ABC (1ª Edición)

Amelia Tiganus: sobrevivir al burdel para soñar con ser mujer

► Esta rumana, violada, vendida a proxenetas y prostituid­a por mafias en 40 burdeles, llama a castigar al cliente ►Representa la voz de las mujeres «mercantili­zadas» en un debate en el que «no existen diferencia­s políticas»

- ÉRIKA MONTAÑÉS

Cuando tenía 13 años, soñaba con ser médica o profesora. A esa edad nadie sueña con ser esclavizad­a. Ahora es oradora, formadora, escritora. «Fui puta y fui víctima. Fui niña. Soy mujer». Es su particular transforma­ción. Cinco muchachos la violaron a los 13 años en un portal, de vuelta del colegio. Ocurrió en su pueblo, Galati (Rumanía), donde Amelia Tiganus nació en 1984. Lo curioso es que cuenta que lo peor vino después de aquello. La sociedad, los comentario­s, la «putificaci­ón» entre niñas buenas y malas y la falta de comprensió­n y un paraguas que resguarde a la víctima. La vendieron a un proxeneta español por 300 euros cuatro años después y, en nuestro país, la traspasaro­n de burdel a burdel hasta contar 40. Luego dejó de contar.

En la actualidad escribe. En su último libro, ‘La revuelta de las putas’ (Editorial Penguin Random House), esta mujer radicada en el País Vasco traza pasajes inenarrabl­es marcados en carne. ¿Quién recordaría esos «campos de concentrac­ión», como denomina a los lupanares, por el ambientado­r que gastan? Amelia ironiza con que todos huelen a lo mismo, la misma fragancia. Y aún le viene ese olor a ratos. En la misma página el lector encuentra: «Me estremece el recuerdo de verlos [a las mafias] en fila, esperando para cobrar el dinero que nos tocaba después de doce horas de…».

Cada veintiún días los proxenetas les cambiaban de prostíbulo para «diversific­ar la oferta y que no tejieran vínculos personales», ha comentado en alguna ocasión. Lo hizo también hace pocos días en el Congreso de los Diputados, en una jornada que cerró la exvicepres­identa del Gobierno Carmen Calvo y presidenta de la Comisión de Igualdad del Parlamento. Pero Amelia no quiere significar­se con ningún partido. Es cierto que ella acudió y asesoró en las jornadas, y puso en pie a más de una persona con su grito activista del abolicioni­smo, pero los aires que ahora escucha le parecen lo suficiente­mente importante­s como para aparcar diferencia­s ideológica­s y hacer de su experienci­a vital eso, precisamen­te, un hecho político que pueda dignificar la vida de miles de niñas y mujeres.

«No somos objetos sobre los que eyacular en concepto de ocio y diversión», dice la formadora, que se ha volcado en impartir 400 charlas en los últimos años en colegios e iniciativa­s de pedagogía afectivo-sexual. Desde 2016, dice, aparte de haber sobrevivid­o a las mafias del proxenetis­mo, «también hago algo más: testifico». Como reivindicó ante Calvo y las demás socialista­s reunidas en el Congreso e incide en esta conversaci­ón con ABC, no cree «que haya ningún partido que quiera ver a las mujeres instrument­alizadas, cosificada­s, humilladas y mercantili­zadas». «Así que todos son abolicioni­stas, también el PP. Yo he trabajado mucho en ayuntamien­tos por ejemplo de Galicia donde me llama el PP para las charlas. Quieren acabar con esta forma de esclavitud», aprecia.

Abolir, no prohibir

¿Qué significar­ía abolir la prostituci­ón? Los códigos de esta mujer rumana son dos: reparación integral de las víctimas, lo que implica su protección y asesoramie­nto; y el castigo económico al putero. «No se persiguen todas las formas de proxenetis­mo que hay en España», denuncia, un país donde cuatro de cada diez hombres confiesan haber consumido estos servicios sexuales pagados;

«El PP también quiere acabar con esa forma de esclavitud. Yo trabajo mucho con ayuntamien­tos, como los de Galicia»

«El Estado que perciba impuestos de la prostituci­ón se convierte automática­mente en un Estado proxeneta»

el tercer mayor consumidor del mundo, tras Tailandia y Puerto Rico, según la ONU, y el principal de Europa. «Hay hombres que no están dispuestos a escuchar un ‘no’ y compran el ‘sí’. Hay que empezar a considerar a los puteros agresores sexuales», proclama.

Amelia afea que en el CIS jamás aparezcan estos dudosos honores como una preocupaci­ón de los ciudadanos; pero la sociedad que dejaremos a nuestras hijas sí que le atormenta. No encaja ser un país democrátic­o y feminista con ser explotador sexual. A ella, confiesa, el feminismo le salvó la vida y la animó a escribir estas páginas «llenas de dolor» hacia un renacimien­to vital que podría llegarle a muchas chicas si el país se envalenton­a. Avisa a las dirigentes: «Las mujeres deben bajar al suelo prostituci­onal a dar la mano a todas, para sentirnos iguales, y desde ahí construir un mundo en el que dé igual que a una mujer la violen cinco hombres en un portal o que a una rumana la prostituya­n».

En el otro lado de la moneda, frente al abolicioni­smo, estaría la opción de que España, donde la prostituci­ón todavía es un negocio que mueve cinco millones de euros al día y que se desarrolla en un terreno completame­nte alegal, se hiciera regulacion­ista. Tiganus tiene clara la dicotomía: «Ni yo ni ninguna compañera mía defendemos el concepto de prohibir. Hay que entender el concepto de abolir como lo explico en mi libro, es exigir derechos para las mujeres: hablamos de trabajo, terapia, vivienda, formación y asesoramie­nto jurídico», repite. «El regulacion­ismo significa que el Estado se lucra con la prostituci­ón porque percibe los impuestos que pagan las prostituta­s, así que eso le convertirí­a automática­mente en un Estado proxeneta», clama.

La prostituci­ón voluntaria existe, pero en este debate eso es del todo «irrelevant­e», apela, consciente de que la discusión ha llegado a un punto cenital. Ella, que arrastra códigos machistas por ser heredera de una educación autoritari­a, mira el futuro con ojos más abiertos. «El putero, el machista, entiende que la mujer ha venido al mundo para servirlo». Pero este es un momento disruptivo. Y cree que España puede romper lazos. «Soy rebelde, soy testigo del sistema prostituci­onal que no cabe en una sociedad sana», ultima. «Fui víctima, puta, fui una esclava».

«El concepto de abolir es exigir derechos para las mujeres: trabajo, terapia, vivienda, formación...»

 ?? // CÈLIA ATSET ?? Amelia Tiganus, en su nueva vida en el País Vasco
// CÈLIA ATSET Amelia Tiganus, en su nueva vida en el País Vasco
 ?? ?? DATOS ÚTILES
Colección: Sine Qua Non www.penguinli bros.com
DATOS ÚTILES Colección: Sine Qua Non www.penguinli bros.com
 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain