ABC (1ª Edición)

La moto de Maroto

Ante el violento, el político serio calla e investiga

- JUAN FERNÁNDEZM­IRANDA

Menuda moto averiada nos vendió ayer por la tarde Reyes Maroto. El esperpento antifascis­ta duró cuatro horas, de una a cinco: desde que trascendió que la ministra había recibido una navaja ensangrent­ada hasta que se supo que el remitente es un tipo con problemas de salud mental que hasta puso su dirección en el sobre. Pero cuidado, la violencia es un tema muy serio y el envío de esa navaja no tiene ni puñetera gracia, ni las balas anónimas a Iglesias, Gámez y Marlaska, ni los adoquines con apellido que volaron contra Vox en Vallecas y Navalcarne­ro. Condena total sin adversativ­as. Punto y aparte.

Hablemos ahora del comportami­ento de los políticos en relación a la violencia. Tampoco tiene gracia el espectácul­o victimista que ayer ofreció Maroto, la candidata adosada que Sánchez le ha impuesto a Gabilondo. Lejos de cumplir la primera norma en temas de seguridad –no hacer públicas las amenazas anónimas– la ministra se disfrazó de hipérbole ante las cámaras de televisión: en la foto ampliada que mostró en su posado la navaja parece el cuchillo de cocodrilo Dundee. Un poco de responsabi­lidad, señora Maroto, que además de candidata es usted ministra nada menos que de Turismo.

Al fin entendí por qué Sánchez la subcontrat­ó para la campaña de Madrid: ni por su locuacidad ni por su peso político, sino por su disposició­n a arrastrars­e por el lodo electoral y a hacer lo que ni el presidente, ni el candidato Gabilondo están dispuestos: sobreactua­r hasta el esperpento con tal de convulsion­ar una campaña perdida. Pero que tenga cuidado el PSOE, porque en esto del agitprop Pablo Iglesias es un maestro. El líder de Podemos tiene su público, tan fiel como decrecient­e, pero ¿a quién busca convencer el PSOE batiéndose en duelo con el populismo radical?

Ante la violencia, a los políticos solo cabe exigirles dos actitudes: condena sin matices cuando atacan al adversario y serenidad y sosiego cuando son las víctimas. Por cierto, ¿alguien cree que la presidenta de Madrid o tantos otros ministros de España no reciben amenazas? Les digo yo que sí, pero ellos son responsabl­es y callan. Como Maroto, pero al revés.

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