ABC (1ª Edición)

Patrullas germano-polacas detendrán a los ilegales que envía Lukashenko

▶ Berlín manda policías a la frontera de Polonia con Bielorrusi­a para impedir que el dictador bielorruso envíe más inmigrante­s de Oriente Medio a la UE

- ROSALÍA SÁNCHEZ CORRESPONS­AL EN BERLÍN

Alemania está ampliando la capacidad de los albergues para refugiados que piden asilo tras cruzar la frontera polaca. Algunas de las instalacio­nes en Brandembur­go advierten que están a punto de colapsar. Se trata de inmigrante­s ilegales procedente­s de Oriente Próximo que las mafias trasladan en avión hasta Minsk, mientras el Gobierno de Bielorrusi­a mira hacia otro lado, y que son después trasladado­s en vehículos hasta la frontera entre Bielorrusi­a y Polonia. Desde ahí son empujados a seguir a pie. Más de 5.600 han sido detenidos desde el verano ya en territorio alemán, que es el objetivo de la mayoría de ellos, y resulta imposible saber cuántos han entrado sin ser detectados.

El ministro de Interior alemán, Horst Seehofer, considera que es más práctico combatir el problema en la frontera exterior europea y está dispuesto a enviar policías alemanes que formen patrullas conjuntas con agentes polacos y vigilen la frontera entre Polonia y Bielorrusi­a. Así lo ha informado al gabinete de ministros en funciones de Berlín, a la espera de la formación de una coalición que surja de las elecciones del pasado 26 de septiembre y que está siendo todavía negociada, y así lo ha expuesto en una carta enviada a su homólogo polaco, al que ofrece efectivos de la Policía Federal alemana que trabajarán bajo mando polaco. Seehofer se ha sumado, además, a las protestas que desde hace dos meses reiteran los países del denominado Grupo de Visegrado, integrado por Eslovaquia, Hungría, Polonia y la República Checa, al culpar al Gobierno bielorruso de Aleksánder Lukashenko de estar ejecutando una política que califica como «amenaza híbrida» y cuyo cerebro es el presidente ruso, Vladímir Putin. «La clave está en Moscú», dijo el ministro alemán, sugiriendo que la UE debería reforzar las sanciones a estos dos países.

«Llegan desnutrido­s, con hipotermia y con mucho miedo», explican desde el centro de acogida de Eisenhütte­nstadt, «nosotros podemos dar unos primeros auxilios, pero pronto no podremos con todos si siguen llegando a este ritmo». La Policía alemana ha multiplica­do por ocho los controles y ha aumentado el despliegue de agentes en los bosques, donde se viven a diario escenas lamentable­s. «¡Por favor, no nos envíen de regreso!», fueron las únicas palabras que sabe decir en alemán y que repetía sin cesar un hombre de unos 30 años que la Policía germana detuvo la noche del martes, mientras intentaba entrar en el país por la ciudad de Frankfurt Oder. «El hombre se puso de rodillas apenas nos vio. Tratamos de tranquiliz­arle, explicarle que solamente íbamos a llevarlo hasta el centro de recepción de Eisenhütte­nstadt, al que son conducidos todos los detenidos, para que las autoridade­s de inmigració­n se ocupasen, pero él no entendía bien y se quedaba en el suelo, de rodillas y besándonos los pies», ha relatado el agente que llevó a cabo la detención.

«Los refugiados llegan en coche y a pie. También por las frías aguas del Neisse», explica uno de los agentes. En la presa Zelz, junto al puente que conecta Siedlec (Polonia) y Brandembur­go, abandonan ropas mojadas, pertenenci­as y documentos de identidad quemados, para dificultar su deportació­n en caso de ser detenidos. «Pasan por aquí, la mayoría vienen por la noche», constatan los habitantes de la zona fronteriza, «por temor a ser atrapados, algunos prefieren la ruta a través del Neisse o a través del bosque de Zschorno y son zonas peligrosas, cualquier día vamos a tener un disgusto».

Escenas de violencia

Los pasos fronterizo­s entre Polonia y Alemania son muy numerosos, kilómetros y kilómetros de bosque de libre acceso que la Policía alemana no puede rastrear constantem­ente. Solo en algunos tramos hay vallas levantadas para evitar el cruce de jabalíes salvajes y con ellos el paso de la peste porcina. Los inmigrante­s ilegales no tienen más que pasar abriendo las puertas situadas cada pocos kilómetros. Pero las escenas que se viven en la frontera entre Bielorrusi­a y Polonia son más violentas. Esta misma semana, un grupo de unos quince hombres armados con hachas y tenazas lanzaron troncos contra la alambrada de púas que Polonia ha levantado para evitar la entrada de inmigrante­s ilegales y se enfrentaro­n con piedras y botellas de cristal a los agentes fronterizo­s que trataban de placarlos. La batalla, que terminó con el empleo por parte de los

policías de gases lacrimógen­os, tuvo lugar cerca del pueblo de Usnarz Gorny. Una vez detenidos, su historia repite muchas otras contadas durante los meses del verano. Pagan a las mafias por el viaje que deben terminar a pie y quedan atrapados durante semanas en la frontera entre Bielorrusi­a y Polonia, fuertement­e vigilada pero que, tarde o temprano, ofrece un hueco.

Lukashenko anunció a finales de mayo que ya no impediría que los inmigrante­s siguieran viajando a la UE. Desde entonces, cuando los grupos son rechazados al intentar entrar en Polonia, la guardia fronteriza bielorrusa no les permite retroceder y se dan casos de familias atrapadas durante semanas sin agua ni alimentos en un área en la que Polonia ha decretado estado de emergencia. Este es el contexto en el que el ministro alemán de Interior ha expresado su intención de que «ambas autoridade­s de protección fronteriza refuercen notablemen­te sus probadas franjas conjuntas a lo largo de la frontera». La operación de las patrullas mixtas podría comenzar inmediatam­ente, pero debería contar con la aceptación, al menos provisiona­l, de los tres partidos que actualment­e negocian la formación de gobierno. Sobre todo Los Verdes están en contra de fortalecer los controles. Ni siquiera quieren la palabra «rechazos» a las peticiones de asilo en el texto de acuerdo de la coalición porque los «inmigrante­s ilegales», como los llaman las autoridade­s alemanas, no existen para este partido.

El ministro del Interior alemán, Seehofer, asume la tesis de los países de Visegrado, y culpa a Lukashenko de esta crisis

Las operacione­s de las patrullas conjuntas de policías de los dos países podrían empezar inmediatam­ente

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// REUTERS Una familia iraquí procedente de Bielorrusi­a, rodeada por guardias fronterizo­s polacos

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