El Gobierno no consigue evitar el cierre del gasoducto del Magreb
Cualquier incidente en la infraestructura del Medgaz ocasionaría un grave problema de suministro a España El problema se produce en un momento en el que la demanda y los precios del gas natural se han disparado
Ala tercera tampoco fue la vencida. Ni Pedro Sánchez hace justo un año; ni su ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, hace un mes; ni la vicepresidenta tercera y ministra para la Transición Ecológica, Teresa Ribera, ayer, han conseguido que Argelia desista de cerrar el próximo domingo el gasoducto del Magreb por el que llega a España casi el 25% del gas natural que necesitamos.
Esta situación se produce en un momento en el que ha crecido espectacularmente la demanda de gas, sobre todo en Asia, lo que ha disparado sus precios internacionales. Y la llegada del invierno incrementará aún más el consumo.
Argelia ha tomado esa decisión para castigar a su vecino Marruecos, privándole del suministro de gas y de los 200 millones de euros que cobra al año por los peajes del gasoducto que lleva la materia prima desde los yacimientos argelinos de Hassi R’Mel hasta Tarifa a lo largo de más de mil kilómetros de tubos, también bajo el estrecho de Gibraltar.
Ribera volvió a España únicamente con la promesa, ya conocida, del ministro argelino de Energía y Minas, Mohamed Arkab, de garantizar y cumplir los contratos firmados por las empresas españolas y argelinas. «Se ha explicitado la garantía total con respecto a los volúmenes pactados hoy», declaró la ministra.
25 años funcionando
Argelia ha aprovechado que el 31 de octubre acaba el contrato de aprovisionamiento con la española Naturgy y la portuguesa Galp a través del gasoducto del Magreb para no renovarlo y cerrar las válvulas que se abrieron hace 25 años.
Este asunto es muy importante para nuestro país porque de Argelia procede el 50% del gas que importa España, la gran mayoría por los dos gasoductos. Precisamente, al quedar inutilizado el del Magreb, aumentará la cantidad de gas que llegará a través del otro, el Medgaz, que une directamente los yacimientos de Hassi R’Mel con Almería.
Aunque este gasoducto se está ampliando de 8 a 10 bcm (miles de millones de metros cúbicos al año) no podrá asumir todo el gas que discurría por el del Magreb, por lo que una parte de este gas tendrá que llegar a España en buques en forma de GNL (gas natural licuado).
Esta solución no será un problema para nuestro país, ya que cuenta con seis plantas regasificadoras (donde descargan los buques que traen el gas en estado líquido y lo transforman en gaseoso). España es el país europeo que cuenta, por aquello de ser una isla energética, con una de las mejores infraestructuras gasistas de toda Europa. Este año (hasta ayer) habían descargado en esas seis plantas 197 buques metaneros.
El problema puede surgir en el momento en el que el gasoducto Medgaz pueda sufrir alguna avería o incidente, lo que ocasionaría un grave problema de suministro a nuestro país. En ese caso, se deberían aumentar las importaciones en barcos o utilizar el gas guardado en los almacenamientos subterráneos gestionados por Enagás.
Además, hay que subrayar que el gas transportado en los barcos (a -160º) es más caro que el que llega por los gasoductos. No obstante, siempre dependerá de los contratos firmados entre ambas partes.
Más descargas de barcos
El presidente de Enagás, Antonio Llardén, ha dicho que están haciendo «todo lo posible» y adoptando «todas las medidas» al alcance técnico «para contribuir a la seguridad de suministro de gas» en España para este invierno por el aumento de la demanda y el cierre
del gasoducto del Magreb. Para el periodo invernal, que para el sector abarca de noviembre a marzo, se han adjudicado ya 136 ‘slots’, frente a los 86 barcos que descargaron en las plantas el pasado invierno, es decir, 50 más. Añadió que la contratación de tanques de gas natural licuado ha alcanzado de forma puntual en octubre valores equivalentes al cien por cien de la capacidad contratable y también que en este mes se ha seguido inyectando más gas en los almacenamientos subterráneos, que son «claves para el almacenamiento estratégico de gas y cuya capacidad está actualmente en torno al 78%».