La oposición nicaragüense en el exilio busca una nueva unidad contra el régimen de Ortega
La plataforma pide a la comunidad internacional que no reconozca los resultados del proceso
Los opositores de Nicaragua han recibido un golpe tras otro por exigir unas elecciones libres dentro de su país. Tras el encarcelamiento de 37 personas –entre ellas aspirantes a la presidencia, empresarios y líderes políticos–, el exilio y la clandestinidad se convirtieron en la única forma de hacer oposición contra el férreo Gobierno del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN). «Dentro de Nicaragua no podemos hacer mucho. Algunos lo intentaron, y ya vimos que eso no es posible», dice Josué Vásquez, coordinador territorial del partido Ciudadanos por la Libertad (CXL), una de las agrupaciones políticas que inhabilitada por el Poder Electoral subyugado a Daniel Ortega y Rosario Murillo.
Vásquez es uno de los más de 100.000 nicaragüenses que han huido a Costa Rica por la represión del régimen. La oleada de migrantes rebasó los servicios de migración en dicho país, considerada comopunto estratégico para los movimientos sociales que lucharon contra dictaduras pasadas, incluso para el mismo FSLN cuando era una guerrilla que se enfrentaba a la dictadura de los Somoza, en la década de los setenta.
Desde Costa Rica
Esta vez tampoco parece ser la excepción, y la muestra más clara la dio una nueva plataforma surgida en el exilio, denominada Oposición Democrática Nicaragüense. Nueve organizaciones emitieron un comunicado en San José, Costa Rica, en el cual manifestaron su repudio hacia las elecciones del 7 de noviembre. También solicitaron a la comunidad internacional que no reconozca los resultados de dicho proceso, debido a que no serán justos ni transparentes. La pareja Ortega y Murillo detuvo a siete candidatos opositores que hoy encaran juicios políticos bajo acusaciones de «menoscabo a la integridad nacional» y «lavado de dinero». Tras las zancadillas a las voces críticas, el gobierno solo permitió la participación de cinco partidos políticos con un largo historial de colaboracionismo con el FSLN. Ninguno de ellos tiene la oportunidad de ganar ante el control absoluto de los mandatarios.
«Nos estamos fortaleciendo y preparando para esta nueva farsa. Lo que nos queda es realizar una observación ciudadana para que podamos informar a la comunidad internacional de todo lo sucedido», explica Vásquez a ABC.
Nicaragua vivirá en pocas semanas unos anómalos comicios cuyos resultados se saben de antemano. Ortega y Murillo serán elegidos y consolidarán así un nuevo régimen de partido único tras barrer a la oposición surgida durante las protestas de abril de 2018 –las más grandes que del país en su historia reciente–, A pesar de las reiteradas mediaciones entre sectores de la sociedad civil, los distintos bloques no concretaron la ansiada unidad que exigía la población. En el exilio han surgido nuevos esfuerzos de unidad, pero una cuyos fines ya no serán electorales.
«El principal objetivo es que todos tengamos una sola narrativa en cuanto a libertad de presos políticos, ilegitimidad del proceso electoral, restitución de garantías fundamentales y retorno seguro de la persona exiliadas», explica Juan Diego Barberena, miembro de la Unidad Nacional Azul y Blanco (UNAB), una de las organizaciones firmantes de la proclama.
La muestra de lo que podría ser una unidad opositora en el exilio se dará a conocer el mismo día de las elecciones, en las calles de San José y de otras ciudades del mundo con grandes focos de nicaragüenses. Las organizaciones en la diáspora convocaron a masivas manifestaciones para que en el exterior se evidenciara el rechazo al proceso impuesto por la pareja presidencial. «Hemos dejado las diferencias y vamos a participar juntos en una manifestación prevista para el 7 de noviembre», asegura Yader Serrano, otro miembro de CXL.
El partido CXL y la UNAB, hasta ahora irreconciliables, parecen encontrar puntos de confluencia. «Esa gran unidad se va a dar desde afuera, porque así lo están pidiendo los nicaragüenses que todavía siguen en el país», recalca Vásquez.
Uno de los principales objetivos de la oposición es incidir en los sistemas internacionales para que las elecciones sean declaradas como ilegítimas. «La hoja de ruta es muy clara, primero hay que sumar esfuerzos a nivel interno y en el exilio, para lograr que la comunidad internacional desconozca los resultados de la farsa electoral que está llevando a cabo el régimen Ortega-Murillo, mediante la cual pretenden autoproclamarse presidente y vicepresidenta», asegura María Asunción Moreno, una reconocida jurista nicaragüense que se exilió tras la amenaza de cárcel al anunciar su candidatura.
El régimen ha detenido a siete candidatos opositores acusados de menoscabar la integridad nacional y de lavado de dinero