Poso de hiel

Ayuso no aprovecha lo que lee de Javier Marías

LEER no hace mejores a las personas. Ni viajar. Ni escribir. Ni comulgar. El pesado de Tirso está en la taberna disertando sobre el amor, que «siempre deja su poso de hiel». «Es cierto que deja su poso de hiel», dice Gabino Diego. «Poso de hiel, poso de hiel», casi cantan sus compañeros en, claro, ‘Amanece que no es poco’. Es poco antes de que Gabino Diego suelte el clásico de «Habla usted un pijo de bien… ¡oh, really, un pijo de bien habla, ¡oh, sí! Puede seguir». Javier Marías escribe un pijo de bien, aunque tenga sus odiadores, incluso odiadores de su gramática y sintaxis. En su última columna ha recordado que cuando todavía no era conocida (supongo que por él), la presidenta dijo que leía sin parar a Borges y que «no se perdía» una novela de Javier Marías. Concluye Marías: «En su beligerancia, en su falta de dudas y en su chulería, no reconozco el poso de esas lecturas». Yo es que leo u oigo poso y sólo pienso en ‘poso de hiel’.

A Manuel Alcántara le gustaba recordar que por muy bien que escribas, analices o des cuenta de algo, un periodista no es capaz de influir ni en su barrio, como sostenía Voltaire. No sé si Marías tiene vocación de dejar huella en sus lectores. Juan Manuel de Prada, sí. Le ha dicho a David Lema: «Soy un escritor que desea participar en el debate público, que desea influir». También que «la principal esperanza de que un escritor todavía tenga la posibilidad de comunicarse con su tiempo es la prensa escrita». Cómo me gusta que desmienta a Voltaire.

En su novela ‘Mejor la ausencia’, Edurne Portela da un pellizco de monja a Marías. Amaia, que da testimonio de lo que ve de los cinco a los 18 años, dice cuando tiene 16: «Hace una tarde muy agradable y bajo al jardín a leer ‘Cien años de soledad’. La del pesado de Marías no la he acabado». Portela remató en una entrevista: «Es una chavalita de 16 años, cómo no le va a aburrir Javier Marías. Es una pequeña pulla».

Era lo último que me quedaba por saber de Ayuso. Demonios, que no aprovecha de manera adecuada lo que lee en las novelas de Marías, qué poca vergüenza.