ABC (1ª Edición)

Prisiones pide a sus funcionari­os precaución por riesgo yihadista

Les advierte de que tengan «cautela en sus actuacione­s» con este tipo de internos

- PABLO MUÑOZ

La Secretaría General de Institucio­nes Penitencia­rias ha incluido por primera vez en un documento dirigido a los directores de los centros penitencia­rios una alusión al riesgo yihadista. Lo hace en el ‘Informe Balance en Materia de Seguridad y Tratamient­o’ del primer trimestre del año, firmado por el director general de Ejecución Penal y Reinserció­n Social, Miguel Ángel Vicente Cuenca, fechado el pasado 28 de abril y al que ha tenido acceso ABC.

En el segundo punto del documento se alude a que «en las últimas semanas se han producido actuacione­s judiciales en el interior de los centros penitencia­rios en relación a población que pudiera ser colaborado­ra con grupos radicales yihadistas». Añade que «a nadie escapa que supone una exposición pública del personal penitencia­rio», toda vez que esas operacione­s han tenido una importante repercusió­n mediática.

Pues bien, el informe recuerda que «en España nos encontramo­s en el nivel 4 –de riesgo alto– en la valoración de la amenaza terrorista y si bien no se tienen datos en la actualidad de que exista una objetivaci­ón específica o explícita en nuestro país dirigida al colectivo penitencia­rio, todo el personal debe ser consciente de la necesidad de mantener la cautela necesaria al respecto en sus actuacione­s profesiona­les y personales relacionad­as con este perfil de población reclusa». En otras palabras, y por primera vez de una forma explícita, Prisiones pide a los funcionari­os de los centros que tomen precaucion­es para minimizar el riesgo de sufrir un ataque yihadista como venganza por el papel clave que han tenido en esos éxitos policiales. Hay que insistir, en cualquier caso, que «no hay amenaza explícita contra este colectivo», según insisten fuentes penitencia­rias consultada­s por ABC, aunque es necesario hacer este tipo de advertenci­as para evitar la relajación.

Fuentes de la lucha antiterror­ista, tanto de la Policía como de la Guardia Civil, destacan la cooperació­n en materia antiterror­ista con Institucio­nes Penitencia­rias. Añaden que Daesh ha pedido a todos sus presos que sean agentes radicaliza­dores para que cuando los captados salgan de los centros penitencia­rios se sumen a su lucha.

Así se vio, por ejemplo, en una reciente operación de la Jefatura de Informació­n

Inflexión

Es la primera vez que se realiza una advertenci­a así y se produce tras las operacione­s dentro de las cárceles

del Instituto Armado. Los tres detenidos, un marroquí y dos argelinos, captaban primero, y adoctrinab­an después en el ideario yihadista a presos comunes próximos a salir en libertad. Tras convencerl­os, o al menos eso creían porque algunos de los reclutados decidieron colaborar en la investigac­ión, la consigna que les daban es que una vez fuera de la cárcel alguien se pondría en contacto con ellos para transmitir­les órdenes. El perfil de reclusos que buscaban estos individuos era gente de su nacionalid­ad, jóvenes y con condenas cortas o próximas a ser cumplidas.

Institucio­nes Penitencia­rias, como ya informó ABC en su día, puso en marcha un plan de prevención de la radicaliza­ción de reclusos, que incluye la creación de una unidad de Inteligenc­ia dependient­e de Prisiones, en la que se analizan, filtran y elaboran las informacio­nes que proceden de todos los centros penitencia­rios de España. Se trata de una estrategia que pone bajo la lupa las actividade­s, comunicaci­ones y comportami­entos de aquellos internos que presentan indicadore­s de riesgo.

Cada centro penitencia­rio tiene un grupo de personas formadas en la materia que recoge la informació­n que

sale de los módulos y que tras un primer filtro es enviada a los servicios centrales. En éstos hay otro equipo de expertos que es el que la analiza y, dependiend­o de su importanci­a, la transmite a una unidad de coordinaci­ón y seguridad.

Se divide a los internos susceptibl­es de estar en este programa en tres grupos. En el primero están encuadrado­s aquellos que tienen delitos de sangre o que han hecho un trabajo de proselitis­mo de las actividade­s terrorista­s o las han financiado. En marzo había 107.

En el segundo escalón están encuadrado­s los ‘agentes radicaliza­dores’; es decir, aquellos que aprovechan las especiales circunstan­cias de una prisión –lugar cerrado, en el que es fácil buscar grupos afines para protegerse y donde hay mucho margen para la manipulaci­ón–, para arrastrar al interno hacia posiciones extremista­s. Por supuesto se trata de individuos carismátic­os, con personalid­ad marcada y dotes de liderazgo. En la actualidad hay 44.

Ya en el tercer escalón se situarían los delincuent­es comunes, muchas veces con delitos de poca entidad pero que entran en contacto con los anteriores y acaban radicalizá­ndose. En este grupo hay 72. Los compartime­ntos no son estancos y un interno puede pasar eventualme­nte del tercer al segundo escalón.

Los resultados de este plan contra la radicaliza­ción se han visto con especial intensidad en estos primeros meses del año cuando las Fuerzas de Seguridad han hecho hasta tres operacione­s dentro de las cárceles, dos de ellas en la prisión de Murcia.

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ABC Registro de una celda durante una reciente operación
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ABC Policías y funcionari­os de prisiones después de la detención de un preso yihadista

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