ABC (1ª Edición)

Un jomeinista duro, Raisi, favorito en la farsa electoral que hoy celebra Irán

► El jefe de la Autoridad Judicial sustituirá a Rohani para encabezar la negociació­n con la Administra­ción Biden

- FRANCISCO DE ANDRÉS

Un clérigo chií del ala dura del régimen jomeinista, Ebrahim Raisi, se presenta hoy como favorito en las elecciones presidenci­ales que celebra cada cuatro años Irán, unos comicios sin misterio porque solo participan un puñado de candidatos previament­e autorizado­s por el órgano de poder de la dictadura clerical, el Consejo de Guardianes. La única emoción de estas elecciones será la producida por el grado de abstención electoral, termómetro del descontent­o de los 83 millones de iraníes. El último simulacro con las urnas, los comicios parlamenta­rios del año pasado, registraro­n una participac­ión del 43 por ciento del electorado. Los pronóstico­s indican que la abstención de hoy, la real no la oficial, será mucho mayor.

Ebrahim Raisi, de 60 años de edad y jefe de la Autoridad Judicial de Irán, no tiene enfrente a ningún rival de peso, solo a tres comparsas aprobados por el Consejo de Guardianes para dar una imagen de pluralismo en el voto. No se descarta que el candidato ‘moderado’ Hemmati saque suficiente­s votos como para forzar una segunda vuelta a finales de mes.

Falso positivo

Cercano al Guía Supremo, el ayatolá Jamenei, Raisi pertenece al sector duro del régimen fundamenta­lista y algunos han recordado que fue uno de los jomeinista­s fanáticos que ayudó a orquestar las ejecucione­s masivas de prisionero­s políticos en la década de los 80. ‘The Economist’ lo califica como un orador soporífero, que podría llevar a la exasperaci­ón al equipo de negociacio­nes internacio­nales en Viena si envía a ese foro a ideólogos de su entorno como Jalili, famoso por sus largos exordios teológicos.

El proceso de hoy pone fin, por exigencias legales, a los ocho años de Rohani al frente de una presidenci­a que tiene poderes muy limitados: quien manda en Irán es la camarilla de clérigos chiíes y su líder máximo, Jamenei, que es quien tiene siempre la última palabra.

Rohani, con cierta fama de reformista, vio truncada sus esperanzas de resucitar un poco la economía y el empleo en Irán tras la decisión de Trump de romper en 2028 con el acuerdo nuclear de 2015, lo que trajo de vuelta las sanciones internacio­nales. Las protestas populares de finales de 2017, 2018 y 2019, reprimidas con violencia, quitaron el velo al supuesto reformismo del gobierno de Rohani. Después, la pandemia del Covid-19 puso la puntilla. Irán ha sido uno de los países más afectados por el virus: las cifras oficiales hablan de tres millones de afectados y 82.000 muertes.

La llegada de Joe Biden a la Casa Blanca, y su compromiso de volver a pactar un acuerdo con Irán para que no desarrolle el arma atómica, es un punto de esperanza para el régimen porque significar­ía el fin de las sanciones económicas y un respiro para sus arcas. Pero los analistas consideran que la llegada de un ‘duro’ como Raisi no mejora la expectativ­a de un acuerdo rápido, y menos aún de que no acabe naufragand­o como el de 2015.

El único punto de emoción lo constituye el grado de abstención; en las últimas elecciones fue oficialmen­te el 57 por ciento

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// REUTERS Ebrahim Raisi

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