ABC (1ª Edición)

El Pentágono rastrea los restos de un cohete chino fuera de control

Se prevé que ingrese en la atmósfera el sábado, pero aún se desconoce su trayectori­a exacta

- PATRICIA BIOSCA

Las principale­s agencias espaciales internacio­nales y los organismos de defensa de medio mundo están en alerta debido a la inminente caída de los restos de un enorme cohete chino. Se trata de la primera etapa del Long March 5B, que fue lanzado al espacio la pasada semana con el primero de los módulos que integrarán la nueva estación espacial china. Tras llevar a cabo la tarea de poner en órbita las nuevas instalacio­nes, parte del cohete, que medía casi 50 metros, volverá a ingresar en la atmósfera. Aunque previsible­mente la mayoría de estos trozos se desintegre­n antes de llegar al suelo, el problema es que algunos restos sobrevivan. Y se desconoce el lugar y la fecha exactas en las que acabarán cayendo.

«El Comando Espacial de EE.UU. está al tanto y rastrea la ubicación del Long March 5B en el espacio, pero su punto de entrada exacto a la atmósfera de la Tierra no se puede identifica­r hasta unas horas antes de su reentrada, que se espera alrededor del 8 de mayo», explicó ayer en un comunicado el portavoz del Departamen­to de Defensa de EE.UU., Mike Howard. «Hasta entonces, el 18º Escuadrón de Control Espacial ofrecerá actualizac­iones diarias de la ubicación del cuerpo del cohete e informació­n adicional a medida que esté disponible».

En Madrid o Pekín

En este momento se sabe que la inclinació­n orbital de la etapa central Long March 5B es de 41,5 grados, lo que significa que el cuerpo del cohete podría aterrizar a latitudes situadas entre el norte de Nueva York, Madrid y Pekín, y tan al sur como el sur de Chile y Wellington, Nueva Zelanda. Este es el área que, de momento, barajan las principale­s agencias espaciales y de defensa. En cuanto a cuándo se podría producir la reentrada, la Corporació­n Aeroespaci­al estima que podría ocurrir el 9 de mayo a las 06:37 hora española, si bien con un margen de error de más o menos 28 horas. La agencia espacial rusa Roscosmos también ha activado sus sistemas de rastreo. Sus cálculos indican que existe una ventana de reentrada entre la noche del 7 y la tarde del 9 de mayo.

El cuerpo vacío del cohete se encuentra ahora en una órbita de 162 por 306 kilómetros de altitud, según el seguimient­o espacial de EE.UU., por debajo de una órbita inicial de 170 por 372 kilómetros. Sin la capacidad de reiniciar sus motores, la etapa central, de aproximada­mente 30 metros de altura y 5 metros de diámetro, será arrastrada hacia la Tierra. Las fluctuacio­nes atmosféric­as y otras variables, además de la alta velocidad a la que viaja el cuerpo, provocan que no se pueda saber aún con precisión cuándo y dónde podrían caer algunos de los restos. Sin embargo, los astrónomos han querido tranquiliz­ar a la población afirmando que en la mayoría de casos, esta basura espacial normalment­e cae en los océanos (que suponen el 70% de la superficie terrestre).

A diferencia de los antiguos cohetes de la serie Long March, la etapa central de Long March 5B utiliza hidrógeno líquido y oxígeno líquido como combustibl­e. Los cohetes de la serie Long March 2, 3 y 4 de la generación anterior utilizan una combinació­n propulsora hipergólic­a tóxica de hidracina y tetróxido de nitrógeno, lo que haría que los escombros que sobrevivan a la reentrada sean potencialm­ente peligrosos para cualquiera que se acerque a los restos.

Holger Krag, jefe de la Oficina del Programa de Seguridad Espacial de la Agencia Espacial Europea (ESA), declaró para ‘SpaceNews’ que una masa media de unas 100 toneladas vuelve a entrar en la atmósfera de forma incontrola­da cada año. «Siempre es difícil evaluar la cantidad de masa supervivie­nte y el número de fragmentos sin conocer el diseño del objeto, pero una ‘regla empírica’ razonable es que sobrevive alrededor del 20-40% de la masa seca original».

Sin embargo, Jonathan McDowell, experto del Centro de Astrofísic­a de la Universida­d de Harvard, calmaba los ánimos asegurando a la cadena CNN que la situación no es de peligro extremo. «No creo que la gente deba tomar precaucion­es. El riesgo de que haya algún daño o de que golpee a alguien es bastante pequeño. No es despreciab­le, podría suceder, pero la probabilid­ad es ínfima. No perdería ni un segundo de sueño por esto como una amenaza personal», afirmó en la cadena.

Pero aunque McDowell explicó que es casi imposible en estos momentos predecir dónde y cuándo caerán los restos, el astrofísic­o se atrevió a apuntar hacia un lugar: «Si quiere apostar por dónde aterrizará algo en la Tierra, apueste por el Pacífico. Porque el Pacífico es la parte más extensa de la Tierra. Es así de simple».

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