Resisten los caminos y la proximidad
La pandemia ha dejado vacíos los santuarios, destino de uno de cada cinco viajes turísticos. Antes del Covid, 330 millones de personas viajaban cada año movidos por la fe y dejaban 20.000 millones de euros en viajes espirituales. Ahora el Camino de Santiago se mantiene a duras penas
¿ P or qué antes de la pandemia el monasterio de Saint Anthony en Arizona, que está en medio del desierto, era el segundo lugar más visitado en el estado de Arizona, después del Gran Cañón, no solo por fieles cristianos, sino por turistas de todo el mundo? La pregunta se la formuló Dino Bozonelos, profesor de Ciencias Políticas de la California State University de San Marcos, asombrado porque más de 12.000 turistas al año acudían a ese santuario fundado en 1995 por seis monjes que se establecieron en el desierto del sur de Arizona, llevando consigo la herencia monástica milenaria del Monte Athos, declarado Patrimonio de la humanidad por la Unesco. En esa península escarpada y rocosa en el norte de Grecia, con 20 monasterios ortodoxos y numerosas ermitas, con monjes cristianos de todo el mundo, se conserva el
saber de los santos padres y la sagrada tradición de la antigua Iglesia. El profesor Bozonelos explica el fenómeno de que miles de personas viajen al monasterio de Saint Anthony en el desierto de Arizona, ligado con esos establecimientos monásticos del cristianismo antiguo, porque les lleva «la fascinación de la espiritualidad que encuentran en el lugar».
Pero la pandemia del coronavirus ha cambiado profundamente los lugares religiosos que visitan cada año millones de personas. Las ciudades santuario casi han muerto: la actividad económica en Lourdes ha disminuido el 75 por ciento en 2020. La misma historia en Fátima y otros santuarios.
Un turista de cada cinco viaja por motivos de fe. Según datos de la Organización Mundial del Turismo, unos 330 millones de personas, con una facturación que se acerca a los 20.000 millones de euros, realizan viajes espirituales cada año y visitan los principales centros de peregrinación del mundo. El Covid ha hundido todas las previsiones. «Con la pandemia las reservas se han desplomado y las pocas que había para 2021 se han pospuesto, debido a la situación incierta por el Covid. Las restricciones son un factor decisivo para emprender un viaje. El único rayo de esperanza lo mantienen los caminos, como el Camino de Santiago de Compostela, que sigue atrayendo turistas porque, cada día más, a la gente le gusta caminar y es fácil practicar el distanciamiento exigido con el Covid. Para el futuro inmediato muchas personas elegirán el viaje espiritual», relata el director de la agencia ‘Viaggi Rusconi’, especializada en organizar peregrinaciones en Italia y en todo el mundo.
Se vuelve a viajar a pie
En efecto, la pandemia rediseña el sector del turismo y los grandes destinos ceden el paso al viaje de proximidad, el de las raíces, turismo al aire libre, religioso y cultural. Se vuelve a viajar a pie, como antiguos caminantes o peregrinos. «El objetivo es casi siempre espiritual. Escuchamos nuestros pasos, es una búsqueda personal», explica Alberto Pugnetti, fundador de ‘Radio Francigena’, una emisora web, que toma el nombre de la Via Francigena, un camino de fe y de cultura que se iniciaba en la ciudad inglesa de Canterbury y discurre por Francia, Suiza e Italia hasta la Plaza de San Pedro, un camino un tiempo casi olvidado y ahora de nuevo en cierto auge.
Decía Dante Alighieri, del que este año se conmemora el 700 aniversario de su muerte, que «la peregrinación a Santiago de Compostela es la más maravillosa que puede hacer un cristiano antes de morir». Así lo pensaron también 347.578 peregrinos de más de 150 países, en 2019, un número récord que se pensaba batir muy ampliamente en 2021, Año Santo Jacobeo. Pero con la pandemia, en los tres primeros meses de este año las cifras han sido insignificantes. En el mes de abril, hasta el día 27 inclusive, en total llegaron a Santiago de Compostela 977 peregrinos, los registrados en la oficina del peregrino de Santiago, aquellos que se ha comprobado que hicieron los últimos cien kilómetros del Camino a pie, a caballo o en bicicleta y recibieron la Compostela, el documento que acredita que hicieron la peregrinación por motivos religiosos o espirituales.
Los tres grandes destinos
Entusiasta del Camino, Dante escribió en ‘Vita Nuova’, su primera obra conocida, que de los tres grandes destinos de peregrinación en la Edad Media –Tierra Santa, Roma y Santiago de Compostela–, el peregrino de verdad (literalmente el caminante, el ‘extranjero’, lejano de su patria) es el que va a Santiago, porque quien va a Jerusalén es un palmero, ya que a menudo vuelve con la palma, mientras que si viaja a Roma es un romero. Por extensión, ‘romería’ se convirtió en sinónimo de peregrinación.
La importancia de la peregrinación en Europa llevó al dramaturgo y poeta alemán Goethe a insinuar que la conciencia de Europa ha nacido peregrinando. Hoy el Camino de Santiago se sigue iniciando en cualquier rincón de Europa y de los otros continentes. Preguntamos al obispo auxiliar de la archidiócesis de Santiago de Compostela, Francisco José Prieto, cuál es actualmente el misterio del Camino y las motivaciones del peregrino jacobeo para iniciar ese camino de fe y de cultura en creciente auge, aunque reconoce que con la pandemia las llegadas «están bajo mínimos». «En alguna ocasión escuché, y es cierto, que puede haber tantas motivaciones como peregrinos. Yo creo que la gran riqueza en este universo abierto en el que vivimos de creencias y de ideas, el Camino de Santiago sigue siendo expresión de que, como sociedad y de manera personal también, necesitamos buscar un horizonte y un sentido que nos mueva cada día. La experiencia de los peregrinos nos lo dice: uno llega transformado; uno pudo comenzar con una motivación llamémosle superficial, pero cuando el camino concluye, descubre que hay una interioridad, una profundidad y un sentido que a lo mejor ha descubierto con ocasión del camino que le llevó hasta Santiago», concluye monseñor Prieto.
En efecto, hay un antes y un después de una peregrinación: «En Jerusalén éramos sólo cinco personas pero nuestro grupo resumía todas las posiciones hacia la espiritualidad de la sociedad moderna: estaba el científico ateo, el católico practicante, el educado en el ámbito católico pero con antepasados judíos. Ese viaje nos afectó a todos de forma profunda. Nos empujó a todos, cada uno a partir de su sensibilidad, a refle
Sin actividad
Las ciudades santuario casi han muerto. La actividad económica ha caído un 75 por ciento en Lourdes Rayo de esperanza
Los caminos, como el de Santiago, siguen atrayendo peregrinos porque se puede mantener distancia
xionar sobre lo absoluto. Es imposible viajar a la cuna del cristianismo sin hacerse preguntas muy antiguas: por qué estamos aquí, qué pasará después, si hay algo más allá de los aspectos materiales de la existencia…», reflexiona el escritor Enrico Brizzi, caminante que no se para nunca, hasta el punto de haber recorrido a pie los principales destinos religiosos.
Si tras la pandemia se impone la tendencia del turismo religioso de proximidad –el de las raíces y viajar tranquilo, a pie–, no hará falta irse al monasterio del desierto de Arizona para encontrar la fascinación de la espiritualidad. En Italia o España no hay ciudad que no tenga cerca un santuario. En Roma, por ejemplo, se organizan peregrinaciones nocturnas con algunos cientos de personas todos los sábados, desde el primero después de Pascua hasta el último de octubre, para caminar desde el centro de la capital a las doce del mediodía, hasta el santuario de la Virgen del Divino Amor, a donde se llega a las cinco de la tarde para asistir a la misa, tras casi 14 kilómetros de marcha. «La atmósfera general que percibí es de alta participación de fe. Particularmente, son dos los propósitos que me llevaron a la visita al santuario: expresar a la Virgen un sincero y profundo agradecimiento porque mi esposa ha superado un reciente problema de salud y, además, suplicarle por mis cinco nietos, para que cuide su salud, crecimiento y su futuro», cuenta Rocco Boccadamo, tras su peregrinación.
Miles de exvotos
Para los peregrinos, sobre todo para los romanos, la Virgen del Divino Amor es la Madre de los casos desesperados, milagrosa por excelencia. Los fieles han dejado miles de exvotos como ofrenda por un beneficio recibido. Con ellos se han cubierto las paredes y la techumbre de la capilla. «Los que están expuestos solo representan una mínima parte de los que conservamos», dice el capellán, don Michele Pepe, con orgullo y cierta emoción por la fe que representan. No hay exvoto que no tenga una carta o nota de agradecimiento al lado. Hay muchas fotos de coches destrozados que atestiguan terribles accidentes de tráfico, entregadas por fieles que se sienten salvados por la Virgen. De momento están suspendidas las peregrinaciones, hasta que se levanten las restricciones por Covid. Pero siguen acudiendo a veces fieles para rezar en la capilla.
En la secretaría del santuario, Silvana nos ofrece las llaves de la sala de recuerdos de los peregrinos, con infinidad de objetos. Algunos de los grandes campeones son devotos de la Virgen. En la sala, hay bicicletas colgadas del techo. Una es del ciclista belga Eddy Merckx, ganador de cinco Tour de Francia, cinco Giro de Italia y una Vuelta a España. Otra es de Francesco Moser, que la donó en 1975, y la tercera es de Felice Gimondi. También futbolistas dieron las gracias a la Virgen con su camiseta, como hizo el ex capitán
Inmenso patrimonio Las fiestas religiosas generan en España 9.800 millones de euros y 134.000 empleos, según la Iglesia
y leyenda del Roma, Francesco Totti, con una tarjeta en la que se lee: «Doy mi corazón como hijo fiel».
¿Cuánto vale el turismo religioso? Se sabe que en España e Italia el conjunto del turismo es fundamental para sus economías, aunque el comunista Alberto Garzón, ministro de Consumo, lo despreciara con una frase infeliz que será lo más recordado de su gestión: «Es un sector estacional, precario y de poco valor añadido». Pero en España en 2019 el turismo en su conjunto aportó el 12,4 por ciento del Producto Interior Bruto (en el país transalpino representa el 13 por ciento del PIB), desplomándose hasta el 5,5 en 2020 por la pandemia. España cuenta con 616 santuarios y 42 fiestas religiosas declaradas de interés turístico internacional, entre ellas el Corpus Christi de Toledo, y 92 de interés nacional. Estas fiestas tienen un notable impacto económico y social.
Según los últimos datos de la Conferencia Episcopal Española, esta actividad genera 9.800 millones de euros y 134.000 empleos. Más en general, el interés que despierta el importante patrimonio cultural de la Iglesia española, incluyendo sus fiestas religiosas, tiene un impacto superior al 3 por ciento del PIB, según la misma fuente, basada en un estudio realizado por la firma KPMG.
Las agencias especializadas de turismo religioso confían en reanudar pronto los viajes a algunos de sus principales destinos. Algunas admiten reservas, aunque el crecimiento de los peregrinos será gradual. La clave estará en el ritmo de las vacunaciones. Por ejemplo, Israel anunció el pasado 13 de abril que en mayo reabrirá el país a los turistas extranjeros vacunados.
«Haz que desde aquí resuene la esperanza», es la súplica que ponía Dante en boca de Beatriz al apóstol Santiago. El peregrino podrá en breve invocar la esperanza con el último verso con el que el Sumo Poeta concluye el Infierno de la Divina Comedia: «E quindi uscimmo a riveder le stelle». («Y entonces salimos para volver a ver las estrellas»).