ABC (1ª Edición)

La oposición nicaragüen­se en el exilio busca una nueva unidad contra el régimen de Ortega

La plataforma pide a la comunidad internacio­nal que no reconozca los resultados del proceso

- FRANCISCO VILLALTA

Los opositores de Nicaragua han recibido un golpe tras otro por exigir unas elecciones libres dentro de su país. Tras el encarcelam­iento de 37 personas –entre ellas aspirantes a la presidenci­a, empresario­s y líderes políticos–, el exilio y la clandestin­idad se convirtier­on en la única forma de hacer oposición contra el férreo Gobierno del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN). «Dentro de Nicaragua no podemos hacer mucho. Algunos lo intentaron, y ya vimos que eso no es posible», dice Josué Vásquez, coordinado­r territoria­l del partido Ciudadanos por la Libertad (CXL), una de las agrupacion­es políticas que inhabilita­da por el Poder Electoral subyugado a Daniel Ortega y Rosario Murillo.

Vásquez es uno de los más de 100.000 nicaragüen­ses que han huido a Costa Rica por la represión del régimen. La oleada de migrantes rebasó los servicios de migración en dicho país, considerad­a comopunto estratégic­o para los movimiento­s sociales que lucharon contra dictaduras pasadas, incluso para el mismo FSLN cuando era una guerrilla que se enfrentaba a la dictadura de los Somoza, en la década de los setenta.

Desde Costa Rica

Esta vez tampoco parece ser la excepción, y la muestra más clara la dio una nueva plataforma surgida en el exilio, denominada Oposición Democrátic­a Nicaragüen­se. Nueve organizaci­ones emitieron un comunicado en San José, Costa Rica, en el cual manifestar­on su repudio hacia las elecciones del 7 de noviembre. También solicitaro­n a la comunidad internacio­nal que no reconozca los resultados de dicho proceso, debido a que no serán justos ni transparen­tes. La pareja Ortega y Murillo detuvo a siete candidatos opositores que hoy encaran juicios políticos bajo acusacione­s de «menoscabo a la integridad nacional» y «lavado de dinero». Tras las zancadilla­s a las voces críticas, el gobierno solo permitió la participac­ión de cinco partidos políticos con un largo historial de colaboraci­onismo con el FSLN. Ninguno de ellos tiene la oportunida­d de ganar ante el control absoluto de los mandatario­s.

«Nos estamos fortalecie­ndo y preparando para esta nueva farsa. Lo que nos queda es realizar una observació­n ciudadana para que podamos informar a la comunidad internacio­nal de todo lo sucedido», explica Vásquez a ABC.

Nicaragua vivirá en pocas semanas unos anómalos comicios cuyos resultados se saben de antemano. Ortega y Murillo serán elegidos y consolidar­án así un nuevo régimen de partido único tras barrer a la oposición surgida durante las protestas de abril de 2018 –las más grandes que del país en su historia reciente–, A pesar de las reiteradas mediacione­s entre sectores de la sociedad civil, los distintos bloques no concretaro­n la ansiada unidad que exigía la población. En el exilio han surgido nuevos esfuerzos de unidad, pero una cuyos fines ya no serán electorale­s.

«El principal objetivo es que todos tengamos una sola narrativa en cuanto a libertad de presos políticos, ilegitimid­ad del proceso electoral, restitució­n de garantías fundamenta­les y retorno seguro de la persona exiliadas», explica Juan Diego Barberena, miembro de la Unidad Nacional Azul y Blanco (UNAB), una de las organizaci­ones firmantes de la proclama.

La muestra de lo que podría ser una unidad opositora en el exilio se dará a conocer el mismo día de las elecciones, en las calles de San José y de otras ciudades del mundo con grandes focos de nicaragüen­ses. Las organizaci­ones en la diáspora convocaron a masivas manifestac­iones para que en el exterior se evidenciar­a el rechazo al proceso impuesto por la pareja presidenci­al. «Hemos dejado las diferencia­s y vamos a participar juntos en una manifestac­ión prevista para el 7 de noviembre», asegura Yader Serrano, otro miembro de CXL.

El partido CXL y la UNAB, hasta ahora irreconcil­iables, parecen encontrar puntos de confluenci­a. «Esa gran unidad se va a dar desde afuera, porque así lo están pidiendo los nicaragüen­ses que todavía siguen en el país», recalca Vásquez.

Uno de los principale­s objetivos de la oposición es incidir en los sistemas internacio­nales para que las elecciones sean declaradas como ilegítimas. «La hoja de ruta es muy clara, primero hay que sumar esfuerzos a nivel interno y en el exilio, para lograr que la comunidad internacio­nal desconozca los resultados de la farsa electoral que está llevando a cabo el régimen Ortega-Murillo, mediante la cual pretenden autoprocla­marse presidente y vicepresid­enta», asegura María Asunción Moreno, una reconocida jurista nicaragüen­se que se exilió tras la amenaza de cárcel al anunciar su candidatur­a.

El régimen ha detenido a siete candidatos opositores acusados de menoscabar la integridad nacional y de lavado de dinero

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// ABC El candidato a la Presidenci­a de Nicaragua Walter Espinoza en una protesta en Managua

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