DAVID SUMMERS: «NUESTRO ANHELO DE FUTURO ES QUE VUELVA EL PASADO»
Los Hombres G publican el primer single de un disco dedicado a su bar de toda la vida
Quince meses después de interrumpir su gira por México, donde andaban presentando su disco ‘Resurrección’ (2019) cuando estalló la pandemia, Hombres G reaparecen con ‘Se me sale el corazón’, primer sencillo de ‘La esquina de Rowland’, disco de estudio que saldrá en octubre y cuyo título rinde homenaje a su bar de toda la vida.
—Carlos Rivera canta en su primer single. ¿Cómo surgió esta colaboración?
—Por amistad. Le conocí hace unos meses a través de un amigo. Concertamos una cena, nos hicimos amigos y le pedí que cantara con nosotros. Me parece que es un artista acojonante, un cantante extraordinario y un chaval estupendo. Somos conscientes del poder que tiene Carlos en EE.UU. y México, dos de nuestros principales mercados. La conjunción era perfecta. Hemos hecho un ‘reggae’ al estilo Hombres G. Es un ‘reggae’, pero no podemos evitar convertir todo lo que tocamos en algo propio.
—Grabaron el nuevo disco en su casa, en octubre, cuando la pandemia estaba dando un respiro.
—Sí, pero estos pobres venían con la mascarilla. Al final nos las quitábamos (risas), total, estábamos nosotros cuatro solos. Hemos estado muy unidos, más que nunca. Quedar en mi casa, tener todo el tiempo del mundo, comer juntos, trabajar las canciones cocinándolas poco a poco sin tener fechas de entrega ni presiones de nadie... ¡Ni siquiera presupuesto! Estuvimos en mi casa trabajando las horas que hiciera falta. Y hacerlo así, con esa tranquilidad, sin que nadie te dé el coñazo, ha favorecido al disco y creo que es el mejor que hemos hecho, al menos en este siglo. Nuestra idea siempre es que cada nuevo disco sea un poquito mejor que el anterior, pero en este caso es mucho, mucho mejor.
—Está dedicado al Rowland, su bar de siempre. Increíble que haya aguantado la pandemia, ¿no?
—Ha estado cerrado porque es muy chiquitín, y lo de la reducción de aforo era implanteable para ellos. Creo que ya lo han vuelto a abrir, así que iré a tomarme una cervecita en cuanto pueda.
—¿Qué cosas pasaban en esa esquina del Rowland?
—Vamos al Rowland desde que somos pequeñitos, desde los diecisiete años. Al principio éramos menores de edad y no nos dejaban entrar en el bar. Pasaban nuestros hermanos mayores, y nosotros nos imaginábamos que aquello era un paraíso lleno de tías buenas (risas). Pero un buen día nos dejaron entrar, y ahí empezamos a tomar las primeras birras, a echarnos nuestras primeras novias. En la barra de su bar tuvimos nuestros primeros sueños de éxito con el grupo, que lo teníamos recién montado. Era el sitio donde empezamos a soñar, a disfrutar de lo que luego la vida nos fue regalando. Queríamos volver a esa sensación. La letra de la canción que da título al disco habla de mí mismo con diecisiete años. Hay una línea que dice: «Es muy triste saber que ya no queda nadie con quien beber». Tú vas ahora al Rowland y sigue exactamente igual que en el año 83, con la misma decoración, los mismos dueños, la misma gente. Para nosotros, el Rowland y Hombres G son las únicas cosas en las que nada ha cambiado.
—¿Qué música descubrieron allí?
—Descubrimos un montón de música. El Nano, su dueño, es un apasionado de la música y nos ponía canciones y discos que no habíamos oído nunca. Estábamos todo el rato preguntándole: «¿Y esto qué es? ¡Cómo mola!», y al final incluso nos subíamos a su casa para que nos siguiera poniendo discos. Nos pasábamos allí noches enteras. Le debemos muchísimo.
—Al Rowland ya le dedicaron ‘Visite nuestro bar’, en 1986.
—Exactamente. Con la de ahora ya van dos canciones dedicadas a nuestro bar de toda la vida.
—Allí también se rodaron escenas de ‘Devuélveme a mi chica’.
—Sí, sí. Es que ya le digo, el Rowland ha estado ligado a toda nuestra vida y nuestra carrera. Aquel rodaje fue mucho más divertido que lo que se ve en la película. Hacíamos lo que queríamos, mi padre era el director y nos dejaba decir lo que quisiéramos, estábamos entre amigos, mi novia era la protagonista, mi hermano era ayudante de dirección, mi primo era el malo... Éramos como una gran familia que se descojonaba todo el rato. Fue una experiencia maravillosa.
—Ha dicho que sentían una necesidad de volver a esas viejas sensaciones. Ahora que el mundo se ha vuelto tan loco, ¿la nostalgia se ha revalorizado?
—Sí, y me jode porque a mí siempre me ha gustado mirar hacia delante. Pero ahora miramos hacia atrás porque el presente que tenemos es una mierda. Hay que convertirlo en pasado lo antes posible. El mundo se ha vuelto tan loco, o, mejor dicho, se ha vuelto tan gilipollas que la esperanza, el anhelo de futuro es que vuelva el pasado, y eso no había ocurrido antes.
Hemos llegado a un punto de desesperanza, de incertidumbre y frustración en tantos sentidos, que nos está machacando mucho.
—Las diferentes formas de mirar a nuestro pasado, y a los que nos gustaría que volviera de él, están generando mucho debate. El tema de la generación que va a vivir peor que sus padres, ya sabe.
—Yo tengo hijos veinteañeros y estoy muy preocupado. Por ellos y por todos los jóvenes. La expectativa de futuro que tienen es muy jodida. Y no podemos hacer mucho para cambiarlo. Solo podemos aguantar, trabajar muy duro e intentar arreglar un poco este mundo. Y si la calidad de nuestros políticos mejora, aunque solo sea un poquito, ya sería la hostia.
—Calamaro me dijo hace unas semanas que «un país sin interés por el boxeo es un país de cobardes». Usted, que es un gran aficionado a ese deporte, ¿cómo ve esa reflexión?
—Tiene razón. Andrés es un crack, es mi amigo. Él también es un gran aficionado, igual que yo. Los seguidores del boxeo en España estamos decepcionadísimos con el poco apoyo que tiene en este país, es lamentable. Yo soy aficionado desde niño, lo practico y voy a ver combates. Justo esta semana he comido con Garci, un tío acojonante, también muy aficionado al boxeo, y hablábamos del poco apoyo que ha tenido el deporte en nuestro país.