Otegi, Junqueras y eso...
Lo bien y lo que se abrazan los de la gallofa de la anti-España
No era el Abrazo de Vergara, eran dos delincuentes abrazándose, que eso de abrazarse es una conquista de la nueva normalidad, de cuando salimos más fuertes de la pandemia y así. La cosa es que la patulea de la familia de los presos va ahora y pide a Otegi, con luz y taquígrafos, lo que se veía venir: pensión completa y caserío con huerto y agrimensora a los asesinos por lo de los Presupuestos. Que, al fin y a la postre, uno del comando Madrid va a ser el que le ponga a mi tito el ambulatorio.
Y ahí estaban Junqueras y Otegi, en una foto histórica, pero de la historia de la infamia, que es lo que vivimos en España desde que Rajoy devino en bolso y nos enteramos que Teruel existía. Marcha proterrorista en San Sebastián, y Otegi, el hombre de paz, vestido de limpio, con sus americanas, que la época de Quechua y hayedos queda ya atrás. Porque en Vascongadas salen los próceres muy baratos: es vestir de limpio a Arnaldito, que se achuche con ese ser de luz que es Junqueras, el indultado, el fraile, ese hombre que dijo que quería España, y que el ‘relato’ se internacionalice con el aplauso de muchos. La foto es el testimonio sangrante del soporte del sanchismo: criminales y golpistas sosteniendo a esa cosa gaseosa del sanchismo, que es un ‘indepe’ mandando y el otro lo mismo.
La foto que sacó ayer el periódico es icónica. Icónica del cariño que se tienen entre ellos la gallofa de la antiEspaña. Y sin embargo, aparte la tonsura y la humanidad desbordante y desbordada (sic) de Junqueras, quedémonos en la sonrisa de Otegi después de decirnos que la muerte, como Sergio Leone, tenía un precio y unos Presupuestos. Esto es así y no hay Dios que lo solucione: y es sólo el principio.
Porque la foto de ayer es no más que el cuadro de una época; la del desagüe de la democracia. En el encuadre faltaba Eguiguren, otro qué tal baila y bailó en la genuflexión y el camino y la senda que inició Zapatero para hacer a Arnaldito ministrable.
Que el ‘procés’ era abrazable lo sabíamos. Que Otegi se ponga traje nos sorprende. Qué Ferraz lo bendiga, nos sonroja.