La Dama de la sonrisa de Corea conquista España
Kim Jung conoció a su marido en una protesta. Ella le pidió matrimonio. Adora la música y los animales
Mientras el ‘president’ catalán,
Pere Aragonès, plantaba al Rey Felipe VI en la cena del Círculo de Economía y con él al jefe de Estado de Corea del Sur,
Moon Jae-in; la Reina Letizia acompañaba a la primera dama,
Kim Jung-sook, a una exposición organizada por la ONCE. Tan buena fue la sintonía entre ambas mujeres que, incluso, tentaron a la suerte comprando dos cupones cuyos números recogían la fecha del establecimiento de relaciones diplomáticas entre ambos países, 17350 y 50317 por el 17 de marzo de 1950, efeméride conmemorada en esta visita oficial.
La fortuna ha dejado su impronta en la vida de Kim, nacida hace 66 años en Seúl. Sus padres regentaban una pequeña tienda de hanbok, vestido tradicional coreano, en un mercado de la capital. La niña pronto demostró ser una colegiala aplicada y tras graduarse en un centro femenino continuó sus estudios en la Univeridad Kyung Hee, una de las más prestigiosas del país.
Allí conocería a un apuesto muchacho que acabaría siendo su marido, primero, y presidente después. Moon Jae-in, hijo de refugiados norcoreanos muy pobres, debía su plaza en la universidad a una beca por su brillante desempeño académico. Corea del Sur era de aquella una dictadura bajo el mandato de Park Chung-hee – cuya hija mayor, Park Geunhye, ostentaría la presidencia entre 2013 y 2017 y precedería en el cargo al propio Moon.
La pareja se conoció en una manifestación contra el régimen organizada por él. Durante las protestas, Moon perdió el conocimiento tras ser golpeado por un bote de gas lacrimógeno. «Cuando abrí los ojos, la vi limpiando mi rostro, nerviosa, con un pañuelo», recordaría el mandatario años después. Moon fue arrestado y expulsado de la universidad por la movilización, pero encontró a cambio el amor.
A este encuentro siguió un enlace no menos peculiar. Kim rompió la tradición al pedirle matrimonio a Moon, algo sin precedentes en una sociedad tan conservadora como la surcoreanoa. «¿Te vas a casar conmigo o no? Dímelo ahora mismo», estalló ella, romántica. En 1981 ya eran marido y mujer.
Abogada y candidata
Tras cumplir el servicio militar y completar sus estudios universitarios, Moon comenzó una carrera como abogado de derechos humanos. De aquella era un joven idealista que soñaba con luchar por los más necesitados en los tribunales de una Corea unificada. Sus convicciones le llevarían a la política, en las filas del Partido Democrático. En 2012 perdió las elecciones frente a la hija del dictador, destituida en 2017 tras un escándalo que destapó una red de corruptelas y tráfico de influencias. En mayo de ese año se celebraron unos nuevos comicios en los que Moon se impuso con claridad.
Kim acompañó a su marido durante la campaña, en la que supuso un pilar fundamental. La simpatía que le caracteriza –no en vano es conocida popularmente como ‘la Dama Feliz’– complementó la figura de Moon y le ayudó a ganar votos en circunscripciones del país en las que partía con desventaja. Fue el caso, por ejemplo, de la provincia de Jeolla, la cual llegó a visitar una vez a la semana para interactuar con los residentes y escuchar sus inquietudes.
Desde entonces ambos viven en la residencia presidencial coreana, Cheongwadae –la Casa Azul–, en compañía de cuatro perros y un gato, todos adoptados. «Aspiro a ser yo misma, como siempre he sido. Una primera dama que puede comunicarse con la gente, como cualquier otra persona (...) Siempre me mantendré cerca de los ciudadanos», explicaba ella en una entrevista con el ‘Korea Herald’.
Kim, apasionada de la música, ha centrado su labor oficial en causas sociales relacionadas con las familias monoparentales, ancianos y discapacitados, poniendo en práctica una calidez que ha conquistado a su país y con la que espera, como los cupones de la ONCE, repartir algo de suerte.