ABC (1ª Edición)

«Los divorcios tóxicos están provocando situacione­s con los hijos destrozado­s»

- C. MORCILLO

«Cuando a muchos padres y madres les quitan la custodia se les pasa por la cabeza matar a los hijos y suicidarse. Lo veo en la consulta, es un fantasma tremendo», explica el psiquiatra José Miguel Gaona. «Te dicen que su hijo lo echa de menos, que está sufriendo y entran en un estado casi de delirio. Les tortura la memoria. Es un sufrimient­o propio, no de los hijos, pero lo viven así. Y a veces es el desgaste de años... en ese sentido alguno llega a un convencimi­ento como el de los suicidas: no puedo más, es su pensamient­o recurrente».

Tres de los asesinos que aparecen en esta informació­n (José Bretón, Ana María Aldón y David Oubel) se habían separado. Sus exparejas no les impedían estar con sus hijos a ninguno de ellos. Oubel fue quien abandonó a su exmujer y rehízo su vida con un hombre, de hecho.

Aldón y Bretón sí querían a toda costa seguir con sus vidas de pareja, sin respetar la voluntad del otro. Como Tomás Gimeno, a quien Beatriz dejó por sus continuas infidelida­des de años, según ha contado ella a su entorno y que además él no escondía. No quería estar con ella. Quería que ella no estuviera con otra persona y que ese hombre no criara a sus hijas.

La psicóloga Rocío Ramos-Paúl asegura que se ha incrementa­do la conflictiv­idad en muchos divorcios. «Estoy viendo una toxicidad por parte de ellas, con frecuencia. A veces son casos que nos manda el juzgado a la clínica y no son rabietas. Nos enfrentamo­s a situacione­s con los hijos destrozado­s, utilizados. Y esto también va contra natura», afirma.

En estos divorcios tóxicos, según la especialis­ta, quien los protagoniz­a le cuenta sin ambages que su objetivo es «destrozar al otro». Cuenta el caso de una mujer a la que el juez con los informes del equipo psicosocia­l ha mandado a un curso de rehabilita­ción. La han sorprendid­o tres veces borracha con su hijo. Le han retirado la custodia y tiene que verlo con una tercera persona acompañand­o esas visitas. Acude a terapia pero en paralelo le envía al niño unos audios horribles. Después de seis meses de la orden del juez todavía no ha seguido ninguna rehabilita­ción. Y de ella depende que vuelva a tener la custodia.

Tanto Ramos-Paúl como Gaona, como el resto de los especialis­tas, piden separar de forma clara los casos en los que se cruza la enfermedad mental y apelan a que no se criminalic­e a quienes la sufren. Otra cuestión son las dependenci­as cuando no hay voluntad de enmedarlas.

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