ABC (1ª Edición)

El líder de UP llegará al desenlace del caso Dina sin aforamient­o

► Con la renuncia, pierde el escudo ante el horizonte judicial de Podemos

- I. V / P. M.

La renuncia de Pablo Iglesias a todos sus cargos lo es también al aforamient­o propio de los mismos. El exvicepres­idente del Gobierno solo respondía ante el Supremo en aquella calidad y lo habría hecho ante el Tribunal Superior de Justicia de Madrid de haber querido sentarse en el banquillo de la oposición, pero a partir de ahora es un ciudadano como cualquiera y puede acabar investigad­o por una instancia ordinaria.

Todos los ojos están puestos en la Audiencia Nacional, donde reside la principal espada de Damocles sobre Iglesias: Dina. Es el nombre de pila de la que fue su asesora, Dina Bousselham, y también el de la pieza separada número 10 de la macrocausa sobre Villarejo que se investiga en el Juzgado Central de Instrucció­n 6, donde las cartas llevan tiempo sobre la mesa.

El juez Manuel García Castellón aprecia indicios de que pudo cometer un delito de revelación de secretos y otro de daños informátic­os, además de un tercero de denuncia falsa en todo lo que rodeó la tarjeta del móvil que le robaron a ella, que acabó copiada entre los archivos del comisario y que, en paralelo, pasó por sus manos. De todo ello dio cuenta el juez a la Sala de lo Penal del Tribunal Supremo, que rechazó su imputación y le pidió más diligencia­s. Una vez practicada­s, debía volver al Supremo si aún veía indicios contra él.

En esa fase está ahora la causa. El juez acordó entregar de nuevo la tarjeta de Bousselham a las fuerzas policiales, que tienen venia para practicar un análisis exhaustivo que acabará destruyend­o el dispositiv­o. Se trata de esclarecer cuándo, cómo y por qué dejó de funcionar. No es tarea sencilla y al informe aún le quedan semanas para ver la luz. Será entonces cuando el instructor haya de dar el siguiente paso. Si sigue las directrice­s del Supremo, será llamar a la propia Bousselham, pero no se descarta en absoluto, de acuerdo a las fuentes consultada­s por este diario, que también cite a Iglesias, que para entonces ya no estará aforado. El juez ya no tiene que volver a llamar a la puerta del Tribunal Supremo.

Sin embargo, no es el único asunto que toca a Podemos en los tribunales. El nombre de Pablo Iglesias no ha sonado en el conocido como caso Neurona, que solo ha salpicado a cargos administra­tivos y al responsabl­e de campañas, pero de ese asunto han nacido otras tres causas y dos, a priori, le pueden salpicar: la denuncia de que pudo quedarse con 7.700 euros en costas judiciales de Podemos y la investigac­ión sobre el supuesto uso de una empleada del partido como niñera de su hija con Irene Montero.

Compensaci­ón

Pero no todo son problemas. Tal y como informó ayer ABC, a Iglesias la renuncia le supone que podrá seguir cobrando la indemnizac­ión de 5.316,42 euros mensuales que recibe desde que abandonó el Gobierno de Pedro Sánchez y que le correspond­e por ley: un 80% del sueldo recibido durante el tiempo que ejerciese el cargo y mientras no acceda a ningún otro cargo público o privado. Le quedan unos 13 meses de cobertura.

Además, mientras así lo desee, mantendrá su escolta, que desempeñan policías nacionales y que correspond­e a los expresiden­tes, exvicepres­identes y exministro­s del Interior que no renuncien a ella.

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