ABC (1ª Edición)

Las mulas del BOE

La República es la revolución en el BOE, con añadiduras en la calle si el BOE se queda corto… Un programa que se resume en esta conclusión: ‘Delenda est Hispania!’…

- IGNACIO RUIZ-QUINTANO

LA República, escribe Cuartero aquí, en junio del 36, nació de la protesta contra una dictadura que ya no existía… «La República es la revolución en la ‘Gaceta’ [hoy, Boe], con añadiduras en la calle si la ‘Gaceta’ se queda corta… Un programa que se resume en esta conclusión: ‘Delenda est Hispania!’…» (Alusión al ‘Delenda est monarchia!’ de Ortega en ‘Crisol’)

Como la República vino de la protesta contra la dictadura muerta de Primo, la Democracia viene de la protesta contra la dictadura muerta de Franco. España es hoy una guardarrop­ía con Iván Redondo, el del vellocino craneal, de cerillera, y donde los fantasmas pintarraje­an para matar el rato páginas del Boletín Oficial del Estado, pues en España nunca legisló la Nación, sino el Estado, que siempre ha sido el gobierno, cuyo gamberrism­o llega al extremo de embutir en el preámbulo de una Ley Orgánica un libelo contra el partido que juega el papel de oposición. ¡Las mulas del Boe! (Cuatro mulas dice un cortesano que se hubieran necesitado para cargar las cartas y documentos escritos por Felipe II hacia 1590).

Se ve que el aseo personal que Rabelais resolvía con un polluelo, o el exministro de Pulpí, de niño, con un canto del río, resuélvenl­o estos brutos con las hojas del Boe, que a esto debía referirse Suárez, el del aeropuerto, cuando al presentar, como jefe del Movimiento, en junio del 76, el asociacion­ismo político, decía que «todos los ciudadanos deben participar en el poder del Estado».

Hablando de brutalismo, un amigo mío tenía su oficina en Torres Blancas, el edificio brutalista de Oíza declarado monumento no sé si por su cercanía al Rock-Ola. En la oficina había una recepcioni­sta digna de una película de Bogdanovic­h, y un mensajero se enamoró tan perdidamen­te de ella que en el skay rojo del pasamanos de la escalera, elemento distintivo del edificio, anotó su declaració­n de amor y su número de teléfono, por lo que fue despedido de su trabajo.

Desde luego, trae mejor cuenta emporcar el Boe.

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