«El trasplante de riñón de cerdo llegará en dos años»
«Personalmente, esto es un sueño para mí», aseguraba ayer Robert Montgomery, convertido en el doctor del que más se habla en todo el mundo después de que consiguiera hacer funcionar el riñón de un cerdo en un humano. No lo decía por su celebridad inmediata, sino porque los trasplantes le tocan de cerca. A su padre le denegaron un trasplante de corazón en 1975, cuando tenía 50 años, por ser demasiado mayor. Su padre, como otros miembros de su familia, padecieron una enfermedad genética en el corazón, y varios de ellos murieron jóvenes. El propio Montgomery tiene el corazón trasplantado, después de haber estado al borde de la muerte.
«Este avance supone una nueva esperanza de que el futuro será diferente para mis hijos y para cualquier que esté esperando un órgano salvador»; dijo desde Nueva York en un encuentro con medios sobre su experimento, que ocurrió en septiembre. A una paciente de 66 años, en estado de muerte cerebral, se le conectó a un riñón de un cerdo modificado genéticamente para evitar el rechazo del sistema inmune del humano. La prueba duró 52 horas, un tiempo determinado por un comité de ética de NYU Langone, el hospital neoyorquino en que se realizó. «El riñón del cerdo funcionó igual que el de un humano trasplantado». Montgomery insistió en que los animales, en especial los cerdos, son la solución para la escasez de órganos humanos necesarios para trasplantes. Su experimento ha sido recibido con entusiasmo en la comunidad científica, pero también con dudas. El propio Montgomery reconoció ayer que «el estudio no da respuestas sobre la compatibilidad y funcionalidad del órgano animal trasplantado a largo plazo». A pesar de ello, pronosticó que habrá un trasplante completo, de un cerdo a un humano vivo –en su experimento el riñón se unió a los vasos sanguíneos de la paciente de forma externa– en un plazo corto: «Dentro de uno o dos años».