¿De qué estancamiento hablan?
Llevamos varias semanas hablando de ‘estanflación’. Este palabro que causa furor en los titulares de economía viene a ser una asimilación de un término anglosajón que aglutina los términos estancamiento e inflación. Que la economía no crezca y que los precios suban es un cuadro económico desolador y con muy difícil solución. Ahora también es muy raro. De forma intuitiva se puede llegar a la conclusión de que la inflación es consecuencia directa del crecimiento de la economía. Al mayor consumo por el incremento de la demanda le sigue un incremento de oferta que a su vez se traduce en más contrataciones que al final acaba en tensiones en los sueldos que es lo que acaba empujando los precios hacia arriba. Que pase lo contrario es algo excepcional y difícilmente repetible. Más allá de la naturaleza temporal del repunte de los precios de las materias primas, que estas subidas se trasladen a los salarios en una espiral incontrolada es poco probable. Y sobre todo, lo que no se contempla es que el ciclo económico vaya a descarrilar por los problemas de oferta como consecuencia de los cuellos de botella que se han producido por tan rápida recuperación tras haber superado el apagón económico como consecuencia de la pandemia. Como ya estamos viendo en determinadas materias primas y el precio de los fletes, los cuellos de botella se resuelven y eso se traduce en caídas de precios tan rápidas como las subidas.
Por lo tanto, con la economía creciendo como está creciendo que los titulares que copan algunas secciones de economía sean los de estanflación es como para hacérselo mirar. Puestos a hablar de riesgos, pueden comentar el de la inflación. Cómo de duradero va a ser el repunte o cuál pueda ser la respuesta de las autoridades monetarias debería centrar el debate. Pero hablar de estancamiento económico cuando este año y el que viene vamos a crecer por encima del 6% resulta fuera de lugar. Por cierto, que alguien se lo recuerde a Pablo Casado.