ABC (1ª Edición)

La deuda pública se dispara un 11% y supera el récord de 1,4 billones

∑ El pasivo vuelve a superar en mayo el 125% del PIB, el más alto en 140 años

- SUSANA ALCELAY

La maquinaria del gasto durante el Covid no ha parado, los compromiso­s adquiridos con los ERTE o las transferen­cias para pagar las ayudas directas a pymes y autónomos han dejado huella en las finanzas públicas, un desajuste que heredarán las generacion­es futuras y que amenaza con desdibujar la recuperaci­ón económica, tal y como ya han advertido economista­s y analistas.

En mayo el pasivo del Estado escaló hasta los 1,41 billones, un 11% más que un año antes, según la estadístic­a del Banco de España. Con estas cifras, la deuda pública vuelve a superar el 125% del PIB, el nivel con el que cerró el primer trimestre, el más alto en 140 años. Sin embargo, desde el Gobierno puntualiza­n que esta evolución es la prevista, ya que durante los primeros meses del año siempre se aceleran las emisiones por las mayores amortizaci­ones en abril y que, posteriorm­ente, la cifra irá convergien­do hacia el objetivo marcado en el Plan de Estabilida­d, el 119,5% del PIB.

El endeudamie­nto del Estado se elevó a 1,216 billones, con un incremento interanual del 8,3%, mientras que para las otras unidades de la administra­ción central el saldo fue de 56.000 millones, un 124,2% más respecto del año anterior. El pasivo de la Seguridad Social creció un 42,2% en el último año.

Las corporacio­nes locales, por su parte, disminuyer­on su endeudamie­nto en 70 millones, hasta 22.632 millones, y las administra­ciones de la Seguridad Social recortaron el suyo en un millón, hasta 85.354 millones. En comparació­n con mayo de 2020, la deuda del Estado ha crecido un 8,3% y la de las comunidade­s 2,3%.

Bruselas lleva desde el inicio de la pandemia dando manga ancha a los Estados miembros para gastar y saltarse las reglas fiscales (límites que en condicione­s normales no ‘pueden’ sobrepasar­se). Ese marco continuará, en principio, también el año siguiente, con visos de regresar a ciertos límites de deuda y déficit ya en 2023.

Pese a la manga ancha de Bruselas son muchos los organismos que están avisando al Gobierno para que contenga el déficit y la deuda pública. La Airef ha sido una de las institucio­nes más duras. Cristina Herrero, su presidenta, ha exigido al Gobierno un plan de consolidac­ión fiscal antes de que la Comisión Europea vuelva a la mano dura. «Las reglas fiscales están en suspenso pero no sabemos a qué reglas vamos a volver y en qué momento. Es un error dejar esta planificac­ión hasta que esto esté despejado», señaló en la Comisión de Hacienda del Congreso hace unas semanas. Su razonamien­to es que diseñar el equilibrio fiscal del futuro ahora es una necesidad, pero que a partir de 2023 puede convertirs­e en una obligación. Y no es la primera vez que desde las instancias europeas se fuerza a España a acometer duros ajustes, en medio del llamado procedimie­nto de déficit excesivo.

También el Banco de España ha reclamado a Sánchez que vuelva a pensar en la sostenibil­idad de las cuentas públicas. En su última intervenci­ón el gobernador, Pablo Hernández de Cos, reclamó «tomarse en serio las finanzas públicas» y ha pedido diseñar cuanto antes «un programa de consolidac­ión fiscal» que pueda ejecutarse una vez la recuperaci­ón se haya asentado. «Sería una error una retirada prematura de los estímulos y también sería un error no diseñar el programa de consolidac­ión fiscal», añadió.

Un plan sin detallar

España es el único Estado miembro que no ha adjuntado a Bruselas un plan fiscal de control del déficit público y de reducción progresiva de la deuda pública, situada desde finales del año pasado en el 120% del PIB. Países como Alemania han comunicado a las autoridade­s comunitari­as el detalle económico y fiscal a medio plazo de las reformas anunciadas en sus planes económicos y fiscales para el medio plazo. Es también el caso de Francia, que ha establecid­o unas pautas de reducción del gasto sin subir impuestos, o de Italia, que también recortará el gasto, pero subirá sus tributos, como también piensa hacer Pedro Sánchez.

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