A pesar del festival de marrullerías
No hay encuesta, salvo la ‘hooligan’ de Tezanos, que dé opción a la izquierda
DEBIDO a un anacronismo legal, absurdo en la era de internet, el miércoles fue el último día para publicar sondeos sobre el 4-M. Con la excepción de la ‘encuesta flash’ que improvisó el ‘hooligan’ socialista que dirige el CIS en auxilio de Sánchez y Gabilondo, todas las demás dejan a la izquierda sin opción. Las encuestas fallan más que los coches que andan solos de Elon Musk (excepto las de Michavila en ABC, que presentan la originalidad de dar en el blanco; y no es publicidad, es un hecho). Pero ante tal unanimidad se puede dar casi por descontado que Díaz Ayuso obtendrá el respaldo para continuar.
La victoria de Ayuso y su partido será significativa, porque llegará tras sortear un festival de marrullerías del sanchismo y toda la potencia de fuego del Orfeón Progresista mediático. A lo largo del año de pandemia, el Gobierno –y sus teles– se ha embarcado en una confrontación abierta con Madrid, en lugar de extremar su colaboración con la región que alberga la gran metrópoli española, y donde por tanto existía el mayor riesgo de contagio. Desde Angola, y en un corrillo, Sánchez incurrió en la vileza de acusar al Ejecutivo madrileño, sin aportar prueba alguna, de falsear sus datos epidemiológicos. Por supuesto han desempolvado el espantajo de cada campaña: todos los que no son ‘progresistas’ son ultras (y en el caso concreto de Vox, merecedores de unos nuevos juicios de Nuremberg). El ministro del Interior –¡un tipo que es juez!– se ha desacreditado llamando «organización criminal» al PP. La ministra Reyes Maroto, aspirante a vicepresidenta con Gabilondo, acusó directamente a Vox de haberle remitido una navaja que en realidad había franqueado un enfermo mental (se siguen esperando las disculpas de esta señora). Los casos de sobres con balas enviados por cuatro imbéciles, que sin duda merecen duras penas, se han magnificado y sesgado para dejar el mensaje subliminal de que había sido cosa del PP y Vox, por lo que «toca responderles en las urnas». La estrategia de embarrar la cancha para intentar darle al vuelta a la desesperada a las elecciones la ejemplifica Gabilondo, que arrancó doctoral y alérgico a Iglesias y ha acabado dinamitero y encamado con Pablo Manuel. De SosoMan a SánchezMan en dos tardes.
La victoria conservadora dejará unas cuantas lecciones: 1.- Por supuesto que es posible batir a Sánchez. 2.- A menos partidos en la derecha, más opciones de desbancar al PSOE (la liquidación de Cs es clave en la crecida de Ayuso). 3.- Empecemos a bajar a Iván Redondo del pedestal de la infalibilidad (baste con recordar dónde están hoy Monago y Albiol, sus anteriores clientes). 4.- Para derrotar al progresismo hay que confrontar sus mantras sin aprensión, como ha hecho Ayuso, y ofrecer una alternativa de libertad personal y económica y fiscalidad baja. 5.- Los mensajes han de ser claros y concisos. A diferencia de Casado, que a veces quiere chutar a siete porterías a la vez, en Madrid se ha apostado por un par de ideas-fuerza comprensibles hasta por el más abúlico de los votantes.