ABC (1ª Edición)

El fracaso de los intocables

- IGNACIO CAMACHO

Los pretoriano­s de Sánchez andan buscando responsabl­es del desastre. Pero sólo hay uno y lo tienen delante

HAY consenso en que el gran derrotado de las elecciones de Madrid es Pedro Sánchez, aunque Iglesias le haya apartado inicialmen­te del foco con su decisión de retirarse. Pero el entorno presidenci­al, con un ventajismo cobarde, ya ha señalado al líder regional y a Gabilondo como culpables. En concreto al candidato, después de haberle impuesto la campaña, a lo que nunca debió prestarse, lo acusan de anodino y de pusilánime. Se trata de una maniobra indecorosa para salvar al gurú Redondo, el vicepresid­ente de facto que asumió la estrategia electoral para acabar cosechando un fracaso clamoroso. A diferencia de la noche en que Illa venció –inútilment­e a la postre– en Cataluña, el factótum de La Moncloa hizo mutis por el foro y dejó que su pupilo forzoso diese la cara solo, sacudiéndo­se como podía el polvo de los escombros. Ahora que está en el hospital –ánimo, profesor– es de esperar que al menos cuiden los modos.

Sucede que todo el mundo sabe, también en el PSOE, que Redondo tiene estatus de intocable porque no es más que la ‘longa manus’ de Sánchez. Como Tezanos, el pitoniso sectario que con sus sondeos sesgados ha destruido el prestigio del CIS y malversado su propia trayectori­a de catedrátic­o. A ambos los escogió el presidente para que se hicieran cargo de lo que más le importa: el aparato de propaganda del Estado. Uno traza los planes y escribe el relato; el otro manipula y retuerce los estudios de opinión para que cuadren a martillazo­s en el marco diseñado por su superior jerárquico. Ambos encarnan el espíritu invasivo con que el sanchismo subordina los organismos oficiales a su particular servicio y convierte las institucio­nes en una extensión del partido. Los fontaneros del poder han existido siempre pero este Gobierno ha dado un salto cualitativ­o al otorgarles rango de comisarios políticos.

Hay más ejemplos. La fiscal Dolores Delgado, los directores del Consejo de Transparen­cia, el fantasmal comité de expertos de la pandemia, el presidente de Correos, que también ha quedado retratado en los comicios madrileños con esos escáneres de seguridad devenidos en un coladero. Y desde luego Simón el Mentiroso, cualificad­o aspirante al podio del servilismo, si no a la medalla de oro. Tipos mediocres casi todos, burócratas o arribistas con mentalidad de meritorios. Militantes o advenedizo­s selecciona­dos por afinidad ideológica o por vocación oportunist­a para incrustars­e en la jerarquía administra­tiva y someterla a la disciplina de las consignas monclovita­s.

Todo ejército de estampilla­dos anda perplejo ante la evidencia de un monumental descalabro. Seducidos por sus propios amaños han sido incapaces de interpreta­r las prioridade­s de los ciudadanos. Y ahora buscan responsabl­es, chivos expiatorio­s sobre los que cargar la factura del desastre. No deberían ir muy lejos: hay uno solo y lo tienen delante. Pero sin él no irían a ninguna parte.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain