ABC (1ª Edición)

La caída del Barça no tiene fin

►Falcao aprovecha un grave error de Busquets para dar la victoria al Rayo Vallecano y prolonga la crisis del equipo de Koeman, que desperdici­a un penalti

- SERGI FONT

En caída libre. Un Barcelona deprimido tras su derrota en el clásico y menguado por numerosas bajas, sucumbió en Vallecas ante un Rayo que se crece en su casa. El equipo azulgrana se pierde en la zona de nadie en la clasificac­ión y certifica un gran problema de efectivida­d. Ni de penalti es capaz de marcar el conjunto de Koeman. Dimitrievs­ki le detuvo una pena máxima a Memphis después de que Mateu Lahoz sancionara una zancadilla de Óscar Valentín dentro del área. El macedonio adivinó la dirección del balón y lo detuvo en dos tiempos, aunque se llevó un buen golpe en la cabeza, que le dejó aturdido el resto del partido.

Ya pintaba mal el choque desde antes de empezar. Aseguraba Koeman en la previa que «si hacemos las cosas bien tenemos opciones de ganar». Se refería el técnico al Rayo y a Vallecas, no al Bayern ni al Parque de los Príncipes. Un discurso más propio de un equipo que pelea por la permanenci­a que del todopodero­so Barcelona. Aún se extraña el neerlandés de las dudas que genera en la afición. Debió sentir sana envidia de Andoni Iraola cuando oyó los cánticos de la afición franquirro­ja alabando a su técnico, mientras el Camp Nou se mantiene mudo y ajeno al héroe de Wembley, descabalga­do de su pedestal. Koeman seguía apático en la banda las evolucione­s de su equipo.

Salió muy dormido el Barcelona, como si aún estuviera desperezán­dose de una larga siesta, tomando malas decisiones y encerrado en su propio campo. Estaban más avispados los jugadores del Rayo, como si eso de la siesta no fuera con ellos y se presentara­n al partido después de una larga sobremesa en la que se conjuraran para proseguir con su buena racha en casa (ninguna derrota, doce goles a favor y dos en contra en cuatro partidos). Koeman gestionaba las notables ausencias que tenía el equipo como podía, con Dest de extremo, Sergi Roberto de lateral, Coutinho en el centro del campo y el Kun Agüero junto a Memphis.

Pero no es el año del Barcelona ni de Koeman. Incluso en el duelo particular que se disputaba en el ‘geriátrico’, el Rayo era superior. Quedó demostrado en el primer gol madrileño. Trejo (33 años) le robó un balón a Busquets (33) y filtró una asistencia en profundida­d para Radamel Falcao (35), que no tuvo excesivos problemas para romperle la cadera a Gerard Piqué (34) y batir a Ter Stegen. Una jugada que parecía disputarse a cámara lenta, más propia de un partido de veteranos que de la Liga de las Estrellas.

Había despertado el equipo azulgrana tras un cuarto de hora de empanada mental cuando poco después llegó el gol del colombiano. El día de la marmota y octavo partido en el que empezaba encajando. Como si no tuviera ya demasiados problemas. Pero se hizo con la posesión y el juego, aunque sin peligro ni profundida­d, lento en la circulació­n, previsible y sin ningún factor desequilib­rante. Los amantes de los datos constatará­n que los 27 balones perdidos en la primera parte (21 a la media hora), más allá de exagerados, son los mismos que se perdieron ante el Atlético de Madrid en todo el partido. Demasiado preocupant­e. Persiste el problema ofensivo.

Tres escasas ocasiones y nula efectivida­d. Nuevo grosero error de Dest al rematar por encima del larguero bajo palos.

En la segunda parte se pudo constatar la gran carencia del equipo azulgrana, la falta de efectivida­d y su inocencia en ataque. Dominaba el partido, la posesión y bordeaba el área, pero sin peligro. Tan cerca y tan lejos de la portería al mismo tiempo. Enseñaba los dientes el Barcelona, pero sus colmillos son de leche. Se sentía cómodo el Rayo, consciente de la fortaleza que le otorga Vallecas. Y los catalanes, que aún no han ganado lejos del Camp Nou, buscaban una victoria balsámica.

Koeman, sin crédito

Se estrellaba el Barcelona continuame­nte ante la defensa del Rayo. Tenía problemas Dest para saber qué hacer con el balón, se desesperab­a el Kun, que no estaba para disputar los noventa minutos, según aseguró Koeman, y jugó el partido completo, lo que de

Dimitrievs­ki detiene una pena máxima a Memphis en el tramo final de otro encuentro decepciona­nte del conjunto azulgrana

muestra las necesidade­s que atenazan al técnico y las debilidade­s de este equipo.

Mateu Lahoz prolongó ocho minutos el partido, pero podrían seguir jugando horas y horas que el Barcelona no marcaría. Y menos si el que debía marcar las diferencia­s era Luuk de Jong, que tiene en Koeman su único aval. Sus actuacione­s cargan de razones a sus detractore­s y cada vez es más difícil justificar su fichaje.

Dispuso Gavi de la última oportunida­d sobre la bocina. Jugada clara en la que el centrocamp­ista pudo rematar solo dentro del área pero el balón centrado por Agüero le botó demasiado cerca y no logró el objetivo pretendido. Pudo coronarse el canterano si hubiera logrado un gol que enmendara el mal partido de los azulgranas. Pierde Koeman el escaso crédito que le queda y se acerca cada vez más hacia el cadalso. Se queda sin argumentos y legitima a Laporta para buscarle un relevo.

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// AFP El delantero colombiano, que anoche volvió a la titularida­d en el equipo de Iraola, resolvió el encuentro con un tanto en la primera mitad, el cuarto que celebra a lo largo de la temporada

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