Miedos de desaceleración
Llevamos unos días hablando de una posible desaceleración económica. Se han juntado peores datos en algunos países sobre la evolución de la epidemia y las subidas de precios de las materias primas como consecuencia de los cuellos de botella tras la reapertura.
Tenemos información suficiente para dar por superado el debate sobre el impacto económico a futuro de la epidemia. Los países en los que la vacunación está más avanzada los datos sobre la evolución de la incidencia hospitalaria y fallecimientos evidencia que ya no es un problema para la economía. La eficacia de la vacuna está más que demostrada. Además, hace una semana conocimos que la tercera dosis de Pfizer administrada seis meses después es muy efectiva para la protección de la población vulnerable. El Covid está superado para los mercados.
La situación actual de las materias primas no es comparable a los años setenta. Una cosa es lo que ha subido en porcentaje y otra dónde está el precio del petróleo en términos absolutos. Sin ir más lejos el petróleo en los últimos diez años ha estado a prácticamente cero y por encima de los 100 dólares sin que haya impactado seriamente a la economía. Hace un año el petróleo llegó a cotizar en negativo. Esa es una de las razones principales por las que acumula la subida que lleva.
Lo lógico es que el mercado termine adaptándose y que se vayan solucionando los problemas de oferta que se han producido tras el apagón económico. No hay un problema de escasez de materias primas. Ni los países productores tienen interés en llevar esta situación a ninguna parte.
Como ha pasado con otras materias primas, los precios no tardarán en ajustarse. Lo preocupante sería que tras lo vivido, los ‘animal spirits’ se hubieran visto afectados y empresas y consumidores tuvieran el brazo encogido. No es el caso. Parte del problema ha sido la velocidad y fortaleza de la recuperación de la demanda. La oferta se ajustará.