El universo de Star Wars se hace infinito en las plataformas
Disney+ estrena ‘La remesa mala’, una serie animada con la que pretende repetir el éxito de ‘The Mandalorian’
No funcionó como se esperaba en la gran pantalla, pero parece haber encontrado su nicho en las plataformas. Tras el éxito de ‘The Mandalorian’, ‘La remesa mala’ es la gran prueba de fuego del universo Star Wars en Disney+ y, al igual que la serie de Jon Favreau, sabe jugar bien sus cartas. No tiene un Baby Yoda, aunque guarda algún que otro ‘tierno’ truco bajo la manga, recupera el espíritu de aventura de la ficción como digna baza del wéstern espacial y, como heredera de ‘La guerra de los clones’, mantiene la animación como su seña de identidad.
Creada por Dave Filoni, sigue la estrategia que Disney ha diseñado para sus grandes franquicias, desarrollando en profundidad personajes ya presentados anteriormente. En este caso, ‘Star Wars: La remesa mala’, que se estrenó ayer en la plataforma, recupera a unos viejos conocidos del universo galáctico. Alérgicos a las reglas por naturaleza, los protagonistas son los miembros de la llamada Fuerza Clon 99, un grupo de clones inadaptados pero de élite, especialistas con diversas habilidades que les hacen letales en el combate y que vivirán de primera mano la transición de poder que experimenta el mundo ideado por George Lucas.
La República ha caído, el Imperio se ha impuesto y los asteroides a sus órdenes todavía no saben si el cambio en el tablero cósmico es bueno o malo. «Queríamos ver cómo eran los primeros años del Imperio, no solo de los soldados clon sino en toda la galaxia. Explorar, por ejemplo, planetas que estaban a favor del fin de la guerra y abrazan el Imperio, sin saber lo que eso significa», explica Jennifer Corbett, guionista de la serie, que estrenará cada semana un nuevo episodio. «Esperamos que, con esta estrategia, se pueda crear conversación en torno a la ficción, como sucedió con ‘The Mandalorian’», reflexiona Brad Brau, supervisor de directores.
La serie profundizará en las consecuencias de ese cambio de poder para el escuadrón de clones rebeldes, formado por Hunter, el líder del grupo, Echo, Tech, Wrecker y Crosshair. Ellos, que fueron creados con cierta autonomía a pesar de estar a las órdenes de la República y que no informaban a nadie excepto al comandante Cody, ahora están con el Imperio. «Veremos cómo van a reaccionar a tener más reglas, cuando las odian, y ante ciertas cosas con las que no están a favor», explica Corbett.
En ‘La remesa mala’, el lote defectuoso no solo comparte cara sino también voz, que dobla Dee Bradley Baker. Cosas de la genética espacial. La magia de la animación también hace que vuelva a resucitar Peter Cushing, que recupera su Moff Tarkin y juega un papel importante en el devenir de este grupo de inadaptados. Y, a falta de un Grogu, tienen a Omega, que promete hacer las delicias de los fans y con quien el líder de este lote malo crea un vínculo especial.
Una serie sucesora
Todo ello, ingredientes para una receta de éxito. «La salsa secreta de Star Wars es que no puedes tener una gran película o serie sin que tenga corazón», reconoce la guionista, para quien lo mejor de este universo es su magnitud, que la dota de infinitas posibilidades. «Se pueden contar historias desde varias líneas de tiempo y diferentes perspectivas. No siempre se trata de Jedi, clones o senadores», asegura. «Al ser una serie sucesora, intentamos estar a la altura de esos estándares, pero es una galaxia diferente en este momento y la guerra ha terminado. Las cosas han cambiado», avanza Corbett.
Como soldados, nunca se habían posicionado políticamente, se limitaban a cumplir sus misiones. Pero el cambio de orden en la galaxia, y sus características diferencias con el resto de clones, provoca que empiecen a sospechar del Imperio. «Nunca cuestionaban nada y, de repente, sienten que algo va mal. ¿Pueden ser parte de eso? ¿Qué significa esa lucha para ellos? Todavía no se está produciendo una rebelión, y ellos intentan encontrar su lugar en la galaxia, en un momento de tanta inquietud e incertidumbre en el que su prioridad, aparentemente, es sobrevivir», aclara Corbett.