Inspiración mediterránea
Fundado en Barcelona, el grupo Belbo Collection tiene como objetivo poner en marcha restaurantes inspirados en el estilo de vida mediterráneo y en su gastronomía. Hace dos meses abrieron su primer establecimiento en la Ciudad Condal, Candela, en la Rambla de Cataluña, y ahora, siguiendo esa creciente tendencia que hace que los empresarios catalanes pongan sus ojos en Madrid y abran restaurantes en la capital, acaban de inaugurar Piropo en la plaza de Santa Ana madrileña con una atractiva cocina mediterránea en un ambiente desenfadado. Amplia terraza en la plaza y un espacio interior, decorado en madera y con plantas naturales, que cuenta también con una barra (para cuando éstas puedan volver a la normalidad). Lástima que las mesas estén sin mantel, esa plaga que no nos cansaremos de criticar. A través de una gran cristalera, desde la calle puede verse una de las dos cocinas del restaurante, la que está dedicada a la elaboración de arroces y a las brasas, protagonistas de una carta que resulta demasiado extensa.
El apartado de taperío va desde unas correctas gildas (3,20 €) hasta una estupenda ensaladilla gaditana de gambas con mayonesa de sus cabezas (5,80), pasando por un buen queso curado de cabra payoya (9,80), unas anchoas 00 de La Escala (2,90 cada una), y el preceptivo pan con tomate muy bien presentado. Para comer entre horas hay un pequeño capítulo de bocadillos. Me gusta especialmente el de calamares con mayonesa de bonito ahumado (8,40). Se incluyen también algunas frituras que resultan lo más flojo de la oferta. A las croquetas de rabo de toro (2,20) les falta sabor, y al «fish and papas» (9,80), que es de cazón en adobo, le falla el rebozado. Mucho mejor la parte de las brasas, de donde llegan unos ricos berberechos aliñados con vodka y lima (18,80) y unas buenas navajas del Delta del Ebro con ajada (16,80). Y de las brasas también los espetos, otra de las apuestas de Piropo. Pruebo el de sardinas (9,80). Todavía no está este pescado en su mejor momento, y se nota. Habrá que esperar a que llegue su temporada.
Lo que sí está muy bien es el arroz el señorito (21,40), bastante por encima de la media de los que se pueden
comer en Madrid. Para hacerlos han instalado uno de esos artilugios que los hacen de manera casi automática y garantizan una gran regularidad. Elaboran también paella valenciana, arroz negro, fideuá y uno meloso de setas y costilla de ibérico. Los postres se presentan, cremosos, en unos tarros de cristal. Algo irregulares, destaca el de tocinillo de cielo. Carta de vinos bastante justa, con precios contenidos. Y una oferta de coctelería que aún tiene que mejorar. En cualquier caso, buenas sensaciones en los primeros días de esta nueva casa.