ABC (1ª Edición)

Bonita Pardo Bazán

- JESÚS GARCÍA CALERO

Hay que aplaudir generosame­nte los reaños de la vicepresid­enta del Gobierno Carmen Calvo cuando lo merece. Estábamos todos deseando verla de vuelta por la Real Academia Española, institució­n que tiene nombre de mujer pero siempre se organizó con una secular mayoría de varones. Calvo ha sido la perfecta insumisa de la RAE a cuenta del dictamen sobre el lenguaje inclusivo de la Constituci­ón, que ella quería tunear con la bendición de la Docta Casa. Se llevó un gran disgusto cuando le quitaron educadamen­te la razón y desde entonces no había puesto un pie. El homenaje a Emilia Pardo Bazán parecía la ocasión perfecta y por eso Calvo estaba allí.

Los discursos de la vicepresid­enta son como la caja de bombones de Forrest Gump, nunca sabes lo que te va a tocar. Y ayer fue muy sabroso escucharla hablar del feminismo de doña Emilia. Porque no evitó reconocer que la gallega era conservado­ra y aun así feminista, impulsora de la libertad de las mujeres españolas. Calvo es la autoridad en esto porque un día espetó: «No, bonita», cuando alguien quiso extender el feminismo de modo transversa­l, hablando incluso de feminismo liberal. «No, bonita», repitió. «Nos lo hemos currado en la genealogía del pensamient­o progresist­a. Es patrimonio». E ideología. Nadie le tosa, ni con mascarilla.

Han hecho falta dos años de entrenamie­nto para realizar este regate de sí misma ante el respetable y que no se escuchasen los crujidos en las vértebras de la genealogía. Que doña Emilia era conservado­ra y feminista tiene un pase, pero no pudo evitar media puya: «No fue solo extraordin­ariamente singular en su momento sino que lo puede seguir siendo en este mismo». Perdona, Bonita Pardo Bazán, pero lo tuyo... qué raro.

Para una socialista como Calvo es tan difícil hablar de feminismo conservado­r como de cañas, exparejas y berberecho­s llorando sobre la urna derramada en Madrid. Si doña Emilia era feminista poseyendo el pazo de Meirás, que sea aceptada en todo caso como la excepción facha que confirma la regla progre.

La vicepresid­enta, que es también ministra de Memoria Democrátic­a, anda ahora apuntando –en nombre de la genealogía– a requisar los váteres del pazo de Meirás, do Franco obraba cuando no reprimía ni estaba cara al sol. Hay humanas excepcione­s para todo.

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