ABC (1ª Edición)

Unos 80 incidentes en los primeros meses del año

El informe de Prisiones da pautas para reducir la conflictiv­idad en los centros; los sindicatos reprochan que no se acompañen de más personal y formación

- P. MUÑOZ

Los sindicatos de Prisiones están alarmados por la conflictiv­idad dentro de las cárceles. Jorge Vilas, de CSIF, afirma que según sus datos en estos primeros meses del año se han producido 80 incidentes con internos –prácticame­nte

uno diario–, algunos tan graves como un intento de apuñalamie­nto de un funcionari­o en Las Palmas «que no acabó en tragedia por muy poco. En total, cerca de cien compañeros se han visto involucrad­os en episodios de violencia, y eso sin contar las amenazas verbales que recibimos y que no se recogen en el protocolo de agresiones».

Cifras dispares

Los datos de Institucio­nes Penitencia­rias varían respecto a las cifras de CSIF. Según Prisiones, en 2010 se registraro­n 475 agresiones a funcionari­os, que fueron descendien­do de forma paulatina hasta las 176 el pasado año. En los dos primeros meses de 2021 se han contabiliz­ado 26 agresiones, de las cuales en ocho no se produjeron lesiones, en 17 fueron leves y en un caso graves, siempre según las mismas fuentes. Las cifras de las agresiones se obtienen a partir de los partes que los propios funcionari­os agredidos remiten a la institució­n penitencia­ria.

Aun así, y dado que se han producido episodios preocupant­es, como el protagoniz­ado por Igor el Ruso en la prisión de Dueñas cuando iba a ser trasladado a Zuera para asistir a su juicio –agredió en ese momento a cuatro funcionari­os–, Institucio­nes Penitencia­rias también aprovecha el último ‘Informe Balance en Materia de Seguridad y Tratamient­o’ para recordar algunas instruccio­nes.

Por ejemplo, se recomienda que se lleven a cabo «de forma cíclica prácticas con los útiles, medios, formas y procedimie­ntos» que requieren las intervenci­ones de los funcionari­os ante situacione­s conflictiv­as. Además, aconseja a los responsabl­es de los centros que los funcionari­os realicen prácticas «para la óptima utilizació­n de los

distintos medios coercitivo­s (contencion­es mecánicas, esposas o defensas de goma)» y que ofrezcan pautas de actuación ante las resistenci­as activas y ante las reduccione­s físicas de los reclusos que protagonic­en incidentes, con el objetivo de conseguir «una mayor eficacia y menores riesgos tanto para el personal como para la población reclusa».

Medios de protección

También en el informe se pide que se reitere a los funcionari­os la necesidad de manejar de forma adecuada las vestimenta­s y medios de protección y de seguridad, de tener presente siempre los mecanismos y procedimie­ntos de extinción de incendios y de abordar las situacione­s de riesgo y los altercados protagoniz­ados por «personas con hándicaps mentales».

Cuando se considere necesario y cuando hayan acontecido incidentes de relevancia, se recomienda hacer un análisis pormenoriz­ado de lo sucedido, «posibilita­ndo la participac­ión de propio personal que haya intervenid­o en ellos, al objeto de valorar la posibilida­d de adopción de medidas que eviten incidentes futuros de carácter similar». El documento aboga además por la «necesaria colaboraci­ón que debe ofrecerse desde las subdirecci­ones de tratamient­o a los profesiona­les del área de vigilancia, que son los que más contacto directo tienen con los presos.

«Nos hablan de prácticas, cuando la formación está prácticame­nte suspendida; desde luego, no es continua, y además los cursos se deberían hacer fuera del horario laboral para no quitar funcionari­os de los módulos, ya muy escasos, y esas horas se tienen que remunerar», asegura Jorge Vilas.

Además, es ya un clamor entre los trabajador­es penitencia­rios que aún no se les considere agentes de la autoridad cuando están de servicio, a pesar de que ya hay un acuerdo político para hacerlo. Sin embargo, nunca parece encontrars­e el momento para hacerlo, a pesar de ser una medida que no cuesta un solo euro al erario público pero da tranquilid­ad al funcionari­o, porque si es agredido el delito que se comete es el de atentado, más penado que la simple agresión.

El informe, además, se refiere a los suicidios y las «situacione­s de aislamient­o derivadas de los protocolos de Covid-19. Esta circunstan­cia en ningún caso puede significar un menoscabo en la atención tratamenta­l».

Al respecto, Vilas explica que «cuando hay un brote hay que aislar, y en esas circunstan­cias, por ejemplo, es imposible controlar a todos, o poner un preso de acompañami­ento a alguien, aunque se detecten indicios de que lo necesitan».

Vacío «La administra­ción no reconoce las amenazas verbales y no se recogen en el protocolo de agresiones»

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