París y Londres se enseñan los dientes por la pesca en Jersey
Los dos países enviaron buques de guerra por la protesta de los pescadores
La Unión Europea considera que el Reino Unido está incumpliendo el tratado que regula sus relaciones al haber impuesto por su cuenta condiciones adicionales a las licencias que necesitan ahora los pescadores continentales para faenar en sus aguas. Los marinos franceses, que son los más perjudicados, mantuvieron ayer bloqueado el puerto de St Helier, capital de la isla de Jersey, que se encuentra frente a sus costas pero que es de soberanía británica. Londres respondió enviando buques de guerra, Francia también y desde la Asamblea Nacional en París se llegó a hablar de cortarle la electricidad a esta pequeña isla. Todos se retiraron a mediodía, pero el hecho anticipa otra vez tensiones graves en las relaciones entre la UE y su antiguo socio.
El origen del conflicto está en las restricciones de las licencias de pesca para el acceso de los barcos franceses a las aguas de la isla bajo soberanía británica, pero situada apenas a 22 kilómetros de Francia. Los británicos solamente han autorizado a faenar, desde el 30 de abril hasta finales de año, a 41 de los 344 barcos que habían pedido permiso. Además se han establecido sin aviso previo límites sobre el número de días que pueden faenar, las especies que se pueden capturar y los tipos de métodos de pesca permitidos.
El control de la pesca en aguas británicas fue uno de los elementos más vistosos de la campaña para la salida del Reino Unido de la UE. En las negociaciones sobre el acuerdo comercial que regula las relaciones actuales, Bruselas accedió a reducir un 25% la presencia de pescadores franceses hasta 2026, cuando habían decidido volver a examinar la situación. Sin embargo, los británicos han decidido unilateralmente cambiar las reglas de juego, alegando que su interés es el de proteger el equilibrio ecológico y la sostenibilidad de las especies.
La Comisión insiste en que la parte británica ha incumplido sus compromisos y ha recordado que, según el acuerdo vigente, «cualquier condición nueva para las autorizaciones que limiten las actividades pesqueras deben cumplir con los objetivos y principios del acuerdo, pero también deben tener una explicación científica clara y racional».
En las negociaciones quedó claro que si los europeos no podían faenar en las aguas británicas, los pescadores británicos tampoco podrán vender sus capturas en el mercado europeo como han venido haciendo tradicionalmente.
El episodio se produce solo un día después de que se anunciara que Londres había accedido al fin a otorgar el estatuto diplomático pleno al embajador de la UE en Londres, algo que se resistía a aceptar y que mantenía congelados los contactos formales también en Bruselas.