Iglesias, parada de asno
La hiel de la política ha sido para Iglesias su intrascendencia en la gestión, el llegar pa’ná
LA ÉPICA con la que ha tuneado su ‘espantá’ de la política es la constatación empírica de que la escaleta y la escenografía de su salida la tenía guionizada desde mucho antes de que mi compañero Javier Chicote se coronara con la portada de su fichaje por el ciudadano Kane del populismo. En su lecho de muerte política, en su Xanadú de Galapagar, Iglesias no musitó Rosebud sino Roures.
La hiel de la política ha sido para Iglesias la intrascendencia en la gestión, ese llegar pa’ná, una carrera tan llena de pirotecnia, tan barroca en la forma como minimalista en el fondo. Ahora que retoma su andadura televisiva, hábitat natural de quien busca epatar como entreteneur (por favor que no nos ofenda arrogándose la condición de periodista) le regalo un consejo: cuidadito con la audiencia, que es inmisericorde y tanto almíbar casa mal con el efectista adoquín y acaba por castigar a quien se creyó Jean Valjean de ‘Los Miserables’ y terminó de Nacho Martín en ‘Médico de familia’. Podemos, un partido de aluvión armado tras el cayado de su Moisés, va camino de la desaparición porque tuvo arrancada de caballo y parada de asno. La presunta gente del pueblo ha demostrado un profundo desconocimiento de la psique de la peña, madrileña hoy, gallega, catalana y vasca antes, y a no mucho tardar de toda la de la geografía íbera.
El español eleva a los altares a la misma velocidad con la que quema en la hoguera de las vanidades. Eso, la egolatría, es uno de los pecados que han acabado por condenar al que asaltó los cielos para precipitarse al infierno, convencido de que le debíamos todo sin saber qué nos daba él a cambio. Hay que ‘googlear’ mucho para encontrar los hitos reales de gestión del vicepresidente para al final de la navegación constatar que Iglesias deja la política sin haber levantado más que barricadas. Ahora le tocará competir por el ‘prime time’ con aquellos que le moldearon la efigie de príncipe del proletariado y han asistido a ese final impostado de un tipo que ha tratado de colar como inmolación lo que ha sido un buscarse abrigo al calor del ‘share’.