la maternidad es solo un impulso más para volver al deporte con opciones de todo. «El diploma me hizo sentirme muy orgullosa. Era un auténtico regalo haber sido madre, pasar el embarazo, el parto, el posparto, clasificar­me, llegar a la final y ser sexta. Ahora Naira es más consciente, tiene 7 años. Me vino a ver en la clasificac­ión y le gusta, y me anima. Y hay cosas que sufre, igual que mi marido, conmigo, como que no pueda estar todo el fin de semana juntos porque tengo que ir a entrenar, y hay otras cosas que no quiero delegar, como llevarla al colegio por ejemplo».

Son seis veces Teresa Portela en unos Juegos. La que más, pues con cinco se quedaron Arantxa Sánchez Vicario, María Vasco, María Peláez y María José Rienda y Pilar Fernández. Paladas de historia olímpica.

El éxito de la continuida­d «Esta plaza para Tokio es una gran alegría, es mi gran medalla, aunque no la den por esto»

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EFE Teresa Portela, durante su participac­ión en Río 2016, los que fueron sus quintos Juegos Olímpicos
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