ABC (1ª Edición)

Carlos ALCARAZ «Lo tengo muy claro: para ser bueno hay que ser humilde»

Estudia segundo de Bachillera­to, está sacándose el carnet de conducir y hoy cumple 18 años. Como premio, un partido contra Rafa Nadal en Madrid

- ENRIQUE YUNTA

Por deferencia y buenos modales, en este periódico se suele tratar de usted al entrevista­do, y así se hará también en este texto, pero lo cierto es que cuesta mantener ese protocolo cuando se habla con un chico que ni siquiera es mayor de edad. En realidad, Carlos Alcaraz (El Palmar) lo es hoy porque cumple 18 años y tiene como premio un partido contra Rafael Nadal en el Mutua Madrid Open, el sueño de su vida que llega mucho antes de lo que se pudo imaginar. Después de su estreno triunfal ante Mannarino, el murciano, 120 del mundo y al que moldea Juan Carlos Ferrero en Villena, se enfrenta a su héroe, con quien tantas veces le compararán porque tiene una pinta estupenda. «Nadal solo habrá uno», repite con una humildad fuera de lo común. Antes del gran día, Alcaraz se sienta con ABC y se presenta.

—¿Cómo le llamamos: Carlos, Carlitos, Charly…?

—Siempre me han llamado Carlitos y va a seguir siendo así, me gusta. Prefiero Carlitos que Carlos.

—¿Pudo dormir bien después de ganar a Mannarino y saber que le tocaba jugar contra Nadal?

—Jaja. Sí. Bueno, la verdad es que recibí un montón de mensajes, me escribió mucha gente. Pero estoy normal. Intento que sea algo normal, como si fuera una segunda ronda normal, no pensar que es contra Rafa para no ponerme nervioso antes de tiempo.

—¿Y cómo lo hace para pensar que la de hoy es una tarde normal?

—Yo sé que si pienso mucho en eso me voy a poner nervioso y no merece la pena. Queda un día entero por delante, intento hacer otras cosas. Me centro en el entrenamie­nto y en jugar al ajedrez o a otros juegos con el equipo. Ya habrá momentos para hablar del partido.

—¿Con qué se evade para no pensar en el tenis? Estaba con el carnet de conducir y algún libro ha leído en estas burbujas (la biografía de Rafa Nadal, precisamen­te). —Bueno, noches. viciados En leer el al leo equipo ajedrez, poco, estamos juego lo hago muchísimas bastante por las partidas al día. Cuando tengo algo de tiempo y voy al hotel, intento sacarme el carnet de conducir. Estos últimos días estoy metiendo un apretón para ver si me lo saco ya. Cuanto antes mejor, pero no está siendo fácil. —¿Le relaja el ajedrez? —Sí, sí, la verdad es que sí, muchísimo. Dicen que es muy bueno para la mente y para trabajar ese aspecto, me encanta jugar. —¿Y cuánto de mental tiene el tenis? —Yo te diría que la diferencia entre ser bueno y ser muy bueno está en la te. Todos tienen nivel de juego, todos juegan muy bien. En un entrenamie­nto aprecias que cualquiera puede ganar a cualquiera, pero llega el partido, llega la competició­n, y tienes que saber gestionar los nervios, jugar los momentos difíciles, estar en cada punto al 100%... Y eso no es fácil porque siempre suele haber altibajos. Por eso te digo que la diferencia entre los mejores y los que son muy buenos está en la cabeza.

—¿La trabaja mucho? ¿Necesita, además, que le mantengan con los pies en el suelo?

—Sí lo trabajamos. Pero a nivel mental me refiero dentro de la pista. Fuera de la pista, el estar con los pies en la tierra, el apartarme de todos los elogios que llegan… Yo, con 17 años, lo tengo muy claro: para ser bueno hay que ser humilde. Y de momento soy así, soy una persona educada y eso me lo han inculcado de pequeño, seguiré siendo así. Pero lo que trabajamos es en pista: no enfadarte, saber gestionar las crisis, los momentos difíciles…

—¿Con qué se enfada? ¿Ha perdido los nervios más de la cuenta?

—Muchísimas veces. A lo mejor no se ve porque al público no se lo transmito, pero mi equipo sabe al instante cuándo estoy bien, cuándo estoy relajado o cuándo estoy supernervi­oso o cabreado. Me lo notan enseguida.

—No da la sensación de ser de los que rompen raquetas o grita.

—Es algo que me han enseñado y sé que no tengo que transmitir debilidade­s al rival, eso es algo importante. Lo primero y fundamenta­l es controlart­e a ti mismo, si no lo haces no puedes competir o jugar bien contra el otro. Has de saber calmarte y buscar los puntos débiles del otro.

—El otro, mañana, es Rafael Nadal. ¿Cuántas veces se imaginó este partido? ¿Cree que le puede ganar?

—Sinceramen­te, he pensado muchísimas veces en jugar contra Rafa Nadal. Las ganas que tengo son inmensas. Me he despertado esta mañana (por ayer) y pensaba que jugaba ya esta misma tarde. Juan Carlos le ha ganado alguna vez y me podrá decir cómo jugarle. Personalme­nte a veces pienso que es invencible, pero no lo es. Todo el mundo tiene puntos débiles y hay que saber encontrarl­os.

—Sus amigos estarán alucinando con usted.

«He pensado muchísimas veces en jugar contra él. A veces pienso que es invencible, pero no lo es»

«En el equipo estamos bastante viciados al ajedrez, juego muchísimo. Es bueno para trabajar la mente»

—Sí, sí. Mis amigos también son del pueblo y la verdad es que están muy contentos y muy orgullosos. Tenía muchísimos mensajes, pero todos de personas cercanas, da gusto recibirlos.

—El otro día se entrenó en la pista contigua a Nadal, con quien compartió sesión de trabajo en Australia. ¿Qué tal en el trato?

—En Australia entrenamos y en algún descanso sí que hablábamos un poquito, pero nos centramos en el trabajo, tampoco charlamos demasiado.

—¿Cómo se enfoca un día como el de este miércoles?

—Bueno, pues un día normal. Haré lo que vengo haciendo todos estos días. Desayunaré lo mismo, comeré lo mismo, calentaré… Ya cuando se vaya acercando el partido los nervios se irán apoderando de mí y hablaremos más de la estrategia con Juan Carlos. Pero lo haré todo normal.

—Es muy versátil y dicen que tiene un tenis muy de pista rápida.

—Es verdad. Me adapto bien a las circunstan­cias, puedo jugar muy bien en tierra y también en rápida, me encuentro muy cómodo en las dos superficie­s.

—¿Tiene algún deseo por encima de otros?

—Ya dije que me gustaría ser número uno, pero siempre he querido ganar algún Grand Slam, alguna Copa Davis, los Juegos Olímpicos…

—Siendo tan joven, no tendría pósters en la habitación.

—Pues sí. Yo compartía habitación con mi hermano y teníamos un póster de Ferrer. Me fijaba en él y en Nadal.

—¿Le gustan las entrevista­s y hablar con la Prensa?

—Bueno, no me disgusta tampoco…

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Alcaraz, después de su triunfo ante Mannarino en primera ronda
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