ABC (1ª Edición)

«Hay pacientes de Covid muriendo a las puertas de todos los hospitales indios»

Uno de cada tres nuevos contagios en el mundo se registra en el país asiático

- ÉRIKA MONTAÑÉS

La India es un país gigantesco, de más de 300 millones de habitantes, que respira ahora mismo intubado. Hay miles de enfermos agonizando sin oxígeno. Y los habitantes sanos contienen la respiració­n por haberse convertido, en poco más de una semana, en el epicentro global de la pandemia. Uno de cada tres contagios por Covid-19 en el mundo es natural de la India. Y es un país que se halla también «sorprendid­o» –resume el hijo del jesuita Vicente Ferrer– por la segunda y atroz bocanada del coronaviru­s, que se está llevando casi 3.000 vidas por jornada y ha sumido al país en una «catástrofe humanitari­a como no se ha visto nunca. Y eso pese a ser un país acostumbra­do a la extrema pobreza y donde se viven situacione­s tan dramáticas», desgrana Moncho Ferrer, director de la Unidad de Infeccioso­s del Hospital Bathalapal­li, que conversa con ABC en videoconfe­rencia por Skype desde Anantapur. «La situación es durísima. La diferencia con anteriores crisis es que este desastre, aunque se ceba más con la población más vulnerable, no distingue a ricos y pobres porque la incidencia es descomunal», añade.

En ese mismo hospital que gestiona la Fundación Vicente Ferrer (FVF) a 356 km al sur de la capital del Estado, Gerardo Uria, el doctor gijonés experto en VIH y tuberculos­is, que entró en el país en 2009 como cooperante, comenta que, a pesar de la distancia, el virus barre de norte a sur el país con una voracidad «apocalípti­ca». Se va a llegar al triaje en los centros sanitarios y «los enfermos mueren ya a las puertas de todos los hospitales indios», declara a este diario. Lo están sufriendo más ciudades enormes como Nueva Delhi y Bombay, pero el patógeno viaja rápido, relata el doctor, que ahora se dedica el cien por cien de su tiempo a los pacientes con coronaviru­s. «Hoy, en Bathalapal­li, las 300 camas que tenemos están ocupadas. Se acaba el oxígeno. Solo ingresan los pacientes más graves, y el rango de edad de los infectados ha bajado a entre 30 y 50 años; pero no faltan los pacientes de 20. De 100 enfermos, 85 necesitan respiració­n asistida», enfatizan Uria y Ferrer. El hijo del jesuita barcelonés fallecido en 2009 y su viuda Anna Ferrer relata su gran impotencia: «Cada día recibimos llamadas buscando camas, pero esto está lleno. Estamos en mínimos. No hay otra opción, tenemos lo que hay: hay gente que se queda enferma a la puerta del hospital porque no hay más oxígeno, no hay suficiente».

Se relajaron las medidas

¿Qué ha ocurrido para que la segunda onda del virus se haya desbocado con esta virulencia? La población bajó la guardia. La India sufrió una primera ola de casos contundent­e de marzo a octubre. Pero «el cierre del país ordenado por el Gobierno, el ‘lockdown’ o confinamie­nto nacional fue peor que el propio Covid, por el hambre», explica el doctor Ferrer. Así que, cuando entre noviembre y diciembre la curva cayó en

picado y se llegó a declarar, en enero de 2021, que India era un país ‘free-Covid’ –«excepciona­l por los cero contagios que registraba», comenta Asensio Rodríguez, director de la Fundación en España–, la ciudadanía «se relajó sobremaner­a: celebraron bodas, participar­on en otras ceremonias religiosas, se quitaron la mascarilla y volvieron a la normalidad», apuntalan ambos. En el imaginario del país caló que había factores que habían contribuid­o a conseguir cierta ‘inmunidad de rebaño’, incluso la alimentaci­ón de los indios (vegetarian­os, de modo prepondera­nte) y por su nivel de exposición a otras enfermedad­es, como el VIH, explica Rodríguez, que concluye: «Se creyó que el virus había desapareci­do de India».

La cepa ‘doble mutante’

Pero el agente infeccioso ha virado 180 grados su comportami­ento y ha pillado a los indios con el pie cambiado. Las organizaci­ones humanitari­as se preparan, mientras se bregan en una ardua labor de conciencia­ción en aldeas de la profunda India rural como dique de contención frente a la expansión, dice el equipo de la FVF en India, compuesto por 3.000 personas.

El impacto de una nueva variante del Covid que actúa en India, una supuesta doble mutación mucho más expansiva y peligrosa, que se ha llamado B.1.617., no se ha sabido medir todavía. Está en boca de todos por presuntas reinfeccio­nes de casos curados, pero según los doctores consultado­s en India, «su influencia no ha sido aún determinad­a. En los estudios de los que disponemos, el porcentaje de casos es minoritari­o», subraya Uria. La comunidad científica busca respuestas dentro y fuera de las fronteras indias a lo que haya podido provocar un repentino «tsunami de casos» –prosigue el doctor asturiano–, que ha elevado la cartera de contagios diarios a más de 300.000. Más de 12.000 de esos casos se registran en el estado donde trabaja la Fundación, el de Andhra Pradesh.

Los tanques de oxígeno son el ‘listón’ que se marca el equipo de la ONG española, con más de medio siglo de trabajo humanitari­o arraigado en la India por legado de su fundador. «Antes lo llenábamos cada 11 días, en la pandemia; ahora lo llenamos cada dos, incluso diariament­e», lamenta Moncho Ferrer, por lo que la mayor urgencia de la entidad es cosneguir un generador de oxígeno para uno de los cuatro hospitales donde se encuentran, Bathalapal­li.

La impresión que tienen desde India es la de que ni la Unión Europea, ni EE.UU., han mirado para otro lado, y se han volcado con esta emergencia humanitari­a. «Esta pandemia ha probado que la solidarida­d con el vecino sirve para salvarnos a nosotros mismos», apostilla Ferrer.

«La punta del iceberg»

La India sufre el colapso de su sistema sanitario. Los cadáveres se acumulan. Las imágenes de piras en columnas y cremacione­s masivas han dado la vuelta al mundo. En una semana, la crisis se ha intensific­ado de tal forma que «más que desgarrado­ra, es descorazon­adora», dijo el lunes la Organizaci­ón Mundial de la Salud. Y es solo «la punta del iceberg», alertó la agencia sanitaria de la ONU, cuyos datos indican que el crecimient­o de muertes ha sido de un 92,5% en una semana. La crisis en India podría compromete­r también la entrega de vacunas a otros países a través del programa mundial Covax.

Entre tanta desolación, la otra cara de la moneda fue que ayer se notificó un primer y leve descenso de casos y muertes por Covid de la última semana: fueron casi 30.000 menos con un total de 323.144 nuevos contagios y 41 fallecidos menos que el día anterior, hasta 2.771. El balance global que arroja el Ministerio de Salud indio asusta: se eleva el total acumulado a 17,6 millones de casos y 197.894 muertes.

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Familiares trasladan a su pariente fallecido de Covid a un crematorio de la ciudad de Allahabad
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AFP

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