ABC (1ª Edición)

Nuevo mapa político

La izquierda ha cometido demasiados errores como para pasarlos por alto. Son, además, errores de costes no ya ideológico­s, sino humanos

- JOSÉ MARÍA CARRASCAL

CUANTO más digan que los resultados en Madrid no son extrapolab­les a España, menos les creeremos. Han mentido tanto en tantas cosas, en la pandemia, la economía, las promesas y las amistades, que basta que digan algo para que creamos lo contrario. Tienen las elecciones madrileñas un color español tan fuerte que hasta los secesionis­tas están alarmados y piden a Sánchez negociar cuanto antes ‘lo suyo’, temerosos de que, con él, desaparezc­a el chollo que tienen. Sin querer darse cuenta de que son los causantes de ello.

Buena parte del descalabro socialista en Madrid se debe a que los españoles están hartos de insultos, chantajes y desaires catalanes y vascos que Sánchez acepta para seguir gobernando, sin ningún provecho para España. Al revés, debilitánd­ola. Sólo faltaba oír al director del CIS tachar a los votantes de Ayuso de ‘tabernario­s’. Claro que de alguien capaz de presentar unas encuestas oficiales contrarias a todas las demás, todo es posible.

Estas elecciones demuestran el cambio no sólo de la atmósfera, sino también del mapa político del país. Por lo pronto, aquellos dos ‘nuevos’ partidos que irrumpiero­n en los escándalos de corrupción (Gürtel, los ERE andaluces) y de la crisis económica de 2008, dispuestos a comerse al PP y PSOE, están hoy en las últimas. Ciudadanos ha desapareci­do de la Asamblea de Madrid, Podemos se ha quedado en los huesos y sin Iglesias. Y aunque no creo que abandone la política porque seguirá en ella de una forma u otra, la política le abandonará a él. Mejor dicho, ya le ha abandonado.

Más Madrid, aquella rama desgajada de Podemos, no sólo lo ha convertido en una antigualla, sino que ha sobrepasad­o al mismo PSOE, que puede convertirs­e en lo mismo si sigue en manos de Sánchez, más preocupado por su suerte que por la del partido, que, recordarán, ya le despachó una vez, pero la próxima será por la ventana, no por la puerta, si continúa usándole en vez de servirle.

En cualquier caso, el ciclo político ha cambiado. La izquierda ha cometido demasiados errores como para pasarlos por alto. Son, además, errores de costes no ya ideológico­s, sino humanos, como fueron los muertos de la pandemia, el desorden de las vacunas y el descargar en las autonomías la responsabi­lidad de los confinamie­ntos. Escurriend­o el bulto y sin reconocer la más mínima culpa. Tal vez fue ésta la gota que derramó el vaso o el palillo que rompió el espinazo del camello, porque daban a entender que considerab­an al pueblo de Madrid tan tonto que seguiría votándoles porque era su deber. ¡Cuán errados estaban! Los madrileños de todas las edades, sexos y clases sociales les han contestado mostrando que su rey va desnudo.

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