La inteligencia artificial da pistas sobre los autores de los Rollos del Mar Muerto
∑Identifican a los dos escribas que copiaron el Gran Manuscrito de Isaías a finales del siglo II a. C. ∑Se abre una puerta a saber más de las escuelas donde se formaban y la sociología de estos grupos
« El pueblo que andaba en tinieblas vio una gran luz», copió a finales del siglo II a. C. uno de los dos escribas que participaron en la escritura del Gran Rollo de Isaías. El manuscrito insignia de los Rollos del Mar Muerto fue uno de los primeros siete textos hallados en 1947 en las cuevas de Qumrán (Cisjordania) y uno de los textos bíblicos más antiguos del mundo. Hoy se sabe que fueron dos personas las que escribieron en ese largo pergamino de 7,34 metros de longitud que se conserva casi completo. Una investigación basada en inteligencia artificial ha logrado identificar las manos de los autores de esta antigua copia, dos escribas que por su estilo, tan parecido, habían confundido a los investigadores.
Uno de los grandes expertos en este manuscrito fue el profesor Peter Flint, de la Trinity Western University de Canadá, quien junto con Eugene Ulrich, de la Universidad de Notre Dame de EE.UU., publicó este documento en la colección oficial de los Rollos del Mar Muerto (volumen XXXII de la edición ‘Discoveries of the Judaean Desert’ de Oxford). Flint consideró que había sido copiado por un escriba, con algunas adicciones y correcciones de por lo menos tres más. Sin embargo, otro gran estudioso como Emanuel Tov, emérito de la Universidad Hebrea de Jerusalén, llegó a la conclusión de que existieron dos escribas. El primero habría copiado las columnas de la 1 a la 27 y el segundo las siguientes, desde la 28 a la 54. Para dilucidar quién tenía razón y distinguir de forma objetiva ‘las manos que escribieron la Biblia’, como denominaron al proyecto, Mladen Popovic, profesor de Biblia hebrea y director del Instituto Qumrán de la Universidad de Groninga (Países Bajos), se asoció con dos expertos en Computación e Inteligencia Artificial, el profesor Lambert Schomaker y el doctorando Maruf Dhali.
En su investigación, que ha sido publicada en la revista ‘PlosOne’, lograron separar las letras del fondo del pergamino y, al comparar después los miles de caracteres en el ordenador, han podido corroborar que en el Gran Rollo de Isaías participaron dos manos. Tal como había detectado Tov, un segundo escriba relevó al primero a partir de la columna 27. «Ahora, podemos confirmar esto con un análisis cuantitativo de la escritura a mano, así como con análisis estadísticos sólidos. En lugar de basar el juicio en pruebas más o menos subjetivas, con la ayuda inteligente de la computadora podemos demostrar que la separación es estadísticamente significativa», subraya Popovic en una nota de la Universidad de Groninga.
Una nueva ventana
Esta nueva técnica permite analizar los textos de Qumrán y otros manuscritos antiguos de una forma diferente. Ahora, los investigadores pueden observar cómo trabajaron los distintos escribas individuales. Según Popovic, «esto es muy emocionante, porque abre una nueva ventana sobre el mundo antiguo que puede revelar conexiones mucho más intrincadas entre los escribas que produjeron los pergaminos. En este estudio, encontramos evidencia de un estilo de escritura muy similar compartido por los dos escribas del Gran Rollo de Isaías, lo que sugiere una formación u origen común». Su siguiente paso será investigar otros pergaminos y tratar de identificar si los escribas se formaron en el mismo lugar o bajo la misma directiva. «Ahora podemos identificar diferentes escribas –concluye Popovic–. Nunca sabremos sus nombres. Pero después de setenta años de estudio, uno siente como si finalmente pudiéramos estrecharles la mano a través de su letra».
Adolfo D. Roitman, director del Santuario del Libro del Museo de Israel y conservador de los Manuscritos del Mar Muerto, se muestra esperanzado con esta línea de investigación. «Sabemos
que en el mundo antiguo existían esas escuelas de escribas, pero no sabemos mucho sobre la sociología de esos grupos», explica. Con esta nueva tecnología, se podrán agrupar por estilos y ver si existe, por ejemplo, una correlación entre la forma de escribir de los escribas y los contenidos de los textos. Si hubo manos que solo copiaron textos bíblicos o bien si hubo escribas que además de manuscritos bíblicos también reprodujeron textos apócrifos o sectarios de Qumrán. «¿Había escribas que servían solamente para un tipo de manuscritos o para distintos tipos de textos?», se pregunta.
El director del Santuario del Libro sugiere emplear en un futuro las técnicas aplicadas por Popovic al Comentario a Habacuc, «un documento único en el mundo» que mide 1,5 metros y, como el Gran Rollo de Isaías, «está prácticamente completo». Datado en la primera mitad del siglo I de nuestra era, los paleógrafos distinguen en él dos manos: una que copia gran parte del documento y otra que comienza a escribir en la mitad de una línea –algo que llama la atención– y después escribe la última columna. «Ese es el fenómeno que tenemos. En este caso –subraya Roitman– se ve que son dos manos diferentes. La pregunta es si esas manos solo escribieron ahí o en otros textos y si se pueden ver testimonios de otros escribas en el manuscrito».
El ADN de los pergaminos
El empleo de nuevas tecnologías está permitiendo notables avances en el estudio de los Manuscritos del Mar Muerto. Hace solo unos meses, Noam Mizrahi, actualmente profesor de la Universidad Hebrea de Jerusalén, trabajó junto con investigadores de la Universidad de Upsala, en Suecia, sobre el ADN de algunos pergaminos. Así, pudieron probar que en uno de los textos reconstruidos por los investigadores como en un puzle, un manuscrito del libro bíblico de Jeremías, había un fragmento que no formaba parte del documento original. De hecho, encontraron material genético de oveja y de vaca. Las conclusiones a las que se había llegado sobre ese texto debían ser revisadas.
Con esta misma técnica se estudió la única copia de los Cánticos del Sacrificio Sabático encontrada fuera de las cuevas de Qumrán, en el palacio de Herodes el Grande en Massada. En su momento, se pensó que alguno de los que vivían en la comunidad del Mar Muerto había llevado un ejemplar de este documento al último bastión de los rebeldes contra los romanos, lo que significaba que algunos miembros de este movimiento habían participado de la revuelta. El estudio genético reveló, sin embargo, que la copia de Massada era diferente a las otras nueve halladas en Qumrán. Las conclusiones históricas se derrumbaron, pero ahora los expertos tienen la prueba de que «el documento era conocido en otros lugares y no solamente en la comunidad del Mar Muerto», explica Roitman.
«Las nuevas tecnologías permiten
Nuevas perspectivas Las tecnologías modernas están iluminando estos antiguos documentos
nuevas perspectivas para estos manuscritos. En unos casos iluminan y en otros vienen a contrastar conclusiones anteriores que habían sacado los investigadores y a mostrar con certeza si tenían razón o no», añade.
Fotografía multiespectral
En los laboratorios de la Autoridad de Antigüedades de Israel (IAA) se han fotografiado buena parte de los miles de fragmentos que allí se conservan utilizando una tecnología multiespectral y han salido a la luz letras o restos de letras hasta ahora ignoradas. El conservador de los Rollos del Mar Muerto resalta que «no es menos importante este descubrimiento porque es como si hubiéramos encontrado un nuevo texto, un nuevo manuscrito». Ahora los investigadores pueden ver que bajo un texto existía otro, pueden completar una palabra o corregir otras que habían sido reconstruidas erróneamente en el pasado. El estudio de Popovic forma parte de una corriente de investigación interdisciplinaria que va tomando cada vez más fuerza. «Estudiosos de los Rollos del Mar Muerto, teólogos, arqueólogos, historiadores, etc. tienen hoy que trabajar con expertos en fotografía, en estudios genéticos o, como en este caso, en inteligencia artificial y algoritmos, que están alejados de nuestros campos de especialidad. Al trabajar desde distintas disciplinas iluminamos de una nueva manera estos documentos antiguos», resalta Roitman. El director del Santuario del Libro hablará sobre esto y sobre el último hallazgo arqueológico en la Cueva del Horror en una conferencia que impartirá en la Biblioteca Nacional de España en mayo.