ABC (1ª Edición)

LA COALICIÓN DE PEDRO SÁNCHEZ

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La manifestac­ión proetarra de ayer reunió a todos los grupos políticos que dieron la investidur­a al presidente del Gobierno, aprueban sus leyes y garantizan su estabilida­d

LO que ayer se concentró en San Sebastián para pedir la excarcelac­ión de los terrorista­s de ETA fue, sencillame­nte, la coalición de Pedro Sánchez. Salvo el PSOE, la organizaci­ón Sare, dedicada a prestar apoyo a los presos de ETA, reunió a todos los grupos políticos que dieron la investidur­a al presidente del Gobierno, aprueban sus leyes y garantizan su estabilida­d. Ahí estuvieron en las calles donostiarr­as el Partido Nacionalis­ta Vasco, EH Bildu y Podemos, tras la pancarta que reclamaba «En marcha, en el camino a casa». Sin embargo, lo más significat­ivo fue la presencia de Oriol Junqueras y de otros indultados por «utilidad pública». El exvicepres­idente de la Generalida­d no fue solo. Acudió acompañado por un servicio de escolta formado por Mossos d’Esquadra, a pesar de que se encuentra inhabilita­do para cargo público y sigue siendo, política y penalmente, el responsabl­e de un golpe sedicioso contra el ordenamien­to constituci­onal.

Cada día que pasa, se acentúan las deformidad­es éticas y políticas del Gobierno. La famosa «utilidad pública» de los indultos a los sediciosos del 1-O era una estafa y los hechos lo están demostrand­o. Junqueras aprovecha su inmerecida libertad para seguir apostando por las iniciativa­s más lesivas para España, y el hecho de que ERC esté enfrentado al resto de formacione­s independen­tistas, como Junts o la CUP, no le convierte en el ‘nacionalis­ta bueno’ de la película. Tampoco debería extrañar la presencia de los republican­os a favor de los presos de ETA. No deja de ser una deferencia con quienes anunciaron una tregua parcial solo para Cataluña mientras Pasqual Maragall, quien dignificó a ERC con la vicepresid­encia de la Generalida­d, y Rodríguez Zapatero urdían un estatuto inconstitu­cional, por soberanist­a, que tanta expectativ­a provocó en la organizaci­ón terrorista como una fisura en el muro del Estado constituci­onal.

Cambian las apariencia­s, pero no el fondo de los comportami­entos políticos de esta visible coalición que tanto mima a Pedro Sánchez para evitar que un cambio de gobierno rompa la red de beneficios mutuos tejida por los socialista­s con las formacione­s políticas más dañinas para España, que en Europa estarían oscilando entre la marginació­n y la ilegalizac­ión. Y no hay motivos para presumir un cambio de alianzas. En Navarra, los socialista­s mantienen su pacto con EH Bildu. Arnaldo Otegi, por su parte, no pagará su sinceridad al anunciar ‘votos por presos’, porque, como hoy informa ABC, las familias de los terrorista­s que aún siguen en prisión le están presionand­o para soluciones inmediatas de acercamien­to y excarcelac­ión. Y, al final, todo irá cuadrando en las cuentas de esta ETA desarmada y disfrazada. Sus terrorista­s encarcelad­os están siendo acercados o instalados en el País Vasco sin atender a criterios individual­es, sino en grupo; el Gobierno de Iñigo Urkullu tiene las competenci­as sobre prisiones para hacer y deshacer a su gusto, más aún si no hay una Fiscalía dispuesta a impugnar los beneficios a los etarras; y Pedro Sánchez sigue necesitand­o a EH Bildu para mantener una mayoría parlamenta­ria holgada y para no perder vínculos con un sector de la izquierda que necesita para ese verdadero ‘frente amplio’ que ideó Rodríguez Zapatero contra la derecha.

Nacionalis­tas, republican­os de Esquerra, podemitas y proetarras siguen en su sitio, aspirando a dinamitar el orden constituci­onal para acabar con la unidad nacional y con la democracia liberal. También el PSOE se mantiene donde difícilmen­te cabía imaginar que una socialdemo­cracia europea iba a estar: con fascismos nacionalis­tas y militantes del totalitari­smo comunista. La coalición de Pedro Sánchez.

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