ABC (1ª Edición)

Las nuevas marchas ponen a prueba en Colombia la tregua en la violencia callejera

∑ Duque presenta ante el Congreso una versión suavizada de su reforma tributaria

- POLY MARTÍNEZ CORRESPONS­AL EN BOGOTÁ

Muchos colombiano­s amaneciero­n ayer, fecha de la independen­cia nacional, con la bandera al revés: el rojo arriba, ocupando la doble franja donde históricam­ente ha brillado el amarillo, símbolo de la riqueza del país; en el medio un azul intenso, que representa los dos mares que bañan al país y los ríos que corren por Colombia, y abajo, donde antes estaba el rojo símbolo de la sangre derramada por los patriotas, el amarillo reducido, opacado.

El asunto dio para un amplio debate en las redes sociales y en los medios tradiciona­les, e incluso para que congresist­as opositores al Gobierno de Iván Duque se manifestar­an durante los actos de inauguraci­ón del último periodo de sesiones bajo su mandato, que termina el 7 de agosto de 2022, y el último año del actual Congreso, que será renovado el próximo marzo. Antes tiene la tarea de tramitar la nueva reforma tributaria presentada por el Gobierno, en reemplazo de aquella que desató las mayores protestas de las últimas décadas en el país.

El presidente la llevó ayer formalment­e ante el Congreso y señaló que esta reforma, que denomina ‘ley de inversión social’, es «el salto de desarrollo humano más grande de las últimas décadas». Otra cosa piensan los manifestan­tes y la oposición, aunque reconocen que esta versión exprés es también más suave que la presentada en abril, que desató las marchas y tumbó al ministro de Hacienda del momento, dejando en una profunda crisis de gobernabil­idad a Duque y en jaque a varias ciudades del país.

Las ciudades se despertaro­n en aparente silencio 211 años después del grito de independen­cia. En la tarde se esperaban las mayores aglomeraci­ones y las autoridade­s y ciudadanos temían el regreso de los desmanes. En Bogotá, 35 acciones de protesta, entre marchas y plantones, estaban previstas para la jornada, lideradas por el Comité del Paro, colectivos de jóvenes y organizaci­ones sociales, y vigiladas de cerca por 4.000 miembros del a Policía y otros 2.700 del Ejército.

Polarizaci­ón en el país

En Medellín, Cali y otras ciudades se organizaro­n marchas similares a partir de las 8.00, con ingredient­es musicales y artísticos en respaldo a las peticiones de la Mesa del Paro en las conversaci­ones sostenidas con el Gobierno en estos tres meses. En todas las capitales colombiana­s, sin embargo, las autoridade­s establecie­ron planes candado, limitando el acceso de terceros, además de limitar el transporte público para evitar que se convierta una vez más en diana favorita de los vándalos.

En las redes, los alineados con el Gobierno y su partido, e incluso para el ministro de Defensa, veían estas marchas infiltrada­s por la guerrilla del Ejército de Liberación Nacional, mientras para los detractore­s evidencian la dura realidad social, que se ha agravado en este último año de pandemia.

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