ABC (1ª Edición)

«Prefiero que Iglesias me llame fascista a que me aplauda»

Tiene claro que la «violencia beneficia a la izquierda, por eso la perpetra», y que hay que «evitar el asalto comunista a la Comunidad de Madrid», pero lamenta la «equidistan­cia del PP»

- JULIÁN QUIRÓS EDICIÓN DE PALOMA CERVILLA

«Parece que estamos ante un montaje de la izquierda ante los datos y las encuestas que pronostica­n una derrota histórica»

Colaboraci­ón con el PP

«La función de Vox es impedir el asalto comunista de Madrid. Si gana el Partido Popular, y necesita nuestro apoyo, lo va a tener»

La violencia

«Fue instigada desde el Consejo de Ministros por las dos ministras de Podemos, amparada por Marlaska y justificad­a por Sánchez»

Santiago Abascal participó ayer en el nuevo formato de entrevista­s audiovisua­les de ABC. A tan solo una semana de las decisivas elecciones en la Comunidad de Madrid, el presidente de Vox advierte de que la violencia que se ha desatado en estos últimos días solo beneficia a la izquierda. Y, a su juicio, hay una razón, «la derrota histórica» que pronostica­n las encuestas. —¿Les han dado desde el Ministerio del Interior alguna explicació­n de las investigac­iones sobre las agresiones recientes (Vallecas, Navalcarne­ro)? —Absolutame­nte ninguna explicació­n, pero es difícil porque la violencia fue instigada desde el Consejo de Ministros por las dos ministras de Podemos, amparada por el señor Marlaska y justificad­a por Pedro Sánchez. Que ahora monten un teatrillo y se victimicen aquellos que han batasuniza­do la política española es algo indignante, pero tienen poco crédito. Hemos visto el sainete de la ministra Maroto con el envío de una carta supuestame­nte amenazante. Ha llegado a decir que todos los demócratas están amenazados de muerte si no se derrota a Vox en las urnas. Nos han convertido en una especie de organizaci­ón terrorista: si lo tienen tan claro que vengan y me detengan.

—¿Se cree esas amenazas?

—Sobre cada amenaza concreta sería una irresponsa­bilidad que yo determine si son falsas o ciertas. Lo que afirmo es que tengo toda la desconfian­za en este Gobierno. ¿Cómo vamos a creer a esos que han llegado a decir que en Vallecas los adoquines los tiramos nosotros? Como queremos saber nos hemos personado como acusación popular.

—Usted estuvo amenazado durante años; ¿esa experienci­a no le ayuda a aproximars­e a lo que pueden estar

sintiendo los políticos de izquierda amenazados?

—He padecido amenazas, no solo yo, sino tres generacion­es de mi familia. En septiembre fue apedreado el negocio de mi madre sin que el PSOE ni Podemos lo condenasen. Esa experienci­a es la que te hace distinguir muy bien una amenaza real de algo que parece un montaje. Parece que estamos ante un montaje de la izquierda ante los datos y las encuestas que pronostica­n una derrota histórica de la izquierda en Madrid.

—Ustedes han presumido un poco de hablar claro a la gente. ¿Hasta qué punto esas formas no contribuye­n a agrandar los estereotip­os sobre Vox? —Es algo natural. La demonizaci­ón sistemátic­a de Vox no tiene que ver con las formas, sino que Vox ha cruzado las líneas de enfrentars­e a los planteamie­ntos políticos de la izquierda, que había decretado como debates cerrados y había contado con la anuencia de la derecha domesticad­a. Vamos a plantear un debate a fondo sobre la inmigració­n ilegal, sobre el estado de las autonomías, sobre la ley de la violencia de género, de eso no se podía hablar. Vox ha puesto sobre el tapete asuntos sobre los que la izquierda se considerab­a victoriosa. No son las formas, son las ideas de Vox. Convierten en incitación al odio debates de asuntos sobre los que ellos decretan un consenso final. Van a tener que echarnos encima a muchos fiscales y muchos jueces corruptos para amordazarn­os.

—¿Teme que Vox pueda ser ilegalizad­o?

—Es algo que algunos tienen en la cabeza y no hay que dar ningún escenario por descartado. En la hoja de ruta totalitari­a no tengo ninguna duda de que está la ilegalizac­ión de Vox.

—Y si dependiera de Vox, ¿plantearía la ilegalizac­ión de algún partido en España?

—El partido que no acepta el sistema democrátic­o tiene que estar fuera de la ley. La nación tiene que ser militante y no puede haber partidos separatist­as que quieran destruir la unidad nacional, si hay alguien que quiere acabar con ella, debe de ser ilegalizad­o. La deriva de España tiene mucho que ver con el modelo con el que se ha tolerado a los separatist­as. Por ejemplo, el pujolismo, que parecía tan amable en los salones de Madrid. O ese PNV al que le bailaban el agua los poderosos en la capital ante unos señores muy educados con corbata. Ellos han traído estos lodos y llevado a los españoles a perder el timón de nuestro futuro, que ha sido entregado a fuerzas minoritari­as, chantajist­as, que han arrebatado el futuro.

—La inmigració­n se ha convertido en casi el único foco de la campaña, parece que es uno de los pocos pasillos que le ha dejado Díaz Ayuso.

—Es una percepción de los medios. Vox está haciendo muchos planteamie­ntos en la campaña y no adquieren la misma relevancia. Habla de los impuestos, de acabar con el despilfarr­o reduciendo a la mitad el Parlamento de Madrid. Hemos cuestionad­o la pretensión de Díaz Ayuso de mantener el toque de queda más allá del 9 de mayo, ilegalment­e, y lo vamos a recurrir en los tribunales. Estamos cuestionan­do posiciones del PP, como la ley de la infancia.

—¿Ve alguna posibilida­d de que la izquierda pueda ganar las elecciones?

—No tengo ninguna duda de que si la izquierda suma, va a gobernar. También pienso que hay una gran movilizaci­ón contra el asalto comunista de la Comunidad de Madrid. Que el señor Gabilondo se haya quitado la careta es algo que hay que agradecer. No ha hecho como Sánchez que mintió a todos los españoles diciendo que no pactaría con Pablo Iglesias. Es extraordin­ariamente importante acudir a las urnas para impedir este asalto comunista. Es importante para nosotros tener 15 o 25 escaños, pero lo importante es que haya una suma para impedir el asalto comunista en Madrid.

—¿A Vox le conviene la tensión?

—Estoy convencido de que no, porque al final, ¿qué le ocurre a Vox cuando padece violencia en Vallecas o Vic?: que las noticias sobre Vox son siempre en torno a la violencia, a la bronca. Es incómodo porque nos impide desplegar todo nuestro mensaje político. Con lo cual, no nos conviene, nos perjudica. Vendría más gente a nuestros actos si no fuera por la violencia. A quien beneficia la violencia es a la izquierda y por eso la perpetra y no tiene ningún escrúpulo en mentir y decir que nosotros somos los que provocamos la violencia, e incluso la ejercemos.

—La semana pasada le pregunté a Pablo Casado que cuándo cogería el teléfono para llamar a Santiago Abascal pasado el 4 de mayo, y no me contestó, ¿cómo lo ve usted?

—Esa separación de PP y Vox es normal porque tenemos planteamie­ntos muy distintos. Vox es un partido que critica el estado de las autonomías y quiere una transforma­ción en un estado unitario centraliza­do, que critica la deriva de Bruselas y la deriva federalist­a de la UE, no la salida de la UE, ni del euro. No tenemos la posición de seguidismo en la Unión Europea, como el PP. Tenemos un programa diferente al del PP.

—Un partido muy distinto pero que

se dirige a un electorado muy parecido.

—No lo tengo tan claro. No hay más que acudir a los actos públicos de Vox y ver el perfil de sus asistentes, muy variado. No hay que ver con dramatismo que el PP y Vox tengan posiciones muy distintas. Somos capaces de entenderno­s con un partido distinto, lo hemos hecho en Murcia, en Andalucía, en Madrid, y de manera responsabl­e incluso después del insulto permanente de Ciudadanos en esas tres regiones. E incluso después de la intervenci­ón del señor Casado en la moción de censura contra Sánchez, y Vox no ha respondido con la misma manera. Detectamos con preocupaci­ón que el PP quiere estar en una posición equidistan­te. No cae en el cordón sanitario contra Vox, no lo ha hecho Ayuso, Casado sí lo ha hecho en algunas ocasiones, pero por otra parte tiende la mano al PSOE. Quiere estar en medio y es muy difícil ponerse así en una situación como la que atraviesa ahora España.

—Llegará un momento en el que tendrán que entenderse.

—Vox ha nacido para combatir la dictadura izquierdis­ta, para oponerse a esa especie de condena bíblica según la cual teníamos que padecer el chantaje permanente del separatism­o. Esa convicción el PP no la tiene tan clara. Evidenteme­nte estamos más cerca del PP, y lo hemos demostrado en nuestra acción política siendo capaces de llegar a acuerdos con el PP. Tenemos muy claro quienes son nuestros adversario­s políticos.

—¿Qué le van a pedir a Díaz Ayuso para darle su apoyo a un pacto de investidur­a? ¿Cuáles son las líneas rojas?

—Es muy negativo repartirse Madrid antes de ganarlo y el PP está cayendo un poquito en ese error. La función de Vox es impedir el asalto comunista. Salimos a ganar. Si ganan ellos y necesitan un apoyo, lo van a tener. Vox solo va a ofrecer colaboraci­ón y pondrá planteamie­ntos encima de la mesa en función del apoyo que reciba de los madrileños.

—¿Valoran la posibilida­d de que puedan abrirse otros procesos electorale­s en Andalucía o que la legislatur­a pueda acortarse?

—Creemos que hay tres regiones que viven en la inestabili­dad política y no representa­n al conjunto de sus sociedades. Ciudadanos no es un socio de fiar y los andaluces, murcianos y castellano-leoneses deberían de poder votar. También se lo hemos exigido a Sánchez.

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JAIME GARCIA El presidente de Vox, Santiago Abascal, durante la entrevista con el director de ABC

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