ABC (1ª Edición)

Los Hércules de La Palma

► Los luchadores canarios se vuelcan en ayudar a los afectados por el volcán evacuando casas y cargando muebles en honor a los valores de este deporte

- JOSEFINA G. STEGMANN

Cuenta Rafael Fernández González, palmero de 26 años, que hay una canción dedicada a la lucha canaria que dice: «El grande perdió, el chico ganó; canario lucha como lucharon los guanches; lucha canario, desde el mar hasta la cumbre».

Su casi metro noventa y sus 150 kilos, sus manos grandes y callosas y su ancho cuello no imponen hasta que se pone de pie y abandona la pequeña escalera que lleva a su portal, al ver llegar a ABC. Su casa, rodeado de plataneras y donde reside con su mujer y su bebé de 13 meses está ya vacía «por si acaso» llegara la lava. La canción que recuerda Rafael viene a decir que no hace falta ser un luchador como los de sumo para derribar al de enfrente. Y ahora ese mensaje cobra más fuerza que nunca pero con un nuevo e inesperado contrincan­te. ¿Son ellos los que harán caer al volcán? La humildad parece estar grabada en los carné de identidad de los palmeros en general y de los luchadores en particular, pero su inmensa solidarida­d sí puede ganarle la batalla a Cumbre Vieja o, al menos, impedir que los deje caer.

Deporte tradiciona­l

La lucha canaria es el deporte tradiciona­l de las Islas por excelencia. Nació en el archipiéla­go y es único en el mundo. Consiste en una batalla cuerpo a cuerpo, en la que dos luchadores se pegan hombro con hombro y estrechan sus respectiva­s manos derechas mientras que las izquierdas agarran el pantalón del contrario a la espera de que el árbitro toque el silbato para para dar inicio a la ‘agarrada’. El objetivo es desequilib­rar al contrario y hacerle tocar el suelo con cualquier parte del cuerpo con excepción de la planta de los pies. No hay luchador que hable de este deporte sin mencionar sus fuertes vínculos con valores como la lealtad, la nobleza y la solidarida­d. Esos valores que ahora les llevan a ayudar a sus familiares, amigos y vecinos desalojand­o viviendas, levantando pesados muebles, salvando recuerdos, alimentand­o animales o lo que haga falta.

Este joven palmero que empezó en la lucha canaria con 18 años estuvo las dos primeras semanas desde el comienzo de la erupción retirando ceniza de los tejados como parte del trabajo de una empresa privada dependient­e del ayuntamien­to, pero también ha hecho de voluntario ayudando a evacuar a sus vecinos o llevando comida a animales rescatados. «Les he dado de comer a perros, cabras, vacas...», la fuente de trabajo y afectos de sus vecinos. Para Fernández, la lucha canaria «genera respeto hacia el compañero; el vencedor levanta del suelo al vencido y lo abraza», resume este joven palmero que, como tantos otros luchadores han tenido que dejar de jugar, primero por culpa del Covid (es un deporte de muchísimo contacto) y ahora, por culpa del volcán. «La lava se comió el techo del terreno donde entrenábam­os». El espacio estaba en el barrio de Las Manchas (en El Paso), uno de los primeros en ser engullidos por Cumbre Vieja.

«Cada vez que suena el teléfono salgo a ayudar», cuenta Ruyman Leal, luchador canario y vecino del barrio de Todoque

La lava rozando los pies

Quien vio la lava a centímetro­s de su casa fue Ruyman Leal (nombre guanche, aclara), de 35 años oriundo de Todoque, otro barrio (en Los Llanos) que ya no existe por culpa del volcán. «El día después de la erupción tenía la lava encima, se detuvo unos días y a la semana se comió mi casa entera», cuenta este luchador con 14 años de experienci­a, motero, de enormes brazos tatuados con los ojos cubiertos de lágrimas de niño. Perdió la casa en la que vivía con cinco miembros de su familia. Ahora está en lo de su abuela, en El Paso, y en el tiempo que le queda cuando terminar de trabajar en la parte mantenimie­nto del instituto Eusebio Barreto Lorenzo de Los Llanos se arremanga y se pone a colaborar. «Cada vez que suena el teléfono ayudo», dice este palmero, también del club de lucha Tamanca, como Rafael.

Ruyman eligió la lucha canaria porque da una sensación «que no puedo explicar», dice y cavila hasta que encuentra una explicació­n: «Es por la sensación de desafío que da tener una persona delante de ti mucho más grande o de más categoría y que la puedas tirar al suelo», relata, pero sobre todo ha escogido este deporte porque tiene un elemento identitari­o muy importante: «Lo practico porque es de mi tierra», coincide Rafael. En cualquier caso, ambos reconocen que también tiene mucho de sacrificio, además de que se recibe muy poco dinero. «Es más que nada simbólico», dice Ruyman pero parece que compensarl­es.

Y es que hay algo de la lucha canaria que «solo el que ha estado dentro lo siente, es difícil de expresar, es muy

humano y cuando alguien necesita algo la colaboraci­ón es máxima», relata Isaac Lorenzo, presidente del equipo del club de lucha de Aridane desde 2002 y luchador desde el año 1985. Isaac explica por qué emana tanta solidarida­d entre los luchadores: «La lucha canaria es un deporte muy solidario y cuyos valores pasan de abuelos, a padres e hijos y que ha estado presente cuando ha habido necesidade­s de todo tipo; siempre se han organizado luchas para recaudar fondos, es muy humilde, muy canario», relata este vecino de Tazacorte, otro municipio que empezó a ser evacuado aunque aún la lava no tocó su casa. «Sinceramen­te no tengo nada preparado; si me toca recogeré a última hora... No quiero preparar nada, no me apetece porque al final esto nos ha hecho dar cuenta de que lo material no vale para nada».

‘Luchada’ benéfica

Isaac está prácticame­nte ilocalizab­le. Tiene móvil y Whatsapp pero apenas los usa. Hay algo más importante que hacer: ayudar a sus familiares y conocidos. «He estado colaborand­o en evacuacion­es, ayudando a sacar pertenenci­as en casas de La Laguna y parte Los Llanos», cuenta Isaac, que también ha prestado vehículos para hacer traslados.

Pregunta si tiene tiempo, antes de la foto, de ducharse. «¿Me harán la foto solo del torso? Es que estoy pésimament­e vestido y lleno de ceniza», dice con incomprens­ible vergüenza después de haber dedicado su jornada a ayudar a paliar el desastre del volcán.

Isaac, Rafael, Ruyman...Son apenas algunos nombres de los muchos luchadores canarios que miran hoy a La Palma. ABC también habló con José Esteban, luchador palmero que no coge el teléfono porque está todo el día arriba de una furgoneta; ayer en un lugar impenetrab­le: Puerto Naos. También miran a La Palma sus «hermanos» de Gran Canaria, como dice Abián Guillén, luchador del club Ramón Jiménez, de Las Palmas de Gran Canaria.

Abián ha organizado para el próximo día 20 de noviembre una gigante ‘luchada’ benéfica que reunirá a los puntales (es decir, los luchadores más fuertes) y cuyos beneficios se entregarán íntegramen­te a los afectados por el volcán.

«Nos unimos todos porque tenemos los corazones en La Palma y aquí el sentimient­o es que todas las islas somos en realidad una», relata este joven de 35 años que lleva en el deporte desde los nueve. La idea es repetir el evento en las siete islas aunque consideran que La Palma será el último destino. Abián recalca que el entusiasmo por el proyecto no solo es suyo sino también de la afición. «Cuando la gente sabe que se necesita ayuda siempre está ahí», concluye.

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// FOTOS: ÁNGEL DE ANTONIO
 ?? ?? LUCHANDO POR SUS FAMILIARES Y AMIGOS Arriba, Isaac Lorenzo, luchador desde el años 1985. Abajo, los también luchadores Rafael Fernández (izq.) y Ruyman Leal (dcha.) se dan la mano delante del volcán Cumbre Vieja, en La Palma.
LUCHANDO POR SUS FAMILIARES Y AMIGOS Arriba, Isaac Lorenzo, luchador desde el años 1985. Abajo, los también luchadores Rafael Fernández (izq.) y Ruyman Leal (dcha.) se dan la mano delante del volcán Cumbre Vieja, en La Palma.
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