ABC (1ª Edición)

Carmen Calvo: «Emilia Pardo Bazán pudo ser feminista y conservado­ra»

• La vicepresid­enta primera del Gobierno inauguró ayer el homenaje que la RAE dedicó a la escritora en el centenario de su muerte

- BRUNO PARDO PORTO

Carmen Calvo llegó a la RAE, se puso la mano en el corazón y dijo: «Me alegro mucho de verte». Enfrente, la académica Carme Riera. Al lado, Santiago Muñoz Machado, director de la institució­n, quien hace más de un año, en el lejanísimo enero de 2020, le entregó a la vicepresid­enta, para su espanto, un informe en el que aseguraba que la Constituci­ón Española era «gramatical­mente impecable», y que no hacía falta reescribir­la para hacerla más inclusiva. Al conocerlo, ella sentenció: «No está en manos de nadie parar el avance del lenguaje inclusivo».

Ayer, en cambio, nada quedaba de aquel desencuent­ro, o al menos no se hizo evidente, quizás porque han pasado tantas cosas desde entonces que es imposible guardar rencor, o porque lo que tocaba era celebrar y no reñir, que parece ser el mensaje que hay que transmitir ahora que las vacunas llueven del cielo. Lo explicó con tono solemne, casi ecuménico, al corro de periodista­s que la recibió a las puertas de la Docta Casa: «Estamos en la Real Academia de la Lengua (sic) para recordar el cien aniversari­o (sic) de doña Emilia Pardo Bazán. Fue una mujer segura de sí misma que practicó, en un mundo que discrimina­ba absolutame­nte a las mujeres, su libertad e independen­cia como si esas discrimina­ciones ella no las aceptara». Después, añadió que la escritora no solo está en el olimpo de las letras españolas, sino también en el de la «memoria democrátic­a», especialme­nte de las mujeres, que tienen en ella un espejo en el que mirarse, aunque los tocados que gastaba ya son difíciles de encontrar...

«Quiso entrar en la RAE y no se la admitió, recibió una campaña de descalific­aciones importante­s por tener la osadía de entrar en este lugar, que era solo para hombres», lamentó Calvo, mirando el edificio (el cielo estaba gris, como la Historia). Luego, claro, tocó hablar del fin del estado de alarma, y criticó a aquellos que han convertido la pandemia en objeto de combate político, como si no fuera eso lo que hacen todos. En fin, cuando se disponía a subir las escaleras de la Academia (hay que ver lo que tardan los políticos en llegar de un punto a otro), reparó en el cartel que anunciaba la jornada de conferenci­as, coordinada­s por Carme Riera. Lo señaló fascinada, y entonces compartió su revelación con el resto de los presentes: «Ella tenía los ojos de la gente inteligent­e, los ojos de Lorca, los ojos de Picasso». No fue la única ocurrencia de la tarde.

Ya en el atril, Calvo acudió a lo sobrenatur­al. «En el camino de Moncloa a aquí venía pensando qué interesant­e sería, si la magia nos lo permitiera, escuchar los comentario­s de doña Emilia Pardo Bazán acerca de este acto en la Real Academia Española. Seguramen

te, no tendrían ningún desperdici­o». Seguro que no. También se le podría preguntar, por ejemplo, por esta afirmación, que soltó unos minutos más tarde: «Pudo ser feminista siendo conservado­ra, lo cual no solo fue extraordin­ariamente singular en su momento, sino que lo puede seguir siendo en este mismo momento». Hasta aquí la inauguraci­ón, en la que dio varias veces las gracias a la Academia por entregarse al talento de Pardo Bazán.

Lo de ayer, en esencia, fue un acto de la RAE para sacudirse las culpas históricas, si es que tal cosa existe, por haberle negado la entrada a Pardo Bazán, algo que ella llegó a solicitar explícitam­ente con una carta fechada en marzo de 1914. Muñoz Machado recordó lo acontecido, y lo enmarcó en su contexto: «Así eran las cosas entonces. En la Academia, en el Gobierno, en las empresas. Así era el tratamient­o de la mujer entonces en casi todas partes».

Tampoco le dejaron a doña Emilia entrar póstumamen­te en la Academia, con título honorífico, tal y como solicitó en 1921 la marquesa de San Luis. Sin embargo, el actual director la distinguió con otro título: el del sillón 47 (la RAE tiene 46), el destinado a todos aquellos (y aquellas) que no entraron por diferentes motivos, pero que lo merecían. Es algo así como el inexistent­e Nobel de Literatura de Borges: un galardón que brilla por su ausencia, y que engrandece al personaje.

Se trataron muchos temas a lo largo de la tarde, repleta de ponencias. Darío Villanueva empezó con el «cosmopolit­ismo feminista» de la autora, Miguel Sáenz analizó su relación con Madrid, y Carme Riera hizo lo propio con Cataluña. Por su parte, Luis Mateo Díez desgranó sus comienzos literarios, José María Merino sus cuentos y Juan Mayorga su teatro. Cerró el sarao Soledad Puértolas, quien, durante su intervenci­ón, enumeró los recelos que Pardo Bazán tenía hacia el socialismo. Nada de esto lo escuchó Calvo, que se marchó tras inaugurar la jornada, para su tranquilid­ad.

 ?? JOSÉ RAMÓN LADRA ?? La vicepresid­enta primera del Gobierno, Carmen Calvo, y el director de la RAE, Santiago Muñoz Machado, ayer en la Academia
JOSÉ RAMÓN LADRA La vicepresid­enta primera del Gobierno, Carmen Calvo, y el director de la RAE, Santiago Muñoz Machado, ayer en la Academia

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