ABC (1ª Edición)

Mauro Morandi, el ‘Robinson Crusoe italiano’, desahuciad­o de su isla

A sus 82 años, abandona el que ha sido su solitario hogar desde 1989 en un archipiéla­go de Cerdeña tras ceder a la presión de las autoridade­s. Ahora quiere compartir su vida con una maestra que contactó con él

- ÁNGEL GÓMEZ FUENTES

Después de una defensa numantina de 20 años contra un desahucio por orden estatal, tira la toalla. Mauro Morandi (82 años) es conocido en todo el mundo como el ‘Robinson Crusoe italiano’, con vida casi de eremita en la paradisíac­a isla de Budelli de la que fue su guardián y único habitante durante 32 años, en el archipiéla­go de La Magdalena, al norte de Cerdeña. Este viernes firmará el contrato de alquiler de una pequeña casa frente al mar en la Magdalena, abandonand­o su amada Budelli, que es considerad­a como una de las islas más bellas y salvajes del Mediterrán­eo, especialme­nte por su playa rosa. Se marcha harto de que le hayan hecho la vida imposible. Ya no le funciona ni el frigorífic­o: «Desde hace dos meses salgo adelante con latas de conserva», se lamenta. Su historia es de película.

Mauro, exprofesor de Educación Física en Módena, su ciudad natal, compró en 1989 un catamarán con dos amigos para viajar a Polinesia. «Tuvimos que parar en Budelli por una avería. Enseguida me enamoré del lugar. El custodio de la isla se jubilaba dos días después y yo lo sustituí. Mis amigos partieron, pero yo me quedé», explica. A su llegada a Budelli no encontró ni un alma. No quería compañía, ni ver a alguien en la isla. «No había nada más que la naturaleza», recuerda. Se fue a vivir a una pequeña cabaña, antiguo refugio construido durante la Segunda Guerra Mundial y empezó a cuidar la isla, procurar que no hubiera incendios ni intrusos y eliminando la basura que llegaba del mar. Morandi, que ama la soledad, terminó por convertirs­e en una atracción de la isla, despertand­o la curiosidad de los pocos turistas que llegaban en verano: «En realidad, la auténtica soledad la vivo en invierno. Los meses de calor encuentro siempre a turistas que quieren verme». Mauro se conforma y vive con muy pocas cosas en la isla, sin radio ni televisión. Cada 15 días le traen sus compras y se comunica por internet en las redes sociales. En 2016, Budelli fue incorporad­a al Parque Nacional del Archipiéla­go de la Magdalena que pretendió desalojarl­o y reestructu­rar la casa dentro de un nuevo proyecto para conservar mejor la isla. Morandi logró retrasar el desahucio gracias a las firmas de miles de personas. Pero se ha impuesto la legalidad. Él con tristeza y resignació­n anunció su adiós en Facebook: «Llevo años peleando contra los que me quieren echar, pero ahora realmente estoy harto y me iré esperando que Budelli sea cuidada como yo lo hice durante 32 años».

Ya le pesa la edad, la diabetes, otros achaques y el frío del invierno. Fuera de la isla, «vacunarme será lo primero que haga». Confiesa que ha encontrado el amor en una maestra amante de los animales que se puso en contacto con él. Ahora sueña con compartir la vida con ella: «Nos hemos visto poco, pero nos queremos». El amor todo lo puede, incluso lograr que Mauro abandone su vida de eremita.

CON TRISTEZA «Llevo años peleando contra los que me quieren echar y ya estoy cansado. Me iré esperando que Budelli sea cuidada como yo lo hice durante 32 años»

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ABC Mauro Morandi, en su amada isla de Budelli, en el Mediterrán­eo
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