El territorio de la libertad
‘LA VIDA ES UN ROMANCE’
Creación y baile: María Juncal. Música: Riky Rivera, Óscar Lago y Pino Losada. Asesoría
coreográfica: Jesús Carmona. Dirección artística: Ángel Rojas. Vestuario: María Lafuente. Iluminación: Tito Osuna. Guitarra: Pino Losada. Percusión:
Luky Losada. Cante: Juan Triviño, Juañares y Saúl Quirós. Teatro Cofidis Alcázar, Madrid
JULIO BRAVO
María Juncal, canaria, descendiente de una figura de la danza española tan significativa como Trini Borrull –autora de ‘La danza española’, un manual imprescindible–, lleva muchos años siendo un verso suelto dentro de nuestro baile flamenco. Con ‘El encierro de Anna Frank’, su anterior espectáculo, demostró la elasticidad del flamenco, capaz de contar todo tipo de historias, y no solo las que el tópico le atribuye a este arte. No es, evidentemente, la primera, ni será la última, que se resista a esas reglas no escritas que limitan y acotan un espacio, el escenario, que es el territorio de la libertad.
Ahora la bailaora echa la mirada hacia atrás para evocar, a través de su propio lenguaje, una manera de contar historias que remite también a una época y que tiene que ver con un modo de entender el flamenco y el baile, que al fin y al cabo también pretende contar historias.
Un guitarrista, un percusionista y tres cantaores son el arropamiento de María Juncal, protagonista única y absoluta del baile. Ella busca la complicidad en cada uno de sus movimientos, se apoya en sus cantes para templar sus movimientos, que van desde la contemporaneidad del número inicial, ‘La piel sin mácula’, hasta la profundidad de la ‘Seguiriya del caminante’. Es en esa hondura donde el baile de María Juncal se muestra más bruñido, donde saca verdadero partido a su musicalidad, a su elegancia, un punto salvaje, a sus brazos dóciles y a su taconeo feroz. De la excelente factura del espectáculo (una vez más se demuestra que menos es más) es también responsable Ángel Rojas, uno de los mejores arquitectos que tiene hoy en día nuestro flamenco.