ABC (1ª Edición)

«En toda mi carrera nadie me ha tocado un pecho ni se me ha abalanzado»

∑ No tiene redes sociales, ni pareja, ni hijos, pero sí un gran patrimonio cultural y personal

- BEATRIZ CORTÁZAR

Musa de la transición, primer desnudo en un teatro, mujer independie­nte donde las haya, e hija ejemplar que hoy aún llora la muerte de su madre, la actriz sigue igual de firme en sus creencias y alucinada del panorama político actual. —¿A qué sabe recibir un galardón como el Bombín de San Isidro cuando lleva un tiempo retirada del mundanal ruido?

—Ha sido una sorpresa absoluta, pero sé que ha sido una idea de mi querido Álvaro Luis con el que tengo muy buena relación desde los años de ‘Caliente y frío’ pero es verdad que fue mi primera aparición pública y encima aún sin vacunar (hoy está a la espera de la segunda dosis). —¿Cómo ha pasado este año?

—La primera parte del confinamie­nto reconozco que lo llevé fenomenal. Asumí que había una pandemia y no me moví de casa. Cuando empezó a desmadrars­e el tema y veía los botellones, fiestas e inconscien­cia de la gente me entró angustia porque pensaba que no iba a acabar nunca. Ha pasado más de un año y aún hoy vemos nuevos brotes, y creo que hay que ponerse serios y no hacer locuras pensando que ya se ha terminado. Yo he estado en modo burbuja con la suerte de poder irme a mi casa en el campo donde podía respirar aire puro. He rechazado algunas ofertas porque no quería asumir riesgos. —Ha estado volcada en el cuidado de su madre hasta su final. Es verdad que tenía 104 años, pero el sentimient­o de orfandad es algo que no tiene edad.

—La pérdida de una madre te marca la vida. La muerte de mi padre fue un trauma, pero lo de una madre es algo muy profundo e intenso y más si convives y no la abandonas en

ningún momento. Me siento satisfecha porque creo que he cumplido con mi deber, pero a la vez siento un vacío enorme porque era una mujer extraordin­aria. —¿Su relación siempre fue así de estrecha o el tiempo se encargó de unirlas?

—Reconozco que tuve una adolescenc­ia un tanto cañí como correspond­e a la edad, pero mi suerte es que tuve a unos padres muy liberales. Mi madre fue una de las primeras mujeres que en plena República con

Azaña ganó unas oposicione­s al Ejército. Se pasó toda la guerra en el Congreso por su preparació­n y te aseguro que teniendo una madre así de libre todo es más fácil.

—Con un ejemplo así y con su carrera profesiona­l no sé qué opina de los movimiento­s feministas actuales.

–Lo que se está haciendo ahora no es nada comparado con la que han hecho las mujeres en años anteriores que sí han cambiado absolutame­nte las cosas en un mundo muy diferente al actual. Antes se luchaba por el deseo de ser libre, de poder votar. Hoy no siento esa sensación de libertad. Creo que todo es muy impostado y se mezclan las cosas. —Siempre se ha marcado sus líneas rojas de hasta dónde quería llegar. Eso no es algo que se consiga fácilmente. —Me he abierto hasta donde creía que debía por mis principios y creencias. La gran diferencia de las mujeres que hemos estado en la Transición era que entonces había un espíritu común de concordia y no rencor. Hoy lo que hay son sentimient­os muy negativos y unas maneras de difamación y calumnias para degradar, así como chiringuit­os políticos y culturales que devalúan completame­nte a un país que parece pocos recuerdan su extraordin­aria historia. —¿Como musa de una Transición que en muchas universida­des ha sido considerad­a como un ejemplo para el resto del mundo qué opina de la manera en la que se está revisando y cuestionan­do todo lo que se pactó en esos años de cambio de régimen?

—A mi padre se lo llevaron a Paracuello­s

y la familia de mi madre le salvó la vida, pero en mi casa nunca ha habido rencor ni se hablaba de esos momentos. Fíjate que yo me enteré poco antes de que muriera. Eso te da reflejo de cómo se pasó página. La revancha actual porque se perdió esa guerra tiene un fondo de envidia, resentimie­nto, de frustració­n y lo que falta es la grandeza del perdón. —Otro de sus hitos fue protagoniz­ar el primer desnudo sobre un escenario. ¿Hubo truco?

«Mi madre fue de las primeras mujeres en ganar una oposición al Ejército en plena República» «He estado toda la pandemia sola. Tengo la premonició­n que ahora vendrán tiempos hermosos»

—Fue un acto de libertad porque el censor me había puesto un imperdible en la túnica que llevaba de Elio Bernhayer.

Le consulté a Antonio Gala y me dijo que hiciera lo que me diera la gana. Cuando salí al escenario me lo quité y no pasó nada. La sociedad civil estaba preparada para el cambio y por eso se hizo de una manera tan tranquila. —¿Entonces éramos más libres que hoy con las redes sociales?

–No pertenezco a ese mundo porque no tengo nada. Es verdad que hoy somos menos libres que hace unos años. Ya ni te puedes fumar un cigarrillo en la playa mientras están contaminan­do Marte. —¿En su caso cree que esa libertad tiene un precio incluso profesiona­l?

—No. Lo único que quiero es hacer algo en lo que crea y espero que alguien de una vez hable de la ley de mecenazgo porque no quiero llamar a ninguna puerta ni ser una palmera de un partido político.

—¿Qué es de su vida fuera de los escenarios?

—Uno sale en los medios cuando hay un motivo profesiona­l. A mi no se me ha ocurrido llamar a nadie para decir que había muerto mi madre. Eso ni se me pasa por la cabeza. Como decía mi abuela ‘que se queme la casa, pero no se vea el humo’. —¿Hoy le preocupa pensar quién cuidará de usted el día que le haga falta?

—Creo en el destino y si el mío no ha querido que tuviera hijos no me supone ningún resentimie­nto. Estoy a gusto en mi soledad y no vivo con esa pena además los hijos no se tienen para que te cuiden. —¿Después de toda una vida trabajando cuenta con un buen patrimonio que le da tranquilid­ad?

—Como dice la famosa frase ‘nunca se está demasiado delgado ni suficiente­mente rico’. Soy una mujer sin grandes lujos ni gastos. No soy especialme­nte caprichosa, lo que sí me encanta es viajar. Cuando falleció mi madre me fui a Nueva York y vi Broadway por última vez. Tengo algo de visionaria y recuerdo que pensé que algo iba a pasar en el mundo porque había demasiada gente por las calles y muchas bolsas de basura en las calles. —¿Y el amor cómo lo tenemos?

–He estado toda la pandemia sola y pienso que ahora vendrán tiempos hermosos. Tengo esa premonició­n. —¿El amor le ha dado grandes alegrías?

—Ha habido de todo lo que ocurre es que cuando no estoy bien con alguien me marcho. Estoy en contra y cansada de que siempre se narren historias donde las mujeres son víctimas. Quiero mujeres que triunfan, que están bien, esos son buenos estímulos para el resto. —¿Usted podría contar mucho sobre los abusos en el mundo del espectácul­o?

—En toda mi carrera nadie me ha tocado un pecho ni se me ha abalanzado. Lo que sí he vivido es la venganza de los que he dicho no. De ellos o su entorno. Pero no hay que confundir las cosas. —¿De sus amores quién le ha marcado?

—Mi primer amor porque me cambió. Tenía 22 años y fue una gran historia.

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