¡Qué mal, ya no nos queda ni Portugal!
El plan de Sánchez para captar fondos es como una matriuska rusa, que cuando llegas a la última muñequita descubres que no esconde nada
PORTUGAL nos ha pasado a toda velocidad por la izquierda. Paradojas de la vida. Y ya no nos mira ni por el retrovisor. Para qué. Mejor perdernos de vista y no ser el espejo donde mirarse. Sería craso error. El país vecino ha cogido impulso y hasta nos ha adelantado a toda pastilla en la presentación del plan de recuperación como paso previo para la captación de fondos europeos, con un documento serio y trabajado, a años luz del panfleto –con perdón, lo es– con el que el Gobierno de España quiere camelarse a Bruselas. Y digo quiere porque si piensa que presentando 2.000 folios da la sensación de seriedad, rigurosidad, compromiso y, sobre todo, contenido, es que son más ingenuos de lo que muchos dan por hecho que son por tierras europeas. En Europa, los tiempos, formas y modos son distintos, y no están para pifias. No entienden los quehaceres de la gente con mamandurria. Que en este Ejecutivo sobra.
Y es que el plan de Sanchez y compañía es como una matriuska, una de esas coloridas muñecas rusas que esconden otras más pequeñas y que uno va desmontando hasta darse cuenta de que al final no hay nada.
La Unión Europea aceptará pues el primer paso de las negociaciones con nuestro país en el camino hacia el reparto de fondos correspondientes, pero nada más. Usted me manda su documento –eso sí, al borde de cumplir el límite de tiempo y en castellano, ¡para qué en inglés no vaya a ser que se entienda a la primera! mientras los italianos, por ejemplo, lo han enviado ya ¡y en tres idiomas!–, y yo tranquilamente después cuando toque ver las reformas que conlleva sopesaré si suelto la pasta o no. Europa hará algo así tan español como ‘quedamos, comemos, y si eso, lo hablamos’. Ahora bien, eso de derogar la reforma laboral, que se vayan olvidando, que hay mucho frugal que nos mira con lupa y de tontos no tienen ni un pelo. Pero, ¡ojo! que muchos ya descuentan que los primeros ‘dineros’ no llegarán antes de marzo de 2022. Por algo será.
El presidente español está tan acostumbrado a vencer por la vía de la fatiga del contrario que ha debido pensar que todo era cuestión de titulares machacones y ruedas de prensa huecas. Da igual que lo presente una o 500 veces como ha hecho, y que siga erre que erre con acabar con la reforma laboral de Rajoy y con apostar por subir más impuestos –justo la línea contraria al resto de nuestros equiparables socios–. Gusta de jugar a hechos consumados, como con el resto de decisiones durante la pandemia, para evitar que pase por el Parlamento y nadie ose tocar ni una letra de sus medidas. Todo ‘puritita’ pirotecnia.
Pues... al final, el ‘presi’ se despertó y Bruselas seguía ahí, esperando una propuesta seria que no llega. De donde no hay no se puede sacar.